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Su oficio era cortar pelo. O eso parecía al otro lado del tragaluz, desde donde podías ver tu propio reflejo y –acercando un poco más los ojos al cristal del establecimiento– una innumerable cantidad de mechones en el suelo. Dentro, un universo. Un espacio lleno de colores. De olores. Con vida propia y reflejo del gusto de su dueño, perceptible en el variopinto diseño de las sillas y los espejos. Un oficio que, cada vez más en España y en La Rioja, desempeñan extranjeros.
Unas tijeras perfilan cuidadosamente las puntas del pelo de una mujer, sentada de espaldas al escaparate, frente al que aún me encuentro. Con manos hábiles y expertas, la peluquera se sumerge en su propio pensamiento. Sus dedos danzan con gracia entre los mechones, mientras las tijeras se convierten en verdaderas extensiones de su cuerpo. Con precisión quirúrgica, sujeta un puñado de cabello, guiando las tijeras en un ballet coreografiado de creatividad y talento. Cada corte es una decisión consciente. Una proclamación de estilo. Resulta imprescindible remarcar la importancia de esas manos, creadoras de arquitectura capilar, protagonistas de uno de los oficios más minuciosos del mundo: el de esculpir pelo.
En el interior de la peluquería 'E.Style', ubicada en la calle Vara de Rey, 40, de Logroño, la moldava Elena Nemtanou termina de atender a una clienta. Después, sentada en un aterciopelado sillón rosa, rememora su historia. «Llegué a España hace ya más de veinte años. En el negocio llevo unos diecinueve. Primero tuve una peluquería en avenida de España y luego me trasladé a esta, algo más céntrica. Aquí ya llevo casi nueve», comienza tratando de no confundirse con las fechas, obnubiladas en su memoria después de tanto tiempo.
«El mundo de la belleza siempre me ha gustado, pero antes de la crisis financiera nunca lo tuve realmente en mente. Trabajé de camarera, de dependienta... Después dejaron de hacer contratos fijos, me despidieron y me dije: 'Tengo que hacer algo'. Ahí es cuando decidí abrir sola mi primera peluquería», explica. Desde entonces, no ha dejado de formarse. «Estudié en la Academia de Peluquería Rafael. Después hice infinitud de cursos, formaciones... En la pandemia gané un concurso con el mejor peluquero del mundo. De unos seis mil participantes nos clasificamos tres», asegura con orgullo.
Según la Asociación de Peluquería, Estética e Imagen de La Rioja, integrada en la FER, la industria de la peluquería en España ha experimentado un descenso del 43% en el número de empleados de salones desde la subida del IVA en el 2012. «Aunque el número de salones sí que ha aumentado desde entonces, ahora se enfocan más en el autoempleo que en la creación de puestos de trabajo», explican desde la asociación, remarcando que en la actualidad en La Rioja el promedio de empleados por peluquería es de 1,3 personas, cuando hace unos años era de 4. Asimismo, el sector ha experimentado un aumento notable en la participación de empresarios extranjeros, quienes en 2015 representaban el 12% de los dueños de peluquerías en España.
1,3 empleados
hay de media en las peluquerías de Logroño, según los datos de la Asociación de Peluquería, Estética e Imagen de La Rioja.
Rafael Toledo Figueroa, alias 'el Duke', es otro de los muchos peluqueros extranjeros que hay en La Rioja. Al contrario que Elena, comenzó a cortar pelo desde pequeño, concretamente «a la edad de trece años y medio», en su país natal, República Dominicana. «Empecé a recortar por pasión. Todo lo que aprendí lo aprendí en la calle, observando a uno de mis colegas, un peluquero profesional que cortaba el pelo a los chavales del barrio. Yo le llevaba clientes y él me enseñaba a hacerlo», recuerda agradecido, ya con dos décadas de experiencia a sus espaldas.
Aunque durante un tiempo tuvo que trabajar como mecánico, el oficio de peluquero siempre lo llevó en la sangre, aprendiendo poco a poco de otros compañeros del gremio. En este sentido, cuando llegó a España, allá por el año 2006, empezó a trabajar en una bodega de La Rioja «para reunir el suficiente dinero para abrir mi propia peluquería, aquí en la plaza [Primero de Mayo]». Finalmente, en el 2008, cumplió su sueño: inaugurar su propio negocio de cortes de pelo. En aquella época no debía tener muchos más de veinte años.
