Una piedra en el camino
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Una vez desbloqueada la situación en Cantabria, cuyo congreso se celebrará el 7 de octubre, Asturias y La Rioja se convierten en los quebraderos de cabeza del PPSecciones
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Una vez desbloqueada la situación en Cantabria, cuyo congreso se celebrará el 7 de octubre, Asturias y La Rioja se convierten en los quebraderos de cabeza del PPA Pablo Casado lo tumbó la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que quería mandar también en su territorio. El dirigente palentino ... tuvo que abandonar la política por la gatera, rezumando sangre por los agujeritos de las puñaladas traperas, cantando amargamente por las esquinas la 'despechá' de Rosalía pero solo, muy solo, sin más motomamis que la navarra Ana Beltrán o ese Pablo Montesinos que dio una insólita lección de lealtad. Fue aquel un fin de semana muy gore, muy Holocausto Caníbal, un desenfreno de sangre e higadillos que dejó al Partido Popular exhausto y con ganas de irse a pasar una buena temporada a un balneario o a un hospital de grandes quemados.
Llegó entonces a Génova Alberto Núñez Feijóo.
Vino desde Compostela con su armadura blanca y su corcel alado, dispuesto a desfacer entuertos sin ensuciarse las manos ni alzar la voz. De Feijóo decían las meigas que coleccionaba mayorías absolutas, una especie rarísima de mariposas que ya solo se daban en Galicia, y que era un tipo serio y adulto, un Rajoy con loción after-shave que se disponía a llegar a La Moncloa poniendo cara de contable aburrido y anestesiando al personal con un tono profesoral y monocorde. Sus fieles lo jaleaban y le colmaban de elogios. Eran, eso sí, los mismos fieles que antes habían jaleado y colmado de elogios a Pablo Casado.
Cuando llegó Feijóo a la sede de Génova tenía el partido incendiado por los cuatro costados. Cuca Gamarra subió un peldaño más, hasta la secretaría general, y le encargó que siguiera bregándose en el Congreso de los Diputados. Para ocuparse de la intendencia del partido le puso inmediatamente por abajo a Elías Bendodo, un andaluz con mucho mando en plaza, y encargó a Miguel Tellado, vicesecretario de Organización, la ingrata labor de ir por los pueblos de España apagando fuegos. Lo primero que hizo fue convocar el congreso regional de Madrid ad maiorem gloriam Ayuso y disponerse a aguantar con flema gallega los frecuentes derrapes de la presidentísima, que no pierde ocasión de exhibir con alegría su condición de verso suelto, lo mismo da que hable de los escaparates iluminados a medianoche que del aborto adolescente.
Como pronto pudo comprobar Miguel Tellado, los problemas no se acababan en Madrid. Ya en abril, las crónicas recogían los deseos de Feijóo de celebrar de manera «muy rápida» los congresos regionales pendientes. Después de los tormentosos días de Casado, el objetivo de la nueva dirección nacional era dar una imagen monolítica, de partido unido en pos de una ilusión, con las grietas tapadas aunque fuera con pegamento Imedio. Convertido en artificiero, Tellado fue cortando los cables rojos y azules. En Extremadura decidió apostar por la candidata de Casado, María Guardiola, y ahogó las pretensiones de Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia, que había anunciado su intención de presentarse. En julio, López-Miras revalidó su puesto al frente del PP murciano. En Cantabria, Cuca Gamarra anunció este martes por la noche que el congreso se celebrará el 7 de octubre. «Os pido que estemos más unidos que nunca», les dijo. En realidad, todavía no se sabe oficialmente si habrá uno o varios candidatos, aunque parece que la actual presidenta, María José Sáenz de Buruaga, será la principal aspirante. Casado prefería en su lugar a la alcaldesa de Santander, Gema Igual, pero sus opciones han quedado ahora muy debilitadas. No habrá mucho tiempo para cábalas. Génova ha diseñado un proceso exprés, con una sola semana –hasta el 13 de septiembre– para la presentación de candidaturas.
La situación en Cantabria tiene muchos paralelos con la que se vive en La Rioja. También allí hubo congreso feroz en 2017, que dejó huellas aun sangrantes en el PP, y reina un pánico cerval a volver a las andadas. Por eso Gamarra les pidió este martes expresamente «hacer las cosas bien».
En Navarra no hay fecha fijada aún, pero la retirada de Ana Beltrán, fiel casadista, pone más fáciles las cosas para Feijóo. La dirección, no obstante, tiene todavía que encontrar un relevo, organizar el congreso y más tarde buscar un posible compromiso electoral con UPN.
Quedan, por lo tanto, Asturias y La Rioja. El tiempo apremia, el movimiento de los alcaldes bretonistas sentó mal en Génova, Tellado llamó al orden a los afiliados/aspirantes y la situación parece enquistada. Sería curioso –y también un cierto baldón– que el territorio de la secretaria general acabase siendo el único rebelde.
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