Todos soñamos con que nos toque la lotería, pero solo unos privilegiados como Juan Jiménez lo han hecho realidad. Este logroñés, de 45 años, protagonizó en el último Sorteo del Niño la imagen del día en los medios locales y nacionales, que recogieron su «enorme ... alegría» a las puertas de la administración de Muro del Carmen. A diferencia del resto de agraciados, huidizos ante la prensa, Juan, que acababa de embolsarse 200.000 euros (168.000 después de impuestos) no dudó en atender a todo el mundo, mostrar el décimo ganador con el número al que llevaba jugando desde el año 2000 y, sobre todo, expresar su deseo de terminar de pagar la hipoteca, comprarse un coche y un piso.
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Dicho y hecho. Tres meses después, este parado de larga duración que no cobraba nada desde hacía cuatro años, ya puede presumir de haber cumplido su deseo. «El piso lo compré a los días y el coche me lo dan muy pronto». Y, claro, todo pagado «al contado». No esperó mucho. Al día siguiente fue al banco y enseguida se decidió por un piso de segunda mano, en la calle Beato Berrio Ochoa, que le ha costado 68.000 euros.
Vecino hasta ahora del Casco Antiguo, quería cambiar de aires y buscar un piso en mejores condiciones. «Ya he empezado la mudanza, y voy los fines de semana, estoy encantado», señala Juan, que ya vive más tranquilo, aunque ahora mismo lo que más desea es un trabajo estable.
De ahí su interés por comprarse un coche o, mejor dicho, un coche-moto. «Lo quiero utilizar para trabajar dentro de Logroño, para hacer trabajillos. Mi idea es volver a trabajar de repartidor o en lo que salga». Solo le queda ultimar algunos trámites con el concesionario y decantarse por el modelo, que rondará los 13.000 euros.
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Antes del golpe de suerte, Juan llevaba encadenando una mala racha de salud. «Tengo un 36% de minusvalía física, mis pulmones funcionan al 40% y tengo que usar oxígeno por las noches».
Pero todo empeoró seriamente al contagiarse de COVID en lo peor de la pandemia, cuando empezaba. Le ingresaron el 13 de marzo de 2020. Fue de los primeros en llegar al San Pedro. «Me dijeron que había veinte personas ingresadas y unos siete u ocho en la UCI. Yo estuve cinco días entubado, pero gracias a la médica que me intervino estoy vivo. Me dijo que pudo salvarme la vida en el último momento». Se recuperó («contar con ella sí fue un golpe de suerte») y unos meses más tarde recibiría la noticia de su vida.
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Algunos no saben gestionar el premio de la lotería o se aficionan a los placeres más caros. Juan no ha sido de esos. Ha estirado lo más que ha podido el dinero, pero sin olvidar a los suyos. «Tengo familiares que, como todos, lo están pasando mal y he querido colaborar económicamente con ellos», se sincera. Juan tiene a su cuidado a su madre, con alzheimer, y un hermano que también es dependiente.
También se ha comprado ropa y lo dice con coquetería mientras enseña su traje de sastre. Ha viajado a Madrid y Barcelona, donde, eso sí, no ha escatimado en hoteles. «¡Ahora entiendo a los ricos!», se ríe. «Tenía ganas de conocer la capital, ha sido como un sueño, me ha parecido todo precioso, un paraíso». Fueron 15 días, pero disfrutó tanto que ya está pensando en viajar más, a cualquier sitio, porque le queda mucho por descubrir, «aunque ya será cuando encuentre trabajo, con la primera nómina».
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En esencia, Juan no ha dejado su vida de antes. Continúa con su puesto en el 'rastro' de los domingos en la plaza del Mercado. La suerte se le acercó precisamente allí. Los compañeros de puesto fueron quienes le dieron la noticia. «Sigo yendo, allí soy feliz con todos. Me animan a que me quede, no quieren que me vaya».
Este logroñés, que pronto cumplirá los 46, se reconoce un hombre feliz (aunque asegura que ya lo era), pero admite que ahora encuentra más fácil la vida. «Vivo como antes, pero mucho más tranquilito... A veces me parece mentira que esto me haya pasado a mí». Cliente habitual todo el año, llevaba comprando el 41.665 en la misma administración desde hace más de dos décadas. Y lo sigue comprando. «Lo cojo todas las semanas. Antes nunca me había tocada nada, y este me ha dado suerte, ¿por qué no me la va a volver dar?», se pregunta convencido de lo que dice.
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