Rafael Toledo Figueroa
Peluquería 'New Style'
Lini Guzmán
Peluquería 'Lini Beauty Style'
Elena Nemtanou
Peluquería 'E.Style'
Su establecimiento, 'Peluquería New Style', tiene estilo propio, tal y como el mismo nombre indica. Ubicada en un estrecho callejón del centro de Logroño, llama la atención de gran parte de los chicos del barrio, que ya conocen a su dueño y se paran frecuentemente a saludarlo. «El que pasa por ahí [por el callejón], lo hace saludando. Si tú preguntas por 'el Duke', en donde sea, van a saber quién soy, y si salimos fuera me van a saludar doscientas personas. Diría que es, en parte, porque además de recortar, canto y estoy muy involucrado en el deporte, ayudando a los chavales, patrocinando», afirma.
Del local, mayoritariamente de caballeros, salen al día decenas de jóvenes con degradados de lo más originales. Gran parte de ellos acuden a 'el Duke' cada semana. Lo hacen para repasar el corte que crece irremediablemente. «A mis clientes les gusto porque doy siempre mi propio estilo, mi corte. He llegado incluso a hacer el 'skyline' de Manhattan en algunas cabezas. Diseños muy variados y con mucho detalle, también en la barba», argumenta señalando las fotos de un enorme póster colocado en la pared del centro.
Como Rafael, Lini Guzmán también aprendió el oficio a una temprana edad, pero esta vez desde las heterogéneas calles de Panamá. «En mi país, desde pequeñas, las niñas tenemos una cultura étnica muy marcada con el tema de las trenzas. Nos peinaban así en cada esquina y nosotras peinábamos así a nuestras primas y amigas. Es algo muy cultural para nosotras», explica Lini, propietaria de la peluquería 'Lini Beauty Style', ubicada en la avenida Colón, 36, de Logroño. Su eslogan: 'Trenzas para todo el año', rompe el mito de que estos peinados son solo para el verano.
«Cuando llegué a España en el 2018 lo último que pensé es que acabaría siendo peluquera y, lo que es aún más fuerte, que acabaría teniendo mi propio negocio», comenta. «Al principio, mientras esperaba a tener los papeles en regla para poder trabajar en algo, se me ocurrió hacer trenzas a domicilio. Poco a poco comenzó el boca a boca. Y fue tan grande... Me llamaban de peluquerías para ir a hacer estos peinados, porque muchas de ellas no sabían. Con el tiempo, había creado una enorme red de clientes que me animaban a abrir mi propia peluquería», señala agradecida.
Así, asevera, a su centro «vienen todo tipo de clientes, la mayoría, mujeres españolas que cada vez se atreven más a hacerse cosas diferentes». Hace trenzas para bodas, para bautizos, «peinados que antes no se veían». Además, también pone extensiones. «Ponerte el color que quieras sin tener que teñírtelo, cambiarte la textura sin tener que echarte un permanente agresivo es una opción nueva, diferente. Y, si quieres volver a tener tu pelo lacio, es tan fácil como quitártelas», asegura.
Entre todos ellos, entre Lini, Rafael y Elena, aparte de su oficio, tienen en común la forma de asimilar la competencia y de posicionarse en un mercado cada vez más exigente y globalizado. Para Elena, que además de cortar el pelo ofrece formaciones, es estilista y organiza eventos y 'beauty parties', la competencia no es más que «una manera de aprender y sacar lo mejor de las otras peluqueras, sin rencores y sin prepotencia». Rafael, por su parte, está convencido de que, aunque abran mil peluquerías más, «van a tener complicado llevarse a algún cliente al que tratas bien y con el que haces muy bien tu trabajo». Opinión compartida por Lini, que destaca por igual «el amor con el que haces tu trabajo y la amabilidad y familiaridad con la que tratas a tus clientas».
De hecho, de esto trata el oficio más meticuloso del mundo: el de cortar pelo.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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