«Si hay un acompañamiento adecuado la reincidencia baja, pero no se invierte»

Tal vez por eso su labor continúa siendo «la gran olvidada» pese a que la Ley de Servicios Sociales fijó la presencia de un graduado por cada 6.000 personas. «Son inversiones que, a la larga, resultan rentables», reivindica sobre un sector que cuenta, como grandes problemas «con la precariedad y el intrusismo, con perfiles técnicos o con licitaciones que abren la puerta a otros titulados».

Con esas condiciones, cada vez resulta más difícil desarrollar proyectos con menores, especialmente con aquellos que han cometido delitos y que necesitan «un sitio seguro, un hogar, y terapia». «Si hay un acompañamiento adecuado, la reincidencia baja, pero no se invierte», añade.

Y Alonso hace hincapié en el salto al vacío que para muchos menores supone el paso de un centro de reforma a la vida normalizada. «En un centro, todo es conductual. Si te comportas bien, recibes un premio. Pero es necesario también un tratamiento socioeducativo para que vuelvan con garantías a la sociedad de donde se les ha sacado», sintetiza.

El caso de Belén Cortés ha hecho mella en los colegiados, que creen que queda mucho por hacer en prevención y seguridad, tanto en el trabajo con menores con medidas judiciales como en los de protección.

Respecto a estos últimos, el responsable del Colegio de Educación Social también aboga por que se profundice más en «un modelo de acogida familiar» ya que «con un ambiente reglado, cómodo y seguro es más fácil llevar a cabo el cambio que les pedimos». Y, por último, recuerda una demanda constante y que parece olvidada en un cajón: «Reclamamos que la UR implante el grado de Educación Social».