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Da igual que sean colombianos, venezolanos, marroquíes, cubanos o ucranianos. «La asociación Color es una organización social que ayuda a personas vulnerables. Aunque somos una ... asociación de colombianos, con el transcurso del tiempo nos dimos cuenta de que era preferible ser diversos, así que ahora contamos con unas 40 nacionalidades distintas y trabajamos la diversidad y la integración social», explica la presidenta, Dominga Vega. La entidad, por ejemplo, recibe donaciones del Banco de Alimentos de La Rioja y distribuye la comida entre los necesitados, da igual su país de procedencia. También cuenta con una trabajadora social, una psicóloga y una abogada que presta asesoría jurídica y ayuda en trámites burocráticos.
«Estamos en un país diverso y nos parece importante la integración de las personas con otras culturas, lo que creo que nos hace mejores personas», expone Vega. La Asociación de Colombianos en La Rioja surgió en 2008 con el objetivo de facilitar la integración de sus compatriotas en La Rioja. Solo el pasado 2024 atendió a 2.211 personas de 1.078 familias. La necesidad se ha ampliado con servicios como el psicológico. «Muchos colombianos vienen a España con unas expectativas que no se cumplen, tienen muchas preguntas sin respuesta, problemas de trabajo y vivienda porque muchos están indocumentados. Incluso los nacionalizados sufren estos problemas», afirma la presidenta de Color. Pakistán, Georgia, El Salvador, Honduras, Perú y Nicaragua son otras nacionalidades a las que Color atiende con normalidad. Incluso hay españoles.
Luisa Elena Pinto es venezolana y asegura que desde que llegó a Color le han dado una gran ayuda. «He recibido mucho cariño y familiaridad. Nos prestan asesoría y se imparten talleres. Es muy placentero estar aquí. Hay una asociación de venezolanos y me sentí mejor acogida aquí. Somos países hermanos», confiesa Luisa Elena. Laura Tapia es ecuatoriana, y aunque también hay una asociación de Ecuador, se encuentra mejor en Color. «Somos todos iguales. Aquí nos ayudan emocional y psicológicamente. Yo vine aquí cuando me quedé en la calle al perder mi trabajo y mi casa y me recibieron con los brazos abiertos», declara Laura.
Keyza Fuste Ceballos y Alina Reyes son cubanas. La madre de la primera acudió a Color al entrar en depresión tras su divorcio y la hija comenzó a ser voluntaria. «Yo me siento aquí como si estuviera en Cuba», afirma Keyza. «En la crisis de 2008 lo perdí todo, estuve deprimida, me hundí y fue crucial conocer a Color. Vine con miedo pensando que por ser cubana me atenderían peor y fue al contrario. Domi nos atiende con respeto e igualdad, te escucha con tremenda paciencia», asegura Alina.
La marroquí Bouchra Lamjabar recuerda: «Yo estuve recibiendo ayuda hasta hace dos años, cuando empecé a trabajar. Hay una asociación marroquí pero no he ido nunca». Por supuesto, también hay colombianos, como Shirley Moreno, quien destaca que «la primera ayuda para todos los que llegamos es emocional y psicológica, más que material».
Y la asociación no solo cuenta con usuarios de diferentes nacionalidades, también con variopintos voluntarios, como el argelino Hamid Benmoussa Benhadja. «Como tengo carné de camión, ayudo en lo que haga falta, si hay que transportar algo, como la comida del Banco de Alimentos», dice Hamid. O Jesús Fernando García, colaborador español, que cuenta que tiene «un amigo cubano al que trajimos aquí y, como estoy jubilado y tengo tiempo, pensé que era una buena idea colaborar, descargo camiones».
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