San Lucas Evangelista con cabeza de toro en el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León L.R.
Crónicas venenosas

Estampitas y vaquillas

«Es más conveniente que la Sagrada Escritura proponga lo divino bajo la figura de cuerpos viles que de cuerpos nobles» (Santo Tomás de Aquino, 'Summa Teologica')

Pío García

Logroño

Domingo, 5 de enero 2025, 08:58

A los Abogados Cristianos les dará un soponcio el día en que descubran el arte románico. Hasta entonces, según hemos comprobado recientemente, practican estos letrados un catolicismo de estampita, piononesco, de mucho flagelo y poca caridad. Tal vez en un futuro se animen a leer ... el Evangelio y sufran una crisis de mala fe, pero de momento hay que admirar el entusiasmo con el que se dedican a inspeccionar pajitas en ojos ajenos.

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Cuando, poco antes de las campanadas, Lalachus sacó durante un segundo una estampita con la vaca del Gran Prix aureolada, a imitación de un sagrado corazón, me pareció una tontería sin más, no demasiado original. He visto mil veces composiciones semejantes: con futbolistas, con políticos, con cantantes, incluso con Belén Esteban. Nadie puso entonces el grito en el cielo; ni siquiera los obispos. Eran –y así se entendía– bromas.

Al catolicismo hay que agradecerle una manga ancha con las imágenes que no tiene casi ninguna otra religión. Mientras que los barbudos islamistas, envasados al vacío, ni siquiera permiten dibujar a Mahoma, un ser humano sin atributos divinos, Caravaggio cogía a las putas de su calle, las pintaba como vírgenes y luego vendía los cuadros a obispos y cardenales. Si los Abogados Cristianos visitan mañana el Panteón de los Reyes en San Isidoro de León, podrán contemplar estupefactos a un hombre con alas, cuernos y cabeza de toro (¡la vaquilla!) que sostiene un libro: se trata de San Lucas Evangelista. ¿Reclamarán su cierre y posterior borrado? ¿Caminarán de rodillas hasta Patmos para suplicarle perdón al santo? ¿Se pedirán unos orujos hasta que se les pase el susto y a seguir con la inquisición?

Algunos objetarán que esas bellísimas imágenes –como la del cordero del Beato Emiliansense– nacieron de la devoción y no de la sátira, pero ahí están y casi nadie sabe ya interpretarlas. Si yo fuera Lalachus las exhibiría como prueba de descargo ante cualquier tribunal. Me alegraría que estas cosillas sirvieran para eliminar del Código Penal el delito de ofensa a los sentimientos religiosos. No sé por qué este gobierno, que va por la vida de progresista, no lo ha hecho todavía. Se conoce que era más urgente aliviarles la pena a los malversadores. Puede parecernos de mejor o peor gusto que alguien bromee con Mahoma, Jesús o Buda, pero «las ofensas a los sentimientos», puramente subjetivas e interpretables, no deberían ser delito.

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Como pedir la paz en el mundo ya lo hacen las misses y solo conduce a la melancolía, este año me conformo con un regalo menor: un poquito más de sentido del humor.

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