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Estamos en ese momento gramsciano en que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir. Son horas extrañas. El Gobierno sigue funcionando, pero lo hace como un autómata que obedece a impulsos mecánicos. Dan ganas de ir a las plantas ... nobles de las consejerías y abrirse paso a voces: ¿Eo? ¿Quién vive? ¿Hay alguien ahí? Podría escribirse una tesis doctoral sobre estos instantes movedizos, en los que la política corre más que el Derecho Administrativo y nadie está muy seguro de quién manda en realidad. Las elecciones del 28 de mayo dejaron claro que Gonzalo Capellán iba a ser el noveno presidente de La Rioja. La mayoría absoluta del Partido Popular impedía cualquier cábala pactista y allanaba el camino al candidato, que se encontraba con una autopista hacia el Palacete.
Esa autopista, no obstante, tenía algún peaje burocrático. El principal se abonó el pasado miércoles, cuando fue formalmente investido en el Parlamento. El Boletín Oficial del Estado recogía ayer dos decretos consecutivos firmados por el Rey: el cese de Concha Andreu y el nombramiento de Gonzalo Capellán.
Sin embargo, el Estatuto de Autonomía puntualiza que aquí todavía sigue mandando Andreu. En su artículo octavo, indica textualmente: «El presidente cesante continuará en el ejercicio de sus funciones hasta la toma de posesión del nuevo presidente». Ese acto (mitad institucional mitad folclórico) se celebrará hoy a las 20 horas en San Millán de la Cogolla. El patio exterior de Yuso se convertirá, a todos los efectos, en la sede del Parlamento de La Rioja. Hasta que el nuevo presidente no designe a sus propios consejeros, Capellán dirigirá un organigrama fósil, con los altos cargos designados por Andreu todavía en funciones. Tal vez este sábado conozcamos ya los primeros nombres que acompañan a Capellán en su aventura. De momento, Alfonso Domínguez y Alberto Galiana figuran en todas las quinielas, aunque el presidente -que asegura tener cerrado el Gobierno hace días- ha demostrado tener cierta inclinación por las sorpresas.
En el anterior traspaso de poderes, el vodevil de las negociaciones con Podemos retrasó casi dos meses el advenimiento del nuevo Gobierno. Sin embargo, una vez cerrado el pacto, la secuencia de los acontecimientos fue veloz: el lunes se celebró la primera jornada del debate de investidura y el jueves Concha Andreu tomaba solemne posesión de su cargo y anunciaba en rueda de prensa quiénes iban a ser sus consejeros. La renovación de los segundos niveles de la administración llevó, en cambio, mucho más tiempo y no se completó hasta semanas después.
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