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A los diputados de Vox les ponen nerviosos las madres solteras. A Héctor Alacid, en la tribuna del Parlamento, solo le faltó besar un escapulario, ... ajustarse la mantilla y murmurar: ¡Jesús, Jesús, dónde vamos a llegar! A mí me dan la vida estas intervenciones porque los plenos del Parlamento se hacen interminables y uno agradece que interrumpan la sesión para echar Cine de Barrio. El jueves tocaba 'La familia y uno más' (1965), con un Alacid muy aseado en su papel de Pepe Isbert.
Este emocionante regreso a los años sesenta se vivió durante la discusión de una proposición presentada por IU en la que se solicitaba prácticamente la disolución de la civilización occidental: se exigía nada menos que impulsar el desarrollo reglamentario de la Ley de Familias Monoparentales de La Rioja. Entre otras cosas, se reclamaba su equiparación con las familias numerosas a efectos de ayudas y bonificaciones y se pedían medidas para facilitarles la conciliación. Cosas terribles e inauditas, como ven. Por menos de eso cayó el imperio romano.
Bajan ahora las aguas en Vox muy revueltas con sus asuntillos de dinero, expulsiones y dimisiones, pero a la familia ni tocarla. En su vibrante alocución, emitida en blanco y negro, Alacid cargó contra una ley «ideológica» que al parecer lo ponía todo pringado de wokismo. Menos mal que el tío Donald ha llegado para poner las cosas en su sitio, ahora que el perroflauta de Francisco está en las últimas.
A mí, no obstante, lo que más inquietud me produjo fue su insinuación de que esta gente lo que en realidad quería es acabar con la familia tradicional. ¡Dios mío! Teniendo en cuenta que yo tengo mujer e hijo y hasta perrito, supongo que soy un objetivo claro del comando de madres solteras. El asunto me ha llenado de angustia porque conozco a varias y con alguna incluso voy a tomar café de vez en cuando. ¿Y si están tratando de envenenarme? A partir de ahora no le quitaré el ojo a mi tacita. El problema es que no son identificables a simple vista. Tal vez en una próxima proposición no de ley, Vox solicite colgarles algún distintivo para que las familias tradicionales podamos ir más tranquilas por la calle.
La iniciativa de IU no salió adelante. Por alguna razón que solo puede estar relacionada con el esoterismo o con la picadura del mosquito tigre, el Partido Popular, después de acometer en la tribuna una encendida defensa de las familias monoparentales y de hacerse sentidamente cargo de sus problemas, decidió votar en contra. Estos sirocos, como comprenderán, dificultan mucho la labor de cronista parlamentario.
P.D. Esto ya lo he escrito varias veces, pero como no tengo ningún éxito en esta cruzada me veo obligado a blandir otra vez la espada flamígera de la etimología. Monoparental no viene de padre, como malévolamente siguen sospechando los diputados de Izquierda Unida, sino del verbo latino 'parere', que significa «parir, dar a luz»; o sea, que hace referencia en primer lugar a la madre. Tiene el mismo origen que «parto» o «pariente». Monomarental, en cambio, es una curiosa y simpática invención que suena a maremoto o, aún peor, al vocablo latino 'maritalis' («perteneciente o relativo al marido»). ¡Cuidadín! ¡A ver si vamos a incurrir en un neomachismo solo por evitar la letra p!
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