A finales del pasado mes de septiembre, el Tribunal Supremo rebajó de 11 años a 2 la condena que la Audiencia Provincial de Vizcaya había impuesto a José María Martínez Sanz, el profesor riojano del colegio vizcaíno de Gaztelueta, del Opus Dei, por abusar sexualmente ... de un alumno menor de edad, el hijo del diputado riojano del PSOE Juan Cuatrecasas, ahora ya mayor de edad. En la mañana de este lunes, el último día del plazo legal establecido, la letrada de la familia ha solicitado formalmente el ingreso en prisión del pederasta. La Audiencia Vizcaya le condenó a once años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales por cinco episodios fácticos de abusos sexuales cometidos por el riojano en su despacho.
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En el escrito presentado esta mañana ante la Audiencia Provincial de Vizcaya, la letrada de la víctima se apoya en la «gravedad de la conducta por la que ha sido condenado» el profesor riojano para solicitar su ingreso en prisión.
«La gravedad de los hechos expuestos, no queda atenuada por la pena impuesta de dos años, ya que constituyen una grave violación de los derechos del niño a la protección y a los cuidados necesarios para su bienestar», dice el escrito que insiste en que los «abusos sexuales cometidos aprovechados de la condición de profesor, que supone un además un atentado a uno de los pilares básicos de nuestra sociedad como es el derecho a la educación. Pues a ataca directamente a uno los cimientos del contrato social por la cual los padres delegan la formación de sus hijos a las instituciones que el estado designa como son los centros escolares, minando la confianza depositada por la sociedad en los docentes».
De igual manera, la defensa de la víctima considera que «dada la naturaleza de los actos por los que ha sido condenado, la punición de las penas que se imponen a tal actuación delictiva, perdería su sentido si se accediese a la suspensión de la ejecución de la misma. Dejando vacía de contenido la finalidad de prevención general del derecho penal y las penas en particular, trasladando un mensaje de impunidad material al condenado y a la propia sociedad en el sentido que el incumplimiento de las más elementales normas de convivencia como es la protección y el derecho a la educación no tendrían una respuesta punitiva práctica y real».
Ese es el primero de los frentes judiciales de la familia Cuatrecasas, que tuvo que trasladar su residencia de Bilbao a La Rioja por las amenazas y presiones que recibieron del entorno del colegio tras denunciar los hechos, toda vez que su representante legal estudia por un lado recurrir ante el Tribunal Constitucional del fallo del Supremo y acudir a la jurisdicción civil para buscar una condena del colegio del Opus Dei por la conducta negligente que tuvo en la salvaguarda de la integridad de la víctima. «El abuso continuado se dio en el centro, en las instalaciones de Gaztelueta y tienen una responsabilidad. El centro cometió graves negligencias y tendrá que asumir su responsabilidad ya que su rigor a la hora de proteger a mi hijo fue negligente y está demostrado que no tenía ninguna vigilancia». Cuatrecasas, portavoz adjunto de la Comisión de Derechos de la Infancia y Adolescencia en el Congreso de los Diputados por el PSOE, recuerda también que nunca ha formado parte del Opus Dei y que la elección del centro fue una decisión familiar pensando en el bienestar de sus hijos. «En el PSOE hay una red cristiana y no es algo incompatible. Ser cristiano y ser socialista es una actitud. En la mía está la justicia social, el reconocimiento de los Derechos Humanos, la igualdad de hombres y mujeres».
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Juan Cuatrecasas reconoce que la familia encajó aquel fallo del Supremo (que consideró que los hechos más graves descritos por la víctima no estaban probadas) con una mezcla de frustración e incredulidad, pero recuerda que, pese a la rebaja sustancial de la condena, «sigue siendo un pederasta condenado por abusos sexuales. Es un palo que pueda no entrar en prisión, pero sigue habiendo una condena», señala el también presidente de la asociación Infancia Robada, la primera asociación de víctimas de la pederastia en España. «Tenemos ganas de que la verdad aflore. Las víctimas solo piden una cosa, verdad. No justicia, solo piden verdad, que se les reconozca y se les repare», insiste Cuatrecasas después de explicar que el camino ha sido largo y duro y en muchos momentos se han encontrado solos, motivos por los que creó la asociación Infancia Robada, «un faro al que puedan recurrir».
Sobre la sentencia del Supremo, Cuatrecasas incide en que «el fallo pone en cuestión son matices jurídicos ya que considera que los hechos que están probados ocurrieron», si bien se muestra extrañado por que «el Supremo desestime la argumentación que hace la Audiencia de Vizcaya que se basa en sus propios criterios». «Hay muchas cosas que no entendemos y me encuentro en la tesitura de no entenderlo y de no poder explicárselo a mi hijo, que no lo entiende. Esto le provoca un doble trastorno ya que no comprenden que le crean, pero no del todo. En este caso hay prueba suficiente, la del testimonio acreditado por el equipo forense de un juzgado que le dio plena credibilidad», recuerda.
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Pese al revés que implica el fallo, Cuatrecasas ratifica su fe en una Justicia que «tiene lagunas, que necesita más formación en estos delitos igual que en los de violencia de género», señala recordando ciertas preguntas de la Fiscalía durante las sesiones del proceso en las que decía que su hijo había engordado el relato de hechos. «Ninguna víctima de abusos sexuales menor de edad da su testimonio cuando quiere un juez o un fiscal, sino cuando puede. Alguna no puede contarlo nunca. Mi hijo lleva desde el 2011 hablando de abusos sexuales y del acoso escolar de sus compañeros», alega.
Duro ha sido el camino, duro el proceso y duro el fallo del Supremo, como también lo ha sido la carta publicada por el pederasta condenado en la que ofrecía su perdón al hijo de Cuatrecasas por denunciarle. «Hay quien peca de orgullo siendo un pederasta. Las víctimas merecen un respeto y si no es capaz de respetar, queda retratado. A mi hijo le han robado su infancia y su adolescencia, pero es una persona con valores. Nadie nos ha perdido perdón».
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El hijo de Cuatrecasas, en una entrevista publicada este domingo por eldiario.es, reconocía que sería «injusto que no entrase» en prisión el pederasta riojano al tiempo que considera que el Supremo no le ha creído o lo ha hecho con matices: «Lo considero como algo humillante, como que me han ninguneado», decía en una entrevista en la que reconocía que no descarta que hubiera habido más casos de abusos en Gaztelueta «En Primaria, en mi clase hubo un caso con otro profesor que no sé si se denunció o qué pasó. He sido testigo de que ese profesor, por ejemplo, les metía mano a los alumnos en clase. Y sé también que hay gente que no ha querido seguir con el mismo profesor al que yo he denunciado y me hizo esto. No me sorprendería que hubiese más casos», explicaba en eldiario.es.
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