2012, San Millán: Marisa Sánchez escucha a su nieto, Guillermo Alejabeitia, presentarla como Riojana Ilustre Fernando Díaz

La primera Riojana Ilustre

Marisa Sánchez recibió en 2012 el mayor reconocimiento individual de la Comunidad

pilar hidalgo

Logroño

Domingo, 19 de agosto 2018, 10:09

En 2012, Marisa Sánchez, la gran matriarca de la cocina riojana fallecida esta madrugada, recibió el título de Riojana Ilustre . El máximo galardón individual que concede el Gobierno de La Rioja recaía por primera vez en una mujer (aunque Olga Bejano había recibido la ... medalla de La Rioja en 1998).

Publicidad

Aquel 9 de junio de 2012 fue, evidentemente, un día especial para esta gran mujer, y para su familia. «Siempre en la cocina, vestida de blanco, revolviendo con brío el contenido de una enorme cazuela armada con una cuchara de palo...». Así la recordaba aquel día Guillermo Alejabeitia, nieto de Marisa Sánchez García evocó de la que desde ayer ostenta el título de Riojana Ilustre.

Ese día, en el refectorio del monasterio de San Millán, la ezcarayense se reconocía «temblona y muy contenta» tras recibir la medalla de manos de Pedro Sanz. Méritos no le faltaban, en opinión del mayor de sus diez nietos. «Además de gran cocinera, es una madre y abuela entregada», insistió Guillermo.

«Sus ojos alegres, su sonrisa y cercanía han hecho más por nuestra casa que sus famosas croquetas»

Guillermo alejabeitia, nieto de marisa sánchez

El joven la describió como una trabajadora infatigable, perteneciente «a una generación de emprendedores que no sabían lo que eran las vacaciones y que trabajaban de sol a sol para sacar adelante la economía familiar». Pese a esas interminables jornadas, el nieto valoró que se había dedicado «en cuerpo y alma a sus cinco hijos», a los que dijo que supo transmitir «la bondad, la humildad y el cariño que su madre le enseñó a ella». E hizo una confesión: «Estoy convencido de que sus ojos alegres, su sonrisa, cariño y cercanía al tratar a la gente han hecho más por nuestra casa que sus famosas croquetas, su potaje de garbanzos o sus patitas de cordero».

Marisa, emocionada por sus palabras, subió entonces rauda al estrado a recoger la distinción, que ofreció «a las personas que hoy no tengo aquí, pero que siento que están cerca apoyándome».

Así, el refectorio se rindió en un prolongado aplauso ante una mujer que por sus valores personales y por su labor de difusión de la cultura de nuestra comunidad a través de su exquisita gastronomía merecía el nombramiento de Riojana Ilustre. Era un título, porque ella era, por justicia, Ilustre desde muchos años antes.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad