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Imagen de la tormenta en Fuenmayor de pasado mes de junio. Miguel Herreros
Prevenidos contra las catástrofes

Prevenidos contra las catástrofes

La región, sin riesgo volcánico y fuera de las zonas de alta sismicidad, sufre en cambio con virulencia y de forma habitual los efectos de las riadas

África Azcona

Logroño

Domingo, 26 de septiembre 2021, 02:00

Lo ocurrido en la isla de La Palma servirá a los equipos de emergencia de todo el país para sacar conclusiones de cómo actuar en situación de catástrofe. El plan de Protección Civil de La Rioja, que sigue las pautas del nacional aunque adaptado a las especificidades del territorio, ya prevé situaciones con miles de desalojados y la movilización de recursos aéreos y terrestres para hacer frente a todas las necesidades. Sin embargo, desde el punto de vista técnico a La Rioja se le considera una Comunidad afortunada ante previsibles catástrofes y muestra de ello es que en un año tan movido en lo climatológico, con graves inundaciones por ejemplo, ha sufrido menos en comparación con otros puntos del país.

Los terremotos también suponen un riesgo potencial más bajo, según asegura el jefe de Sección de Protección Civil del Gobierno de LaRioja, José Fermín Galilea, quien, si bien destaca que «se detectan continuamente», lo hacen «en una magnitud mucho menor que en el resto de España». Desde el Instituto Geográfico Nacional (IGN) también comparten que la sismicidad en la región puede considerarse bastante pequeña, aunque indican que La Rioja Baja es más proclive. «En el siglo XXI, La Rioja solo ha tenido 79 terremotos de magnitud máxima de 3,4, es decir, muy baja», señala la sismóloga Beatriz Gaite.

Plan Provincial de Protección Civil

  • Protección de bienes: la primera preocupación se dirigirá a las personas, pero también se considerará el rescate de los bienes de mayor valor cultural como monumentos o archivos.

  • Rescate: en catástrofes que afecten a grandes masas, la vecindad deberá ayudar a rescatar a sus convecinos.

  • Suministro de agua: las autoridades deben garantizar el suministro y potabilidad del agua. Si es necesario, se facilitará con camiones cisterna.

  • Alimentos: si la emergencia se prolonga, se determinará la zona de población afectada, teniendo en cuenta el número de personas, edades y otros parámetros.

  • Energía: tendrán prioridad centros sanitarios, equipos de rescate, albergues etc.

  • Salvamento: los integrantes principales de estos equipos son los bomberos por su preparación y los medios que disponen.

  • Alojamientos: el plan establece como alojamientos alternativos hoteles, escuelas, iglesias, naves industriales y recintos deportivos.

  • Transporte: se contará con los servicios públicos y privados de autobuses, camiones o transportes sanitarios. Se tendrá presente movilizar solo los vehículos necesarios, elegir una vía de entrada y otra de salida hacia la zona de emergencia y establecer una comunicación entre vehículos de transporte de heridos y los centros de recepción. En caso de graves dificultades circulatorias, se determinarán zonas de aterrizaje de helicópteros.

Aunque la mayor parte de los movimientos sísmicos son imperceptibles para la población, no estamos exentos de otros más graves. En Arnedillo, en 1817, un seísmo alcanzó el octavo grado: de las 200 casas que había en Préjano, sólo 16 aguantaron en pie; el monasterio de Vico, en Arnedo, se hundió y las aguas termales dejaron de manar durante un tiempo.

Tras este terremoto, que consta en rojo en los anales del IGN, se han producido en La Rioja otros tres de importancia: en Turruncún, en Aguilar y el que afectó a Logroño en 1967 y que, de grado 5, causó destrozos en la iglesia de Santiago y en La Redonda, aunque el epicentro estaba a unos 100 kilómetros. Todavía hay gente que lo recuerda. El propio José Fermín Galilea es uno de ellos: «Tenía cuatro años y vivía en un tercero de Vara de Rey y recuerdo perfectamente a mis padres asustados al ver cómo se movían las lámparas». Aun así, el jefe de Sección de Protección Civil remarca que es «todo lo más relevante que ha pasado en dos siglos».

En el 2020 la región sufrió ocho pequeños terremotos (Sotés, Anguiano, Aguilar, Enciso, Ajamil, Arenzana de Arriba, Zarzosa y Villarejo) y en lo que llevamos de 2021 llevamos seis (Laguna, con tres movimientos; Galbárruli y Robres). El último, con una magnitud de 1,6, se registró el 30 de agosto pasado, al suroeste de Enciso.

Dentro del panorama nacional, las vecinas Zaragoza, Cantabria y Navarra aparecen en el mapa de riesgo sísmico del IGN con más probabilidades de sufrir un terremoto. De hecho, La Rioja –al margen del sistema de sismógrafos de la Confederación Hidrográfica del Ebro repartidos en todas las presas– no cuenta con ninguna estación sísmica propia. «No se instalan en función de las regiones, sino en los territorios con más actividad», razona Gaite en relación a estas instalaciones que, como explica, suelen estar protegidas. «Los sismógrafos suelen estar en un pozo, a medio metro de profundidad para evitar vibraciones superficiales y la señal que filtra el sensor se traslada vía 'router' o a través de una antena parabólica para envíar la información por satélite, ya que también hay cobertura GPS».

Sismógrafos en las presas

La red de sismógrafos en todas las presas de La Rioja ha sido ampliada recientemente a instancias del Gobierno regional cuando se puso en marcha la presa de Enciso y a petición también de los ayuntamientos de la comarca ante el riesgo por deslizamientos de laderas hacia el vaso del embalse.

Como ilustra José Fermín Galilea, la presa está justo encima del casco urbano de Enciso y, en el caso de surgir un problema con la estabilidad de la estructura y producirse fugas no controladas de agua embalsada, se podría ver afectado este municipio y, en su desagüe hasta el Ebro, también podría encontrarse con Arnedillo, Peroblasco, Santa Eulalia, Quel, Autol.... «Pero para esto existe un plan de emergencia de presa y otros planes de autoprotección».

En La Palma lo que está ocurriendo ha desbordado todas las previsiones, de ahí la presencia de la Unidad Militar de Emergencia (UME) del ejército. El Plan Provincial de Protección Civil está diseñado «para proteger a las personas y bienes garantizando una respuesta ante los distintos tipos de emergencias y catástrofes originadas por causas naturales o derivadas de la acción humana, sea ésta accidental o intencionada».

En su plan director está todo, desde quiénes se ponen al mando técnico, en función de la gravedad, hasta cuándo ponerse en manos del Gobierno central. En el caso de los terremotos, detalla José Fermín Galilea, cuando la magnitud del terremoto es débil, como daños en fachadas, cornisas antenas, etc., la intervención se limita a los bomberos, la policía y los servicios municipales. «Son los encargados, por ejemplo, de retirar las partes inestables o de acordonar la zona a la espera de evaluaciones técnicas posteriores». Si ha habido daños destructivos no solo en edificaciones, sino en servicios ordinarios (cañerías, torres de comunicación, agua, gas, etc.), se pasa «a un nivel de emergencia 1, pero si esos daños son todavía mayores en magnitud y crean, por ejemplo, problemas de acceso a polígonos industriales o de servicios, pasamos a un nivel 2 y es entonces cuando el titular de Protección Civil, junto al titular de la Consejería de Salud –que puede delegar en la dirección general de emergencias– se pone al mando del operativo con todos los recursos del sistema autonómico para atender a las personas que han sido dañadas y recuperar la normalidad cuanto antes». «Estaríamos hablando de afecciones importantes». Cuando la catástrofe supera la capacidad de respuesta de la Comunidad, es cuando interviene el Ministerio de Interior.

Arnedillo: «En caso de rotura en la presa de Enciso, huiríamos al alto de Antoñanzas»

Estación sismológica instalada recientemente en la presa de Enciso. CHE

Qué pasaría si se rompe la presa de Enciso? Las sirenas se activarían en Enciso, Peroblasco, Santa Eulalia y Arnedilo y, en poco tiempo, en sus núcleos urbanos no debería quedar ningún vecino. Una posibilidad muy remota, pero que hay que prever, como señala Pedro Antonio Montalvo, alcalde de Arnedillo, que ya cuenta con su propio plan de evacuación. Su principal consigna es dirigirse a lo más elevado y para ello prevé dos escenarios según la gravedad de la catástrofe. La población deberá acudir a los depósitos de agua potable o bien al párking de autocaravanas si la rotura es parcial. Y, si fuera total, el punto de encuentro fijado es la cantera de Antoñanzas, enclavado en lo alto de la sierra de la Hez, a 1.100 metros (Arnedillo está a 650).

El riesgo cero no existe, pero el responsable municipal tranquiliza: «No se rompería el vaso y el agua llegaría súbitamente. Esto sería imposible, porque, como ha ocurrido en La Palma, ante cualquier anomalía nos llegaría un aviso varios días antes. De hecho, en el fondo, en las tripas de la presa, hay un péndulo conectado con Zaragoza y con el SOS Rioja donde cualquier movimiento milimétrico daría el aviso de alerta».

El alcalde tiene claro que, ante un movimiento sísmico brutal, se caería antes cualquier casa del municipio que la propia presa. El sistema de alerta sonora que se ha desplegado en el valle de Cidacos también incluye alarmas en otros tres municipios. «La gente sabe que si hay un aviso, tiene que salir de su pueblo».

Moya: «La Rioja Baja será la zona más expuesta al cambio climático»

La Rioja no escapa a los fenómenos extremos cada año más intensos, pero Iván Moya, director general de Transición Ecológica del Gobierno de La Rioja, afirma que esto no tiene nada nada que ver «con que haya un incendio o se desborde un río, sino porque vamos viendo, por ejemplo, que en los últimos 20 años en La Rioja Baja llueve mucho más y hay muchas más avenidas».

