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El cariño de los militantes no lo dan los dirigentes. Eso lo debería saber cualquier político con mando en plaza. Cuando Sánchez llegó al Riojafórum, ... decenas de venerables simpatizantes socialistas rivalizaban por hacerse fotos con él. Eran sinceros: se les veía en los ojillos, en los abrazos, en el entusiasmo con el que gritaban su nombre. Probablemente incluso se hayan leído el 'Manual de Resistencia' y hayan subrayado con delicadeza algunos pasajes, como hacían los devotos con el Kempis.
Sin embargo, los que estaban dentro, en la sala de cámara de Riojafórum, llevaban la acreditación colgando y de esos uno se puede fiar lo justo, menos cuanto más cerca están del núcleo irradiador, por utilizar la afortunada expresión de Íñigo Errejón, filósofo concupiscente. Giulio Andreotti, el democristiano sibilino que fue siete veces primer ministro de la República Italiana, acuñó una frase demoledora: «En la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido». De esta máxima no se libra nadie, del uno al otro confín, así que nunca se puede estar seguro de la sinceridad de los aplausos que se oyen en los congresos: todo es alegría y flamear de banderas, una festiva hojarasca que oculta, al menos por unas horas, las corrientes subterráneas que bullen bajo la superficie.
A Javier García lo apadrinaron García-Page por la mañana y Pedro Sánchez por la tarde, como si ayer se hubieran dado cita en Logroño todos los pesoes posibles: el que considera a Puigdemont «un delincuente que se ríe de todos los españoles» y el que coge una mochilita y se va a Suiza para preguntarle a don Carles qué necesita esta vez a cambio de sus siete votos. Ahí estaba, en primera fila, sentado en una butaca preferente, Santos Cerdán, natural de Milagro, navarro de la Ribera, secretario de Organización, excursionista en Ginebra. ¡Lo que no habrá visto este hombre a orillas del lago Lemán!
¿A qué PSOE representa Javier García? ¿Al de la mochilita o al que piensa, como dijo Page, que Junts está «desquiciado» y que ha llegado el momento de poner «pies en pared»? La respuesta la iremos desvelando poco a poco porque ayer no hubo pistas: solo ditirambos y alabanzas al líder, que para eso se hizo carne y habitó unos minutos entre nosotros. El nuevo secretario general riojano caminó por el campo seguro de la macroeconomía, con los datos refulgentes del PIB, e incluso atribuyó a Sánchez el mérito de haber convencido a todos los demás países europeos de la necesidad de abrir el grifo del dinero para superar la crisis del covid. «¡Algún día nos tendrás que contar cómo lo hiciste!», clamó García, y daban ganas de correr a la librería a encargar ya el tercer tomo del 'Manual de Resistencia', que promete ser homérico. «Mira cómo está esto, Pedro –se encendió–, para apoyarte a ti, para que sigas fuerte».
Luego subió Sánchez al estrado y soltó su discurso estándar de esta semana; un texto solvente pero ligeramente burocrático, como si al presidente le faltara un redbull o alguien hubiera cambiado a toda prisa en el texto la palabra 'Donosti', su bolo de la mañana, por 'Logroño'. Decía Alfredo Landa que su compañero José Bódalo salía a escena con un pinganillo para oír los partidos del Madrid mientras actuaba y que ni aun así fallaba una réplica. Las tablas le sacan a uno de muchos apuros y ya sabemos que La Rioja no pinta demasiado en el concierto de las naciones, aunque los periodistas de provincias –y quizá también los ciudadanos y puede que incluso los afiliados– esperábamos algo más, un detalle, un chispazo, un guiño local, un saber qué tierra estás pisando.
Qué momento tan bonito para haber anunciado la llegada de un nuevo tren, un impulso a la autovía de Burgos, un empuje al aeropuerto de Agoncillo. Decir que esta será la «legislatura de las infraestructuras», así, a lo tremendo, suena como quien dice que este año se apunta al gimnasio o que en septiembre se va a poner en serio con el inglés. Andamos por aquí, Sánchez, como un Santo Tomás cabreado y ya no queremos parábolas, sino meter nuestros puños en las cicatrices y sacarlos llenos de sangre. Solo entonces sabremos que eres ese mesías ferroviario por cuya venida llevamos décadas suspirando. Meterse con Google –sin nombrarlo– y con los «tecno-oligarcas» está bien, y no digamos hacer votos por la paz en Oriente Medio, pero hasta los cantantes primerizos saben que el público local agradece un «¿qué pasa Logroño?» de vez en cuando.
Luego se marchó Sánchez y se quedó García, recibiendo las felicitaciones y los saludos cariñosos de los afiliados. No lo tendrá fácil; ha cogido un barco en plena tormenta y lo que es bueno para sostener a Pedro en La Moncloa hasta 2027 puede no serlo para desalojar al PP del Palacete ese mismo año. Bien podrían haber sonado por los altavoces del Riojafórum aquellos célebres versos de Espronceda, ligeramente retocados: «Sánchez a un lado, al otro Page/ y allá a su frente Capellán».
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