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Hoy, sus calles transmiten tranquilidad y silencio durante la mayor parte del año. Aunque laten con energía, vitalidad e ilusión durante los fines de semana y, sobre todo, ahora en verano, cuando reciben desde otros lugares a muchos residentes por vacaciones. Hoy, villas del Alto Cidacos como Enciso o Munilla tienen buena parte de su actividad profesional vinculada al turismo, además de a la ganadería. Pero vienen de haber sido motor en el nacimiento industrial de la comarca y de la región en los siglos XIX y XX. Recuperar, mantener y promocionar el patrimonio industrial heredado puede convertirse en un aliado más para el turismo en estas zonas rurales junto a argumentos como las huellas de dinosaurios, sus monumentos y legado antropológico, su gastronomía o sus espectaculares parajes naturales.
Camino de los ricos yacimientos de icnitas o de la diversión para toda la familia en el parque de paleoaventura Barranco Perdido, quien llega a Enciso desde la comarca arnedana deja a la izquierda a su paso por la LR-115 un edificio rotundo, que ahora rebosa calma pero que ha estado en actividad hasta hace cuatro años. En noviembre de 2019, las máquinas de Hilados y Tejidos Marín Lacoste finalizaban su último pedido de hilo para Boinas Elósegui. Después de más de medio siglo en manos de su familia fabricando hilos para calcetines, boinas o las típicas mantas de campo de pastor, Raúl Lacoste se convertía en el último hilandero de la comarca. Desde entonces, y a pesar de su anhelo, nadie ha cogido su relevo.
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Desde el momento en el que las máquinas pararon, con la lana aún entrelazada entre sus rincones, Raúl ha emprendido una cruzada: que la fábrica, que ha quedado parada en el tiempo con la hoja de octubre de 2019 en el almanaque colgado de una de sus paredes, se convierta en un museo o aula educativa que recuerde y mantenga vivo ese pasado industrial de Enciso, un legado de un patrimonio para todos los riojanos.
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Los saltos de agua que dejaba el paso del río Cidacos propiciaron el acercamiento de los enciseños de los siglos XVII y XVIII a la industria textil: sus norias movían máquinas para tejer y producir lana, refrescaban rebaños de ovejas merina y chamarita, los molinos producían luz además de ayudar a abatanar, a adentrarse en los tintes... El Catastro del Marqués de la Ensenada cita que, mediado el siglo XVIII, había tres batanes, cinco tintes, una tanería y una prensa de fuego en la villa. Pero las grandes empresas buscaron mejores comunicaciones en Logroño, Barcelona... Hilados y Tejidos Marín Lacoste fue la última en quedar en silencio.
Para darle otra vida, para ser ese lugar en el que se recuerde, enseñe y dé a conocer una parte de nuestra historia, de lo que fuimos trabajando, el sueño de Lacoste, precisa la participación bien de la administración pública, bien de la iniciativa privada. En marcha con ese objetivo desde principio de año, Lacoste comenta que está en conversaciones tanto con el Ayuntamiento de Enciso como de la Comunidad Autónoma. «Han visitado la fábrica representantes de Cultura y Turismo y hay interés en hacerlo», sonríe agradeciendo el apoyo que recibe ante este anhelo.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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