Vestíbulo de la estación de trenes de Logroño Sonia Tercero
Crónicas venenosas

Otro tren que hemos perdido

«Los viajeros de un tren envidian siempre un poco a los viajeros de otro tren; es algo que es así, pero que resulta difícil explicar» (Camilo José Cela, 'Viaje a la Alcarria')

Pío García

Logroño

Domingo, 28 de abril 2024, 08:29

Sé que ya no es el momento. De los trenes tocaba hablar la semana pasada, cuando el mundo era sólido y los problemas pertenecían al mundo aburrido y contable de la economía. Ahora, sin embargo, el país entero se ha revolucionado por una carta de ... amor y vivimos todos con las emociones a flor de piel, como si nos hubieran puesto a ver en bucle el final de 'Los puentes de Madison'. Hay gente echando lagrimones de buen tamaño y los que asistimos al espectáculo de la empatía con caras de perplejidad no podemos evitar sentirnos un poco mezquinos. A mí, que tengo el corazón duro, me siguen preocupando más los trenes. Ustedes disculparán mi agnosticismo radical: si no creo en Jesucristo ni en Mahoma, que tienen un currículum y son mesías de larga trayectoria, tanto menos voy a creer en Pedro Sánchez o en Feijóo.

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Los trenes, decíamos. No quiero meterme en estas febriles horas con el ministro Puente, porque el hombre es la fragilidad hecha persona y ahora mismo también debe estar herido de amores, pero tengo algunas modestas objeciones que plantearle al nuevo mapa ferroviario español. Como sé que nos lee –y se lo agradezco–, antes de que nos quite el nuevo servicio por ingratos, le reconozco que menos da una piedra. No se deje engañar, sin embargo, por el entusiasmo de 'cheerleader' con el que algunos socialistas riojanos jalearon la buena nueva. Con esto no nos alcanza ni de lejos.

El tren a Madrid por Burgos y Valladolid sería una buena opción si además hubiera otro servicio diario, directo y más rápido, con solo una breve parada en Calahorra. Todo lo que supere las tres horas convierte al tren en un medio de comunicación inútil frente al coche. Me permito recordarle, ministro, la admirable frase de la politóloga Janette Sadik-Khan que usted mismo retuiteó hace unos días: «Libertad no es tener la capacidad para ir a cualquier lado en coche; libertad es poder ir a cualquier lado sin tener que usar el coche». Lo de Burgos y Valladolid –y eso lo saben incluso quienes alzan los pompones– no nos da aún esa libertad.

Temo que hayamos perdido una gran ocasión. Este era el momento. Si Pedro Sánchez deshoja por fin la margarita, decide quedarse y el lunes vuelve usted al despacho, ya con el ánimo tranquilo después de esta terrible llorera, hágalo sin demoras. Sería una decisión inteligente y un alivio para sus compañeros de aquí.

Pero si Sánchez, una vez ganada la palma del martirio, decide irse y llega, pongamos por caso, Feijóo, espero que esta sea la primera decisión del nuevo ministro de Transportes. Si no, habrá que pedirles cuentas a los populares riojanos, que tan bravos se ponen cuando están en la oposición y tan mansos suelen mostrarse cuando uno de los suyos duerme en La Moncloa.

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