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Educación tenía un problema en la Secundaria Obligatoria. Cuando en 2018 los exámenes de recuperación de septiembre se trasladaron al mes de junio y la evaluación ordinaria se adelantó a finales de mayo, los centros se encontraron con un gran quebradero de cabeza: por ... un lado, tenían que atender y reforzar los conocimientos de aquellos alumnos con materias pendientes; por otro, organizar actividades alternativas para los que, a principios de junio, con casi tres semanas por delante, ya sabían que tenían todo aprobado. ¿Qué pasó? Que el nivel de absentismo entre quienes ya habían superado el curso se disparó, las aulas se vaciaron y los parques se llenaron.
Este año no será así. Al menos a priori. El pasado mes de noviembre –con el curso ya iniciado– el Gobierno central modificó las reglas de juego aprobando un Real Decreto con los nuevos criterios de evaluación, promoción y titulación para la Educación Primaria, Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional en el que también se eliminaron las pruebas de recuperación de junio (o septiembre en alguna comunidad autónoma) poniendo el foco en la evaluación continua.
Alberto Abad | Dir. General Innovación Educativa
Con la programación diseñada desde el verano pasado, y pese a que las pruebas de la tercera evaluación se podrían haber trasladado al mes de junio, el grueso de los centros riojanos ha optado por mantener el calendario previsto y estos días los alumnos realizan los últimos exámenes. Así, el gran cambio, sostienen desde la Consejería de Educación, es que el proceso de fijación de las notas definitivas no se realizará hasta finales de junio (el curso finaliza el día 27), por lo que la evaluación de todo el alumnado, hayan o no aprobado todas las materias, continuará hasta entonces pudiendo variar, al alza y a la baja, las notas finales del curso.
Carlos Torres | CONCAPA Rioja
«Este curso solo hay una evaluación final a la que el alumnado llegará después de todos los procesos de evaluación. Los centros tienen libertad para organizar los métodos para evaluar o recuperar a los alumnos que hayan podido tener dificultades con las materias. En todo caso, aunque un alumno haya superado todos los procesos y se sepa aprobado, podrá seguir siendo evaluado hasta el cierre del curso con exámenes, trabajos u otras tareas que podrán influir en su nota. Además, los docentes también podrán aprovechar para continuar con la impartición de la parte de currículo que, por cuestiones de calendario, se haya podido quedar pendiente.
Esteban García | FAPA Rioja
«Todo el periodo es evaluable», insiste, Alberto Abad, director general de Innovación Educativa, que recuerda que el formato anterior daba «muchísimo trabajo a los equipos docentes de los centros» [antes de llegar a la Consejería era el director del IES Sagasta de Logroño] y que «no había posibilidad de cambiar la nota. Eso ahora se ha terminado».
El sistema previo también generaba mucha incertidumbre y muchos quebraderos de cabeza a las familias. El nuevo, en todo caso, tampoco es recibido con alharacas. Desde FAPA Rioja, Esteban García sí celebra que se haya apostado por la evaluación continua para «que los alumnos no se jueguen todo un curso en una única prueba», si bien cree que para ello es preciso que «los docentes tengan unas ratios de alumnos que les permitan aplicar bien ese sistema de valoración». La nueva organización de final de curso con la extensión de la evaluación hasta su cierre busca una solución para «esa especie de limbo en que se había convertido el mes de junio con alumnos ya con todo aprobado y otros trabajando en las recuperaciones. A expensas de ver cómo se desarrolla, creemos que puede funcionar», dice García.
Desde CONCAPA Rioja, el punto de partida de su presidente, Carlos Torres, es el calendario escolar: «Debemos tener claro que el curso finaliza el 27 de junio para todos los alumnos y que es un periodo evaluable y de asistencia obligatoria», aunque asume que en algunos casos es «complicado» convencer a los jóvenes para que acudan.
Torres defiende que el modelo anterior, pese a que «supuso cierto caos y un esfuerzo extra» para los centros, era «una buena oportunidad para superar materias y no como ahora que pasan de curso con asignaturas suspendidas, lo que perjudica a los alumnos y traslada el problema a etapas posteriores». Así, completa, «la eliminación de los exámenes de la convocatoria extraordinaria hace que los centros educativos tengan que lidiar con una situación en la que deben mantener motivado al alumnado para que continúe asistiendo a clase a pesar de no tener aliciente académico, bien porque ya ha aprobado todo o porque sabe que pasa con materias suspensas y no tiene oportunidad de aprobarlas en la extraordinaria».
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