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El juicio por el homicidio del profesor Pedro José Sáez, ocurrido en Logroño el 18 de febrero de 2020, ha comenzado este lunes con una sesión dividida entre la presentación del caso a los nueve miembros del jurado y la declaración de los dos ... acusados, un hombre presunto autor material de los hechos y una mujer como presunta instigadora o encubridora.
Con el testimonio de la mujer ha acabado una maratoniana jornada que continuará desde este martes con testigos y periciales. Una llamativa declaración, a preguntas del fiscal, durante la que la imputada ha asegurado que mantuvo una relación con Pedro José al mismo tiempo que con el encausado y con otros hombres, y en la que ha rechazado su participación en el crimen. También ha desvelado que contaba con varias denuncias por parte de otros hombres, además de la del profesor, de las que fue absuelta.
«Yo empecé a limpiar la casa de Pedro José y luego ya mantuvimos una relación de unos seis meses», ha explicado. «Durante nuestra relación no vivíamos juntos. Pero él me dijo que quería casarse conmigo, que no quería vivir solo, que no le gustaba su familia... Pero yo no estaba decidida y no quería un casamiento», ha añadido. «Si yo hubiera sido interesada, si hubiese querido la herencia, me hubiera casado con él», ha respondido minutos después.
Durante esos meses de relación, que la Policía entiende como ficticia, la acusada recibió unos 54.000 euros que ella se comprometió a devolver. «Tuve un problema, Pedro José me vio triste, se lo conté y me dijo que me podía dar ese dinero», ha argumentado. «Le dije que firmáramos unos papeles, no ante notario ni nada, pero para garantizar que se lo devolvería todo», ha incidido.
Además, ha explicado que la relación entre ambos empezó a enfriarse porque él quería el matrimonio. «Él estaba enfadado porque quería casarse. Yo le dije que no me iba a casar por su dinero [los 54.000 euros prestados]. Le dije que le había hecho un papel, que se lo iba a devolver», ha esgrimido. «Le quería muchísimo, una relación de cariño por todo lo que ha hecho por mí, que no ha hecho nadie. Lo quería como padre, como amigo, como novio», ha comentado.
Además de la relación entre acusada y víctima, las preguntas de acusaciones y defensas han hecho hincapié en otros dos aspectos: los contactos telefónicos entre los acusados el 18 de febrero de 2020, día del crimen, y la huida a Italia dos días después del homicidio. Ella ha argumentado que las numerosas llamadas de esa jornada se debieron a los intentos de esta de que el otro imputado no se fuese de España para intentar regularizar su situación, sin que esa marcha tuviera nada que ver con el homicidio.
Por su parte, el otro investigado, que fue detenido en Italia dos años después del crimen y que estuvo en prisión unos meses hasta que en octubre de 2022 fue puesto en libertad con cargos, aseguró que él «nunca» había visto a Pedro José ni su expareja le había hablado de él. En un testimonio complejo por los problemas del acusado con el castellano (es natural de Marruecos) y marcado por contradicciones respecto a sus declaraciones previas, el hombre aseguró que no sabía nada del dinero y que nunca acudió al domicilio de Pedro José.
«Según la Policía, el posicionamiento de su teléfono de esa mañana le sitúa en la zona donde estaba el piso de Pedro José», señaló el fiscal. «No me acuerdo. Puede ser una trampa», ha respondido.
Tampoco relacionó las doce llamadas que recibió de la acusada entre las 10.44 horas y las 10.56 de ese 18 de febrero (hora en la que se pudo cometer el homicidio). Ni las 49 ocasiones en las que esa tarde trató de contactar con ella y que esta ciñó a un hábito marcado por los celos y, que ese día en concreto, se debieron al intento de la joven rumana de que su pareja no se fuese a Italia.
Un viaje que el acusado no comunicó a nadie «por miedo al mal de ojo, a la envidia» y con el que buscaba llegar a Italia antes del 8 de marzo para regularizar su situación mediante un proceso generalizado en Italia. «Pero eso se publicó en el BOE italiano el 19 de mayo de 2020. No lo podía saber entonces», ha argumentado el fiscal. El acusado ha respondido que del tema se llevaba hablando «muchos meses en internet».
Tres meses después, la otra acusada iba a Italia para reunirse de nuevo, hasta que la relación se rompe. El 11 de marzo de 2021, la Policía interviene una conversación telefónica en la que entre acusaciones mutuas de infidelidades, el imputado grita furioso: «Te lo juro que nos lo vamos a comer todo los dos». Para el fiscal, una forma de hablar del crimen. Para el acusado, algo distinto. ¿«Comernos uno a otro? ¿Una pizza? No recuerdo de qué hablábamos tan enfadados», ha alegado el acusado.
Todas las partes se han esmerado este lunes en ofrecer a los miembros del jurado su punto de vista sobre un caso en el que ha quedado claro que solo se podrá hablar de indicios, no de pruebas directas. Y también en explicar sus confrontadas visiones sobre la muerte del profesor jubilado.
El fiscal sostiene dos acusaciones muy diferentes. La primera, contra el hombre marroquí al que acusa del homicidio y la segunda, contra la mujer que mantuvo una relación sentimental simulada con la víctima y que actuó como instigadora y encubridora. Para el primero solicita 16 años de cárcel (catorce por homicidio y dos por obstrucción a la justicia) y para la segunda cuatro años y medio de internamiento (dos por obstrucción y dos y medio por encubrimiento).
No es la misma lectura que hace la acusación particular, que considera a ambos encausados autores del homicidio (quince años de cárcel) o asesinato (25 años, si se considera que hubo alevosía o ensañamiento) además de otros cuatro años por obstrucción.
Por el contrario, las defensas de ambos acusados consideran que ambos son inocentes de los hechos juzgados en una vista que se va a prolongar durante, al menos, toda la semana con distintos testimonios y pruebas periciales. Tanto la defensa del hombre como de la mujer piden la libre absolución e incluso la letrada de la joven rumana ha esgrimido que la propia Audiencia Provincial la absolvió en el caso de la presunta estafa a la que sometió a Pedro José Sáez mientras mantuvieron una relación sentimental y que ascendió a 54.000 euros. «La sentencia dice que le entregó el dinero de manera libre y voluntaria», ha recalcado, argumento contrario a la investigación policial que pone esa denuncia por estafa y su tramitación como causa del homicidio.
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