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Cuando el Parlamento español aprobó la Ley de Amnistía, la presidenta de la comunidad autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se metió donde no le llamaban. Le entrevistaron en EsRadio y anunció urbi et orbi que todas (to-das) las comunidades gobernadas por el PP ... iban a interponer recurso de inconstitucionalidad contra la norma, que todavía no se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado. A Isabel Díaz Ayuso, espoleada quizá por Miguel Ángel Rodríguez, le puede la ambición y un indisimulado deseo de convertirse en la nueva Agustina de Aragón o en Isabel la Católica, aunque eso le suponga atropellar a sus colegas o al presidente de su partido. Uno se imagina a Alberto Núñez Feijóo mordiéndose las uñas y contando hasta cien, sin saber cómo meter en cintura a su efervescente subordinada. Hay en la relación de Feijóo con Ayuso algo del padre sesentón que trata infructuosamente de lidiar con su hija adolescente, respondona y peligrosa. Quizá sienta sobre sus espaldas la triste sombra de Pablo Casado.
Sin que nadie se lo pidiera, Ayuso asumió el jueves el papel de 'primus inter pares' –o incluso de 'primus' a secas– y se convirtió en portavoz de las once comunidades autónomas en las que gobierna el PP, en solitario o con ayuda de Vox. Es fácil de suponer que ni a Mazón ni a Moreno Bonilla les haya agradado especialmente que doña Isabel hablase en su nombre, aunque el único que se desmarcó más o menos públicamente fue el presidente del Gobierno riojano. Gonzalo Capellán no quiso empuñar la bandera que le ofrecía Ayuso y con dos frases reivindicó su autonomía: «Cuando se publique la ley, el Gobierno de La Rioja hará el encargo de un dictamen al Consejo Consultivo de La Rioja sobre la posibilidad de interponer un recurso de inconstitucionalidad». Ese dictamen no es vinculante pero sí preceptivo, aunque la norma permite que ambas acciones (el recurso ante el Tribunal Constitucional y la consulta) se realicen a la par.
No es la primera vez que Capellán evita comentar los asuntos que sacuden la política nacional. Casi nunca lo hace. Cuando el PP tocó a rebato en el Senado para clamar contra la amnistía en la Comisión General de las Comunidades Autónomas, el pasado mes de abril, el presidente riojano envío a su mano derecha, el consejero Domínguez, y él optó por quedarse en casa para presentar en rueda de prensa las nuevas investigaciones sobre la salida de las Glosas: «El presidente de La Rioja siempre antepone trabajar y defender los intereses de La Rioja», explicó entonces. Sí lo hizo en octubre, en otro debate semejante, aunque no solo aprovechó la tribuna del Senado para cargar contra la amnistía, sino que reclamó la mejora de las infraestructuras y de las comunicaciones.
Un mes más tarde, en noviembre del año 2023, cuestionado por las sucesivas protestas en la calle Ferraz, Capellán defendió «la libertad de expresión con moderación», pero acto seguido enunció un propósito que, con algunas salvedades, ha venido cumpliendo: «Las cosas de la política nacional son importantes pero yo de lo que hablo es de La Rioja y de los riojanos. Incluso cuando voy a Madrid solo me interesa hablar de La Rioja. El resto de cosas las veo pasar e intento no pronunciarme». La misma frase, con ligeras variantes, contestó hace escasas semanas cuando se le preguntó por los cinco días de reflexión del presidente Sánchez: «Nunca hago comentarios a las decisiones personales. La respeto y no digo nada más».
Lo que no sabemos es hasta qué punto a Feijóo este voto de silencio le parece bien.
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