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Fitur es un territorio proclive al ditirambo. Durante cinco días, países y regiones lucen en Ifema sus plumas, hinchándose como pavos reales en una colosal ceremonia de apareamiento. El turista es un ser humano controvertido pero deseable, sobre todo si tiene dinero, y las administraciones ... compiten como odaliscas por obtener sus favores. A Fitur se va a hacer negocios y a lucir palmito, y los gobiernos –de todo signo, en todo lugar– aprovechan luego para echar números gordos y declarar a sus electores que su comunidad autónoma, La Rioja en nuestro caso, ha sido la estrella absoluta de la función. ¡Ya quisieran las Maldivas, esas islitas miserables muertas de asco en el océano Índico!
El pabellón riojano decidió prescindir de pantallas y apostar, como diría Graham Greene, por «el factor humano». Una buena idea, con algunas iniciativas chispeantes: para los visitantes era casi hipnótico ver a dos artistas, Carlos López Carrido y Larry Karlin, pintando lienzos con vino tinto. Por allí pasaron el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán, el consejero de Cultura, José Luis Pérez Pastor, la directora general de Turismo, Virginia Borges, la presidenta del Parlamento, Marta Fernández, el alcalde de Logroño, Conrado Escobar, además de otras autoridades, técnicos y demás familia. Una muchedumbre.
Sin embargo, nadie pudo ir a recoger un premio. Ni siquiera el chaval que entregaba los folletos. Hubo, según explicó el consejero, «imponderables».
El viernes, la compañía de seguros IATI celebraba su anual entrega de galardones, pomposamente apodados 'los Goya de los viajes'. La gala tuvo lugar en el Palacio Neptuno, en el centro de Madrid, con presentadores famosos (Roberto Leal, Carolina Iglesias). La Rioja Turismo estaba nominada al premio a la mejor creación de contenidos por empresas e instituciones. Competía contra Andalucía, Islas Canarias, Paradores y Tropicfeel. Lo que sucedió se puede ver en Youtube: ganó La Rioja, no había nadie, hubo cachondeíto y acabó recogiéndolo Carlota, una joven logroñesa, afincada en Valencia, que andaba por ahí.
José Pablo García, periodista de viajes, secretario del jurado y presentador de la gala, apuntó con retintín enojado que les habían avisado una hora antes de que «por imprevistos» no iba a acudir nadie. Por lo que se vio, tampoco tuvieron la cortesía de dejar a alguien encargado de recoger el premio o de grabar un mensaje de agradecimiento.
Los historiadores del futuro, cuando accedan a los archivos secretos del Gobierno, tal vez nos puedan aclarar si este extraño y mal explicado desaire se debió realmente a ese etéreo pero inapelable «imprevisto» jamás desvelado o al impulso atávico de no reconocer bajo ningún concepto que los que mandaban antes, esos socialistas del demonio, alguna cosa hicieron bien. Hay que recordar que aquella campaña la planificó (oh, cielos) el Gobierno de Andreu, aunque se desarrolló durante todo el año 2023. No se premiaba el vídeo en sí, original y muy controvertido en su momento, sino la acción propagandística en toda su dimensión digital: redes sociales, 'influencers', posicionamiento...
Si esta fue su intención, en el pecado han llevado la penitencia. Se acabó Fitur y solo se habló del premio.
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