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Parecía un día de verano más, una jornada pestosa, de calor. Un calor homicida, como en 'El extranjero' de Albert Camus, un sol que, en la novela, metafóricamente podía provocar una muerte. Pero en la plaza Martínez Flamarique no había metáfora, sino un brutal ... feminicidio que rompía un sábado aparentemente tranquilo.
La masiva presencia policial, el continuo trajín de vehículos oficiales y también de coches de la 'secreta', el ir y venir de agentes de la Policía Judicial y de los servicios funerarios eran la certificación de lo que había sucedido en el número uno de la plaza.
La noticia pilló por sorpresa a los vecinos, que se mostraban consternados por el asesinato y que no entendían qué podía haber pasado. Entre conjeturas y lamentos, una hostelera solo tenía palabras para acordarse de los tres hijos del matrimonio roto por un crimen: «No paro de pensar en lo que tienen que estar pasando esos tres pequeños. Es increíble».
Otro de los habitantes de la plaza aseguraba conocer de vista al matrimonio y a los pequeños. «Era un padre que siempre estaba con su mujer, sus dos niñas y su hijo pequeño. Iban a tomar un refresco y volvían a casa juntos». «Parecía una familia maja», añadía, aunque reconocía que el trato con el vecindario era escaso. Los pequeños, siempre en la plaza con un balón o con las bicicletas, eran el mayor punto de unión con el entorno. «Se les veía bien, sentados juntos en el parque mientras el niño pequeño jugaba a fútbol, porque le encanta. Estamos en 'shock' por el asesinato», incidía.
La única nota un poco extraña, según otro vecino, era su nula actividad social: nunca recibían visitas en su casa, donde vivían de alquiler desde hacía unos años.
El colegio de Madre de Dios, donde estudian los pequeños, lamentó «el terrible suceso en una de las familias queridas del centro». Su comunidad educativa envió «un mensaje de apoyo a la familia y en especial a los menores víctimas» para los que piden que «se les garantice su protección y atención por los recursos autonómicos», además de sumarse a las distintas convocatorias realizadas para este domingo por Delegación de Gobierno y Ayuntamiento de Logroño.
«Condenamos lo ocurrido, lamentamos la violencia de género y lamentamos que los menores también sean víctimas de esta lacra social», rezaba el comunicado.
La integración de la familia y de muchos vecinos de Madre de Dios y de San José de origen sirio es patente. Una comunidad no demasiado numerosa en cantidad y que, hace casi una década y a causa de la asoladora guerra que ha sufrido el país, creció con la llegada de un nutrido grupo de refugiados a La Rioja de la mano de Cruz Roja y de distintas administraciones.
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