Hace apenas un días que llegó al cargo –de hecho, la entidad lo ha anunciado este martes–, pero Juan Carlos Fernández ya conoce de primera mano los principales desafíos a los que se va a tener que enfrentar durante su mandato. El nuevo presidente del ... Banco de Alimentos de La Rioja recibió el pasado lunes su nombramiento «desde la responsabilidad que tiene dirigirlo, con la satisfacción personal de los años de dedicación y, al final, por liderar a un equipo de voluntarios que se dedica en cuerpo y alma a la institución, como un voluntario más», reconoce.
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Fernández, que lleva casi dos décadas vinculado a la labor solidaria y altruista que desarrolla a diario esta entidad –es voluntario desde 2006 y desempeñaba, hasta ahora, el cargo de vicepresidente–, sabe de sobra cuáles son las dificultades que afronta la institución. «El Banco de Alimentos está en un momento complejo, porque se está reduciendo significativamente el número de alimentos que podemos repartir».
Una difícil coyuntura que está fundamentada, a su juicio, en el elevado coste de la cesta de la compra. «Ha aumentado mucho, lo que significa que hay menos donantes y menos empresas con estocaje que puede ser donado a nuestra entidad, y nuestras compras son menos efectivas, porque se ha incrementado el precio. Si antes éramos capaces de repartir casi 147 kilos de comida por riojano, esta cifra ha descendido a 121. La situación es compleja».
Ante esta situación, apunta, «tenemos que enfrentarnos todos a un reto, que es entender que la carencia de alimentación es una realidad social que es inasumible para nosotros». En este sentido, expone que «no podemos permitir que haya nadie a nuestro alrededor que pase hambre, que tenga carencia de alimentos». Sobre todo, porque «el indicador AROPE (que mide la población en riesgo de pobreza y/o exclusión social) revela que hay un 6% que no puede tomar proteínas cada dos días, y esta es una realidad que tenemos que cambiar». Todo, «con más alimentos puestos a disposición de otras personas, con tarjetas monedero o con cualquier otro sistema».
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Para ello, sin embargo, resulta fundamental «luchar contra el despilfarro». «No puede haber un solo kilo de alimentos que sea desperdiciado en La Rioja mientras haya personas con necesidades dentro de la misma», sentencia el nuevo presidente de la entidad antes de resaltar que «ya no hay ningún empresario al que se le pase por la cabeza tirar un solo alimento; todos se recogen». Sobre todo, porque «tenemos problemas de carencia de alimentos y en los alquileres», si bien «la sociedad riojana está siendo capaz de aglutinar a todas las entidades del tercer sector para poder sacar adelante a quienes no tienen una retribución laboral o un trabajo que les permita salir por sí mismos de su situación». De ahí que el objetivo que persigue la entidad sea «volver a repartir 1.500.000 kilos (ahora entregamos cerca de 1.322.000) para poder garantizar los alimentos necesarios a los beneficiarios que atendemos». «Nuestro principal baluarte es la solidaridad riojana y, mientras siga ahí, repartiremos más o menos, pero siempre estaremos ahí», concluye.
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