Creados por mandato constitucional, el jurado popular ha estado en cuestión desde sus inicios, pero no tanto por los ciudadanos, sino por los propios juristas que dudaron de la fiabilidad de dejar todo el peso de la decisión sobre el futuro de una persona en ... los hombros de ciudadanos de a pie con pocos o ningún conocimiento de derecho.
En La Rioja el primer juicio con tribunal popular se celebró el 23 de junio de 1998. El acusado de matar a 'La Upe', la cocinera del Moderno que fue asesinada a bastonazos, fue el primero en enfrentarse a la mirada y a la decisión de los miembros del jurado. El veredicto fue unánime, y el procesado fue condenado a quince años de cárcel.
Desde aquella primera vista hasta hoy ha pasado casi un cuarto de siglo de rodaje y la institución, en palabras de Alfonso Santisteban, expresidente de la Audiencia Provincial de La Rioja y uno de los magistrados más bregados en este procedimiento, goza de buena salud.
Conocedor de que la ley fue criticada en sus orígenes desde el punto de vista procesal entre jueces y abogados, con el tiempo «se adaptó sin problema y a día de hoy se aplica de una manera normal y corriente», señala.
Desde un primer momento, asegura, fue consciente de que la Constitución establece que los ciudadanos participen en la administración de justicia a través de la institución del jurado «y a partir de ahí la ley hay que aceptarla». «El legislador debía cumplir este mandato constitucional, lo cumplió y luego había que aceptarlo», incide.
En una de sus primeras vistas con jurado, Francisco Javier Almeida se sentó en el banquillo de los acusados por el crimen de la inmobiliaria. Antes de comenzar, Santisteban consideró que en el juicio no solo debían estar presentes los nueve titulares, sino también los suplentes. La cuestión era que si uno enfermaba, la persona que le sustituyera estuviera al tanto de todo lo que se había oído y visto en la sala.
«Me reuní con ellos, les vi preocupados por la responsabilidad que tenían pero día a día fueron cumpliendo y al final se fueron muy satisfechos de lo que habíamos hecho y ninguno se arrepintió», recuerda.
«En casos mediáticos puede que tengan cierta predisposición, pero luego se ciñen a lo que ven en el juicio»
En los juicios que se sucedieron después, explica, la experiencia fue también «positiva» porque «de alguna manera los ciudadanos participan en la administración de justicia, aunque solo en unos delitos muy específicos».
En su larga trayectoria Santisteban ha presidido juicios con una gran repercusión mediática. El reto en estos casos era minimizar la intoxicación que el bombardeo de informaciones podía provocar en los miembros del jurado. La tarea, en palabras de Santisteban, no era compleja «no solo porque no todo el mundo está pendiente de la prensa, sino porque además todas las personas tienen su criterio». Y aunque antes de la vista hayan escuchado noticias y comentarios sobre el caso, cuando llega el juicio oral «los miembros del jurado se responsabilizaban muy bien de su labor y se ceñían a lo que veían ahí». En definitiva, completa, «puede que al principio tengan cierta predisposición, pero una vez que llegan al juicio se mentalizan y no se dejan influir excesivamente».