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En la década de los sesenta Pepita Gil Forcada se fotografiaba con su madre, Escolástica Forcada Romano, en el exterior del bar restaurante La Parra, en la localidad de Ventas del Baño, pedanía de Cervera del Río Alhama.
Pepita continuaba el negocio familiar, una taberna que fundaron sus abuelos Justa y Pascual allá por el año 1880. Aprendió con su madre a cocinar convirtiéndose en su gran pasión.
Por entonces se ubicaba en la avenida de La Rioja, en la actual travesía, que era un camino sin asfaltar. El modesto y sencillo establecimiento tenía una pequeña terraza junto a la entrada, lugar donde está tomada la imagen que mostramos hoy. Una parra en su fachada era su seña de identidad.
En 1981 Pepita y su marido, Antonio, dieron un paso adelante y cambiaron de local, a escasos metros del antiguo. Un recinto más grande y con mejores instalaciones que se amplió en el 2001 como restaurante y también sidrería.
Hoy en día va por la cuarta generación, ya que sus hijos, José Antonio y Yolanda, están al frente del negocio, que, como otros del pueblo, está vinculado al turismo que genera el balneario de Fitero, además de los clientes que recibe de municipios riojanos y navarros.
Pepita tiene ochenta años y hace un tiempo quedó ciega en una operación, a consecuencia de una bacteria de quirófano.
«Mi abuela Justa tuvo cuatro hijas y tres hijos, y treinta y un nietos, de los que vivimos diez. Varios continúan con la hostelería, además de nosotros, como el restaurante Royo, en Ventas del Baño. Una tía tenía un bar en Zaragoza y unos sobrinos regentan otro en San Sebastián», comenta Pepita.
La mujer se emociona al recitar una coplilla que ha compuesto y que resume la evolución del establecimiento:
«La taberna de La Parra mi abuela Justa fundó.
Ese pequeño negocio, a la familia dejó.
Mi madre, joven viuda con cuatro hijos quedó.
Con La Parra y el trabajo a los hijos adelante nos sacó.
Mis raíces son La Parra,
con mi madre trabajé.
con mi marido y mis hijos mi negocio disfruté.
Si quieres merendar a gusto y con esmero,
ven a La Parra de los Baños de Fitero.
La Pepita de La Parra, mujer de mucho tesón.
El trabajo y la cocina fue para ella su ilusión.
El que la parra poda en hoja,
de vieja se vuelve moza».
«Y eso le ha pasado a la taberna de mi abuela con cuatro generaciones -concluye Pepita-. Mi abuela, mi madre, la nieta y luego mi marido y mis dos hijos. Hoy tenemos un restaurante con categoría y solera».
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