Hay abrazos y besos que ya no damos. Hay familiares a los que no vemos y que han acabado siendo presencias queridas, pero fantasmales, que a veces se cuelan por las pantallas y a veces aparecen por la línea telefónica. Hay amigos con los que ... ya no quedamos y cenas que no organizamos. El huracán de la pandemia se ha llevado muchas cosas y, aunque las vacunas dibujen un horizonte promisorio, resulta difícil intuir cuáles recuperaremos y cuáles se habrán ido para siempre. Atrapados en algún punto indefinido entre la nostalgia y la esperanza, diez riojanos atienden la llamada de este periódico para repasar el pasado y otear el futuro.
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Amparo Castrillo. Directora de la UPL
Amparo Castrillo, directora de la Universidad Popular de Logroño (UPL), se confiesa orgullosa por haber podido sacar adelante los cursos de la UPL en unas circunstancias tan difíciles. Pero le falta algo: «Me gustaría recuperar el trabajo tal como era; poder volver a realizar esas actividades que implicaban una mayor convivencia, desde las salidas al monte a la celebración del Jueves Lardero o del 8-M». Aunque, si debe decidir, no duda en señalar que lo más duro es la pérdida de convivencia con la familia: «Muy especialmente me duele no haber visto a mi madre, que vive en Palencia, desde agosto. No fui en Navidades por protegerla y la echo mucho de menos». Pero Amparo se confiesa «optimista por naturaleza» y atisba ya la luz: «Mi madre ya está vacunada, tanto mi marido como yo hemos recibido la primera dosis... Y es una alegría ir a clase y oír decir a los alumnos 'a mí ya me han vacunado'».
Cristina Díaz. Farmacéutica de Grañón
Cuando a Cristina Díaz, farmacéutica de Grañón, se le pregunta qué es lo que más ha echado de menos en estos catorce meses de pandemia, no duda ni un segundo: «La libertad. La libertad de poder ver a mi familia, de abrazar a mis amigos, de coger el coche e irme a la playa... Y eso que me siento una privilegiada porque aquí, en Grañón, tengo el bosque a cinco minutos». Pero también encuentra puntos positivos en esta crisis: «Creo que deberíamos haber aprendido a cuestionarnos qué es lo verdaderamente importante; a relativizar las cosas». Cristina no parece ser tan optimista como Amparo; supone que la normalidad no regresará «a corto o medio plazo», entre otras cosas, porque se ha instalado entre nosotros el miedo, «un miedo con mayúsculas», alimentado además por la incertidumbre. Con todo, hay a veces destellos de futuro: «Ayer vinieron dos peregrinas italianas... Me pareció que la luz había vuelto. ¡A ver si regresa un poco la alegría del Camino!».
Miguel Ángel Velasco. Entrenador del BM Logroño
El Ciudad de Logroño de balonmano está completando una temporada especialmente trompicada: ya lleva tres confinamientos y, aun así, se mantiene en los puestos altos de la clasificación. «Al final te adaptas a todo», resume su entrenador, Miguel Ángel Velasco. Resulta chocante verlo dirigir al equipo a grito pelado con mascarilla: «También te acabas acostumbrando a eso –replica–, aunque a veces me la tengo que quitar porque o no me oyen o no me entienden». Más allá de lo profesional, a Miguel Ángel Velasco, como a todos los entrevistados para este reportaje, les afecta el coste personal del COVID: «Lo peor ha sido no poder ver a mi familia. Yo he tenido suerte porque hemos ido a jugar a mi pueblo, Nava de la Asunción, y he podido verlos, pero mis hijos llevan un año sin ver a sus abuelos», apunta. Sobre el futuro..., mejor no aventurarse: «Quiero pensar que vayamos a volver a la normalidad, pero no me atrevo a asegurarlo. Ojalá».
