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El agua embalsada es dulce pero la sequía es amarga... como la historia que les voy a contar. Corría el año 1960 cuando el agua anegó el antiguo pueblo de Mansilla y las esperanzas de muchos de sus vecinos. Desde entonces, el descenso del ... embalse ha dejado al descubierto el viejo pueblo en varias ocasiones, pero nunca con tanto coraje. Tanto que no sólo han aparecido las viejas viviendas, sino también las antiguas construcciones edificadas para levantar la presa e incluso, como este año, la conocida como antigua Casa de Islas. Y esta podría ser una historia cualquiera, pero para los habitantes de las Siete Villas no lo es... porque es su historia, parte de su historia.
La Casa de Islas o de la ‘Media Legua’ era donde las Siete Villas –en su origen eran ocho las formadas por la Mancomunidad de las Cinco Villas (Brieva, Viniegra de Abajo, Ventrosa, Montenegro de Cameros y Monterrubio de la Demanda) y el Valle de Canales (Mansilla, Villavelayo y Canales de la Sierra)– celebraban sus reuniones generales desde su constitución en 1584 y estaba situada en un paraje agreste en el camino que unía Mansilla con Viniegra de Abajo. Aparentemente podría parecer una mancomunidad histórica más de las que se conocen constituidas para explotar un terreno común pero curiosamente el reglamento que da fe de su constitución no tiene apenas contenido económico sino político, como bien se ha encargado de estudiar Manuel Sainz Ochoa, quien fuera alcalde Logroño y que ha escrito ‘La mancomunidad hace la fuerza: la lucha señorial de las Siete Villas del Alto Najerilla en el siglo XV y su institución de autogobierno’ .
Sainz Ochoa ha profundizado en la historia medieval de esta comarca situada entre la Demanda y el Urbión y ha investigado en las causas de esta sorprendente naturaleza política que lleva a estas villas a organizarse en una mancomunidad que es en realidad una pequeña liga contra el señor de Cameros. El historiador Manuel Sainz Ochoa ha estado varios años investigando las peculiaridades políticas y administrativas de un territorio que durante el siglo XVI llegó a funcionar prácticamente como un Estado.
En su investigación, Sainz Ochoa destaca las singularidades de una mancomunidad dotada de gran autonomía, organización interna, reglamentos e, incluso, funcionarios y que tuvo su sede en la denominada como ‘Casa de Islas’.
Esta lucha entre las villas del Alto Najerilla y el señor de Cameros y conde de Aguilar escondía en el fondo un preciado tesoro: el control del boyante negocio de la producción de lana en tiempos de La Mesta. Las peculiaridades de esta institución, que con sus facultades disminuidas perduró hasta principios del siglo XX, la convirtieron en una institución sin parangón en la historia política e institucional de La Rioja. Si las piedras hablaran...
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