Por ello, insiste en que hay que prepararse, primero con un plan de adaptación y otro de mitigación. Para abordar el primer reto el Gobierno riojano acaba de sacar a contratación el servicio de consultoría del Plan Regional de Adaptación al Cambio Climático, con el fin de establecer medidas con las que hacer frente a los fenómenos que ya se sabe que van a pasar y que son inevitables como las avenidas de los ríos o las gotas frías en otoño.

«Los expertos nos dirán qué medidas tomar, pero quizás hablamos de recrecer las motas de los ríos para proteger los cultivos, de hacer un reforzamiento de los puentes, llevar a cabo la ampliación de los cauces para que los ríos a su paso por los pueblos puedan llevar ese incremento de agua que los científicos ya nos están diciendo que vamos a tener».

Pero ¿qué zonas de la geografía riojana están más expuestas a las consecuencias del cambio climático? Todos los estudios realizados hasta ahora, pocos según el responsable de Transición Ecológica, «coinciden en que La Rioja Baja es la zona donde se prevé que ocurran los efectos más negativos».

¿Y Logroño? Moya explica que todavía es pronto para saberlo. «Estamos todavía en la fase de licitación del Plan de Adaptación, que determinará el nivel de riesgo».

Adaptarse a lo que se sabe que va a pasar

El director general de Transición Energética y Cambio Climático afirma que el Plan de Adaptación al Cambio Climático de La Rioja, publicada ya la contratación del servicio de consultoría, nace con «el propósito de adaptarnos y establecer medidas para afrontar lo que sabemos que ya va a pasar«. Pero el cambio climático tiene otra vertiente igual de urgente: la mitigación, la necesidad de establecer otras medidas correctoras para evitar situaciones derivadas del cambio climático que pueden ser evitables. »En esto no solo está La Rioja, está España, la Unión Europea..., son medidas que hay que tomar en conjunto para que esto no vaya a más; es decir que esta subida de las temperaturas no siga...«.

Por un lado, está el plan nacional, pero La Rioja también tiene su propio plan regional, «con iniciativas como el impulso del autoconsumo, la simplificación de las tareas administrativas, la implantación de renovables o intentar llevar energía eléctrica donde nunca la han tenido», señala el responsable.

«Hay una preocupación en lo pequeño y en lo grande, queremos que haya parques eólicos con todas las garantías, huertos fotovoltaicos que viertan a la red la electricidad que necesitamos...», enumera y recuerda al respecto que «en 2030 el 75% de la energía eléctrica de España tiene que tener origen renovable, además la hoja de ruta del Gobierno indica que en 2050 tenemos que tener una economía totalmente descarbonizada y para ello tenemos que tomar medidas en 2021 porque si no, no llegamos».

En primera instancia, lo primero que hay que hacer en La Rioja, según el director general de Transición Energética y Cambio Climático, es analizar cuál es la situación de partida: «tener un diagnóstico para dar prioridad a aquellas áreas que entendemos que son más vulnerables, La consultoría deberá utilizar los métodos de cálculo más modernos, existen ya metodologías muy avanzadas para medir esta vulnerabilidad y hacer una evaluación de riesgo».

Sobre los incendios y desbordamientos de río ocurridos en os últimos meses y semanas en La Rioja, Iván Moya cree que hay que evitar caer en la tentación de achacar al cambio climático hechos puntuales. «Incendios hemos tenido todos los veranos, desde que soy niño los he conocido, sin embargo si este otoño es más frío de lo habitual, quizás no lo achacamos al cambio climático».

«El cambio climático es algo que tiene mucha ciencia detrás y vamos viendo una cierta tendencia a la subida global de la temperatura media y a la proliferación de fenómenos extremos, pero esto no porque haya un incendio o mañana llueva mucho, sino porque vamos viendo que en los últimos 20 años llueve mucho más. Y esto ocurre, por ejemplo, en La Rioja Baja. Hay muchas más avenidas que en los anteriores 20 años. No es un tema puntual, es un tema estadístico y eso es lo que está detrás y contra lo que nos tenemos que preparar y el motivo por el que estamos preparando una nueva Ley de Cambio Climático».

A juicio del responsable regional, uno de los retos más importantes es hacer ver a la sociedad que es este es un tema transversal, que afecta a todos, a la movilidad, la administración, a las industrias, los ayuntamientos... «El Gobierno de España sacó su propia ley en primavera y nosotros lo que pretendemos es particularizar la norma y adaptarla a nuestro territorio».

«La subida de una décimas de grados de la temperatura posiblemente no tenga un efecto muy grande más allá de que tengamos más días de calor y eso también en algunos de los sectores de la población es importante, pero lo que más nos preocupa es la proliferación de fenómenos extremos, que llueva torrecialmente en otoño o lo haga con más frecuencia que habitualmente y los consecuentes daños, tanto en los entornos urbanos como en los rurales».

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