Cuando Alberto Bretón presentó Por La Rioja, se montó un gran espectáculo en el restaurante Delicatto, con encendidos discursos, vibrantes juegos de luces y un alegre punto discotequero. Hubo entrevistas, páginas de periódico, minutos de radio. Era aquel –decían sus promotores– un proyecto necesario, imprescindible, ... sólido. Bretón asumió la secretaría general del partido y decidió presentarse a la Alcaldía de Logroño.

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Cuando Raúl Pérez fue elegido candidato número dos de la coalición Podemos-IU al Parlamento de La Rioja, hubo entrevistas, páginas de periódico, minutos de radio. El pacto, alumbrado con fórceps tras unas negociaciones de tratado de paz internacional, se verificó el 14 de abril y adquirió festiva solemnidad durante la Comida Republicana que se organiza todos los años en Fuenmayor. Era –esta vez sí– un proyecto sólido, necesario, imprescindible.

Seis meses después de aquellos bonitos festivales llenos de luz, música y color, Alberto y Raúl se han esfumado. Podríamos parafrasear a Antonio Machado: «Bretón y Pérez se han ido/ nadie sabe cómo ha sido». No hubo notas de prensa ni entrevistas ni explicaciones públicas a sus electores. Apenas un mensaje en las redes sociales. «En el canal se escuchaba/ el gri gri del grillo», finaliza el poemita machadiano.

Inesperadamente unidos en una coreografía del silencio, ambos han esgrimido «problemas personales» para justificar sus renuncias. Cuando este periodista les llamó para pedirles una entrevista, Bretón se excusó amablemente y Pérez ni siquiera descolgó el teléfono. No podemos criticar, al menos a priori, esas circunstancias íntimas e inapelables, aunque esa coletilla («motivos personales») haya sido con frecuencia objeto de malversación. Sin embargo, despedirse a la francesa nunca es elegante, y menos aún cuando hace apenas unos meses nuestros dos protagonistas reclamaban con grandes aspavientos el apoyo de sus conciudadanos. A Alberto Bretón lo votaron 2.399 logroñeses y a Raúl Pérez, 8.457 riojanos. Todos ellos hubieran merecido algo más que un mensajito en Facebook. En ambos casos, pero sobre todo en el de Pérez, que ostentaba un cargo público, hubiera sido conveniente una comparecencia urbi et orbi, con sus preguntas incisivas y sus respuestas sinceras.

Aunque no podamos reprocharles esos «motivos personales», que seguramente existan y tal vez sean dolorosos y comprensibles, sí debemos señalar la herida sangrante que ambas renuncias causan a sus respectivos partidos. Con la marcha de Bretón, Por La Rioja se queda sin su mayor referente, suspendido en la indefinición, luchando por ser algo más que la 'joint venture' de unos cuantos despechados que huyeron despavoridos del PP y del PR.

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En el caso de Raúl Pérez, su dimisión deja a Podemos sin diputados. Como en el pacto que firmaron no había previsión alguna al respecto, su puesto lo ocupará otro miembro de Izquierda Unida y eso puede acarrear cambios en las asignaciones de asesores parlamentarios. Al menos en La Rioja, podría escribirse un libro, más humorístico que trágico, con los sucesivos errores de casting de Podemos.

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