Emilio Carreras. Presidente de Cocina Económica
En un entorno esencialmente negativo, por fortuna existen chispazos de aliento. Emilio Carreras, presidente de Cocina Económica, ha apreciado «un resurgir de la solidaridad». Al comienzo de la pandemia, la institución benéfica tuvo problemas con el voluntariado, ya que la gente mayor tuvo que dejar de acudir por un elemental criterio de protección. «Pero reaccionamos gracias al apoyo de los jóvenes –señala Carreras–. Creo que la gente se ha vuelto más solidaria». Las medidas de distancia social han hecho que Cocina Económica solo pueda atender en sus instalaciones a las personas sin hogar, mientras que a los demás usuarios se les entregan menús para llevar. Quizá eso pueda empezar a cambiar con la vacunación: «Si no fallamos con las vacunas, espero que podamos retomar una cierta normalidad a la vuelta del verano. Tengo muchas ganas, sobre todo por recuperar la relación habitual con la familia: tengo nietos a los que apenas he podido visitar», lamenta Emilio Carreras.
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Sergio Capellán. Presidente del Consejo de Estudiantes de la UR
El COVID ha torpedeado el mundo universitario, tanto desde el punto de vista académico (clases 'on line', aulas semivacías...) como desde el social. «Desde luego ese cliché de la vida universitaria se ha visto muy afectado», reconoce Sergio Capellán, presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Rioja. Capellán advierte de que el COVID nos ha obligado a descubrir una vida muy diferente a la que estábamos acostumbrados: «Hemos aprendido a quedarnos en casa cuando vivíamos en un mundo en constante movimiento». Y hay cosas que se echan de menos: no es lo mismo pasar ocho horas en clase que delante de una pantalla; no es lo mismo quedar con los amigos en la cafetería que hacerlo por Skype. Sospecha Capellán que algunos cambios «han llegado para quedarse»: «Creo que el mundo laboral se ha visto modificado para siempre y la docencia también se va a ver cada vez más volcada al modelo digital». Pero hay otras metamorfosis más sutiles: «Esto no nos va ayudar a ser más precavidos, porque a la vista está que no lo somos, pero sí a que reaccionemos más rápido ante un imprevisto de esta naturaleza».
Juantxo García. Triatleta popular y policía en Calahorra
Familia y deporte son el motor de un policía que está viviendo la pandemia desde todas sus aristas, informa Isabel Álvarez desde Calahorra. Porque Juantxo García lo mismo está para hacer cumplir la normativa del COVID que para aprovechar sus desplazamientos diarios de Logroño a Calahorra y acercar alimentos sin gluten a una madre que le consultó si podía saltarse el cierre perimetral para ir a la capital a comprar productos de este tipo que no encontraba en Calahorra. La pandemia también le ha alejado a él de muchas necesidades vitales: «A nivel personal lo que más echo de menos es a mi hermana y a mi sobrina, que viven fuera de La Rioja, y las he visto dos veces en un año», sostiene. Y después, como deportista y competidor popular, «lo que echo más en falta es la competición». «Pero no la competición en sí, sino el ambiente y el relacionarme con la gente», precisa.
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Juantxo García confía en que unos meses podamos recuperar cierta normalidad. «Espero que después de verano, paulatinamente, podamos movernos y quitarnos restricciones conforme vayamos avanzando más con la vacunas». Ese optimismo lo traslada también a un futuro a largo plazo. ¿Se llevará el COVID algo para siempre? «Como cultura mediterránea que somos tenemos la virtud de hacer rápidamente borrón y cuenta nueva. No hay más que ver que en cuanto nos abren un poco la mano... Espero que en dos o tres años todo vuelva a ser como antes», responde con seguridad, al tiempo que apostilla con una dolorosa certeza: «Desgraciadamente, quienes ya no van a volver son la gente que se ha ido».
Andrés Manuel Sánchez. Hospitalero en Santo Domingo
Andrés Manuel Sánchez comenzó a trabajar en el año 2013 como hospitalero en el albergue de peregrinos de la cofradía del Santo, informa Javier Albo. Desde marzo de 2020 está en un ERTE. Persona afable y conversadora, le sobra tiempo y le falta ese trato personal diario con los caminantes. «Se echa en falta hablar con la gente, que me cuenten su vida, sus experiencias en el camino», dice. La pandemia le llenó de tiempo y, a la vez, de vacío. «Muchas veces me pregunto: ¿Y ahora qué hago...?. Echas en falta tu vida habitual», confiesa. Al menos, ve luz al final del túnel. «Hay ganas, pero debemos hacerlo con calma y con mucha cabeza», opina de ese, quién sabe si pronto, regreso a lo más parecido a la normalidad, también a los abrazos y afectos físicos y, sobre todo, a la alegría, el sentimiento –cree– que todos hemos perdido. «Se nos ve en general tristes», dice, temeroso de que este estado haya venido para quedarse mucho tiempo. ¿Algo positivo de todo esto? Andrés opina que «la vida se ha pausado mucho, se ha ralentizado. Tenemos más tiempo y yo creo que, en general, la gente ha pensado mucho, y eso es bueno». Él también piensa, sobre todo en volver al albergue, a sus peregrinos, y a una vida que, en su caso, transcurre en buena parte junto al camino de las estrellas.
