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José Miguel Martínez Zapater es uno de los 'padres' de este proyecto. Director del ICVV desde el principio, el investigador formó parte de las conversaciones que auspiciaron el nacimiento y desarrollo del instituto, impulsado por la Universidad de La Rioja, el Gobierno de La Rioja ( ... a través de la Consejería de Agricultura) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Natural de La Rioja, estudió su carrera en Madrid y pasó cuatro años en Estados Unidos.
A su vuelta el investigador ingresó en el INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias) en Madrid, de donde pasó al Centro Nacional de Biotecnología, un instituto dependiente del CSIC. Y de ahí, al Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), que dirige desde hace diez años. Su especialidad es la genética y genómica de las plantas y de la vid en particular.
-Yo estuve en las conversaciones casi desde el principio y conozco bien cómo nació. Creamos una comisión en la que estábamos representados personal de las tres instituciones (CSIC, Universidad de La Rioja y Gobierno de La Rioja) para realizar un proyecto científico. Se llevó a cabo y a partir de ese proyecto las tres desarrollaron un convenio de creación que se firmó en febrero del 2008. Ya desde los primeros contactos quedó claro que si de verdad se iba a impulsar un instituto mixto de investigación en La Rioja, la temática tenía que ser alrededor del vino.
balance
Desde el principio
-Era ilusionante para mí por volver a La Rioja y poner en marcha este instituto. Pero era para todos nosotros muy ilusionante porque había habido algún intento anterior de poner en marcha un instituto similar. Yo creo que está respondiendo totalmente a las expectativas. Se respira que hay un claro objetivo común. Y esto no es tarea fácil porque son tres administraciones muy distintas.
-Hemos pasado dos fases. La primera, de organización estructural y de funcionamiento del instituto. Se lanzó con el proyecto arquitectónico, la creación de órganos de gobierno, todo lo que es el funcionamiento interno y esa fase culminó en el 2014. Y en el 2015 nos trasladamos al nuevo edificio y fue cuando empezamos a integrarnos y trabajar los distintos grupos de investigación que veníamos de las tres instituciones. Ahora estamos en esa fase. En nuestro caso, ha coincidido con la salida de la crisis. La verdad es que fue difícil al principio porque nos tocó una época complicada pero tuvimos la suerte de que el convenio firmado en febrero del 2008 se respetó: tanto la UR como el Gobierno de La Rioja como el CSIC respetaron totalmente los términos a pesar de las dificultades del momento.
-Hemos funcionado y creo que podemos estar muy satisfechos de lo que hemos conseguido hasta ahora en las condiciones que nos ha tocado vivir. Ahora mismo estamos en una época en la que, si lo comparamos con un avión, hemos pasado la fase de despegue y estamos alcanzando la velocidad de crucero. Estamos aumentando el número de investigadores, hemos creado líneas que estaban previstas en el proyecto científico pero que no se habían podido desarrollar aún, como es el caso de la de polifenoles y salud para la cual ha llegado una nueva investigadora este verano; o una línea de patología y lucha integrada en el viñedo, que tampoco existía inicialmente. Tenemos en este momento cinco investigadores con contratos 'Ramón y Cajal' y doctores INIA, jóvenes y muy competitivos, que vienen tanto por el lado de la Universidad como del CSIC -en este momento hay dos personas y se incorpora una tercera- y por el Gobierno de La Rioja. Vamos progresando adecuadamente dentro de la dinámica de la I+D española.
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