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Retroceder 40 años en el tiempo para desbrozar la realidad de la industria riojana en el momento en el que se aprobó el Estatuto de Autonomía exige prolongar un poco más ese viaje para recorrer fugazmente los primeros años de la década de los años 70 del siglo pasado. Ahí, sostiene el análisis del geógrafo Tomás Franco Aliaga en su obra Cuadernos de Investigación Geográfica, fue cuando se consolidó un fuerte crecimiento industrial en el que jugaron un papel importante la existencia de «abundantes capitales generados desde una agricultura selecta y de elevada cotización»; el fuerte arraigo de las industrias conserveras, del calzado y de la madera; y la experiencia «adquirida por numerosos riojanos en las industrias metálicas del País Vasco», entre otros factores. Eso hizo que La Rioja desarrollara su industria «por encima de la media nacional». Tras apuestas –en pesetas– milmillonarias (en 1976 la industria química invirtió 113 millones, la de transformados metálicos 218, la del cuero y calzado, 240, y la de papel y artes gráficas, 157), ese furor inversor comenzó a declinar a partir de 1980 para terminar de configurar el sector industrial con que La Rioja alcanzó su autonomía.
El propio Aliaga traza el perfil concluyendo que se trata de una industria marcada por una agricultura rica y variada que entonces alimentaba las industrias con más futuro de La Rioja, la vinícola y la conservera; destacando que no existían grandes industrias (ninguna alcanzaba los 1.000 empleados) frente a la superpoblación de «pequeños talleres con carácter más artesano que industrial». Además, apuntaba que La Rioja se benefició «del efecto de rebose de la industria vasca» y que existía una alta especialización comarcal: «Alfaro-Calahorra (conservas), Arnedo (calzado y conservas), Haro (industrias vinícolas), Nájera (muebles de madera)» además de Logroño, que concentraba «más del 50% de la actividad industrial, ejerciendo un efecto negativo en el resto de la provincia», interpretaba.
En aquellos años en los que La Rioja alcanzó la autonomía, la industria representaba un tercio (33,12%) de la economía regional y generaba el 32,97% del empleo después de capear la crisis industrial que afectó a todos los países industrializados de manera más o menos solvente: entre 1975 y 1985 su valor agregado bruto (VAB) a la economía riojana creció el 48,1% (el 13,48% en España) y el empleo aumentó el 5,64% (en el agregado nacional cayó el 9,32%). El 'mejor que la media' de aquellos años... «La especialización industrial en La Rioja contribuyó a atenuar el impacto de la crisis, y mejora la posición relativa de La Rioja en España, cuando se miden los indicadores de renta o bienestar más habituales», sostienen Mari Cruz Navarro y Alberto Sainz, de la Universidad de La Rioja, en su análisis 'La economía de La Rioja durante las dos últimas décadas'.
En todo caso, en La Rioja el desempleo y la crisis también se sufrían con cierres de empresas como 'Fernández Hermanos', que suspendió pagos en 1981 y dejó en la calle a 446 trabajadores, o los incendios de 'Demetrio Garrido' y 'Sayfer', en Arnedo, o 'La Gaviota', en Haro. 'Envases Carnaud' también suspendió pagos en aquel momento. La esperanza laboral vino desde el otro lado del charco con el aterrizaje de la planta 'General Motors-Fisher & Body', que abrió una factoría en el polígono industrial El Sequero el 6 de noviembre (en 1999 pasó a formar parte de Delphi, en 2003 fue adquirida por Collins & Aikman y desde 2006 pertenece a la multinacional estadounidense International Automotive Components –IAC– Group).
Entre aquellos tiempos de incertidumbre, crisis, cambios de gobierno y sueños europeístas y los actuales, el escenario ha cambiado. Por el camino han llegado y han desaparecido empresas para reconfigurar un sector que, en cuestiones de tamaño, es ahora ligeramente superior y está formado por 2.286 empresas (en 1980 eran 2.108) siendo, como entonces, el grueso de ellas (el 99,4%) manufactureras. El INE (con datos del 2019, previos a la crisis sanitaria del COVID-19) atribuía al sector una cifra de negocio superior a los 6.000 millones de euros y un total de 26.050 trabajadores. Así, la industria es el segundo sector económico en importancia en La Rioja con una participación en el VAB del 25,8% (2.056 millones de euros).
33% era la aportación de la industria a la economía regional.
2.108 industrias.
32,9% del empleo era en el sector industrial.
25% era la aportación de la industria a la economía regional.
2.286 industrias.
28,4% del empleo era en el sector industrial.
La radiografía del sector tampoco presenta grandes cambios en relación a 1982: fabricación de bebidas representa el 16,1%, elaboración de productos metálicos, el 14%, y la industria de la alimentación, el 13,6%. Además, con una media de 11 empleados por empresa, sigue presente el 'minifundismo industrial' que ya existía en 1982, cuando nueve de cada diez plantas tenían menos de 25 empleados).
El trayecto, en todo caso, no ha sido sencillo y por el camino se han perdido algunas de las 'joyas empresariales' con que contaba la región. Más allá de la reconversión de General Motors a la actual IAC ya apuntada, la sangría de grandes firmas (muchas de ellas presumían de condiciones laborales en un escenario de progresiva precarización laboral) incluye el adiós de Electrolux (454 empleados fijos y 88 eventuales en el momento del cierre del 2006) que alumbró el culebrón de la energía solar (por aquí desfilaron en vano Jason Ramsey y su empresa Rioja Energías Alternativa prometiendo 1.100 puestos de empleo;Fernando Ortega y su Rioja Sun Valley Energy o Henry Forero, propietario de Rioja Sun Energy) en la planta que ahora es el centro logístico de Perica; LEAR (multinacional de componentes de automoción) que se fue de la región en el 2011 cuando tenía más de 300 trabajadores; Unipapel (316 empleados) en el 2016; y, sobre todo y la que mayor impacto social (y sentimental) tuvo, la de Tabacalera en el 2017, cuando daba trabajo directo a 466 personas.
Cuarenta años después, la clasificación empresarial de La Rioja continúa encabezada por las grandes firmas agroalimentarias con Conservas El Cidacos al frente por volumen de facturación en el 2020: 270,48 millones de euros. Tras ella, y también superando los 200 millones de euros de facturación, se sitúa el Grupo Palacios (212,61 millones de euros). En ese 'top ten' empresarial también aparecen otras tres empresas del sector agroalimentario, Alejandro Miguel (quinta, con una facturación de 135'41 millones) y Heinz Foods Spain (novena, 99,21 millones) y una distribuidora alimentaria, Compre y Compare, (octava, 103,95).
La UNIR (tercera, 151,44 millones); Domiberia (cuarta, 144,68 millones), Constantia Tobepal (sexta, 125,84 millones); CMP Automotive Assembly Abrera (séptima, 123,55 millones) e Iniciativas Bioenergéticas, la planta que registró la trágica explosión hace unos días en Calahorra, (décima, 93,60 millones) completan el podio empresarial de La Rioja.
Bodegas Ontañón, en el puesto 20 (52,18 millones) es la primera bodega que aparece en la clasificación por volumen de facturación.
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