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Isabel Olmos. Profesora de Secundaria en Haro
Isabel Olmos –explica María Caro– es profesora de Lengua Castellana y Literatura de Secundaria en el colegio Sagrado Corazón de Haro y admite que le faltan muchas cosas desde hace un año: «En lo personal, echo de menos a los amigos que viven lejos; también me falta el mar, volver a lugares de los que me siento parte...», recordaba. Además, es la responsable de la biblioteca, uno de los rincones donde más recuerda la vida antes del COVID. «En lo profesional, extraño el bullicio de los recreos, las actividades grupales... pero sobre todo me duele el vacío de la biblioteca; esta sala tendría que estar llena de niños leyendo, hablando de libros o descubriendo la magia de sus primeras lecturas desde un cojín de colores». Isabel considera que «la pandemia nos ha afectado a todos y en todos los ámbitos de la vida. Afortunadamente, ahora vemos algo de luz, una solución, pero creo que pasará tiempo hasta recuperar la plena normalidad».
Itziar Corcín. Responsable del Centro Joven de Cervera
Itziar Corcín Echevarría es la responsable del Centro Joven de Cervera del Río Alhama, que está cerrado desde el 13 de mazo del año 2020 –señala Sanda Sainz–, aunque el pasado verano realizó actividades de lunes a sábado en las piscinas y el polideportivo. «El centro joven es un lugar muy importante para los adolescentes porque les ayuda en las relaciones sociales que, a veces, es difícil llevar a cabo en los pueblos», comenta Itziar y lamenta que esto se haya perdido por culpa de la pandemia. Este servicio tenía unos 140 socios antes de la crisis sanitaria, en un fin de semana normal podían acudir unos 50, y en verano 80, distribuidos por grupos. Itziar cree que con la situación de crisis sanitaria va a cambiar la forma familiar de interacción de los chavales. «Cuando vuelva a abrir el centro joven habrá que hacer más actividades de creación de grupos de referencia reales, porque se están perdiendo y entre ellos el contacto pasa a ser muy diferente. Tienen miedo a relacionarse con la gente». Itziar Corcín tiene 28 años y, a nivel personal, reconoce que psicológicamente afecta, aunque la reciente apertura de Cervera haya supuesto un alivio.
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Álvaro Manzanos. Alcalde de Viguera
Para el alcalde de Viguera, Álvaro Manzanos, que acaba de vivir unas fiestas de San Marcos muy reducidas, casi solo limitadas a los actos religiosos, el deseo de que la situación mejore es «el mismo que el de la ciudadanía, pero debemos ser sensatos y seguir las normas dictadas», informa Diego Marín. «Esperamos que el verano sea más liviano y relajado, aunque entendemos que no va a ser al uso porque debemos velar por la salud de los vecinos, ya que el virus todavía está ahí», reconoce Álvaro Manzanos. Después de un año entero sin eventos, «estamos deseando organizar cosas y recobrar nuestra vida normal, actos culturales, deportivos, visitas turísticas, fiestas...», asegura el alcalde, sobre todo, porque eso es lo que da vida al pueblo. «Estamos más tranquilos porque hay más parte de la población vacunada y eso nos hace tener esperanza, ya que la nuestra está envejecida, pero la situación actual nos obliga a adaptarnos a lo que acontece, a la situación real», confiesa Manzanos. En el horizonte, las próximas fiestas, Santiago y Santa Ana, 25 y 26 de julio: «Ojalá podamos celebrar las fiestas de forma normal, pero no podemos aventurarnos. No podemos hacer planes a largo plazo porque aún no sabemos qué va a ocurrir mañana».
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