El paro y la inflación, la cara y la cruz

'El miedo guarda la viña' dice el sabio refranero y la contención en el gasto se está convirtiendo en tendencia. De hecho, el ahorro privado de las familias y las empresas de La Rioja ha alcanzado en buena parte del ejercicio que ahora acaba cifras récord en los últimos quince años, desde que existe una estadística oficial del Banco de España.

En ese 2007, precisamente, la comunidad autónoma cerró diciembre con 10.753 desempleados, cuando todavía no se había desatado la anterior crisis económica, de índole financiera e inmobiliaria. Desde entonces, y han ya pasado tres lustros, La Rioja no ha tenido una cifra de parados tan baja como la que sumará al final de este 2022. En noviembre había 14.251 –una tasa del 9,04%– y todo hace indicar que el año se despedirá por debajo de los 15.000.

Es una de las mejores noticias, sin duda, de una economía regional que todavía sigue viendo la recuperación como una luz al final del túnel. Se divisa con mayor y menor intensidad según qué gafas se utilicen. Con las del Gobierno riojano se ven «buenas perspectivas» con un crecimiento del Producto Interior Bruto del 3,6% «y esperamos alcanzar los 9.000 millones del PIB», por encima de los 8.800 del 2019 prepandémico. Y ese indicador espera que suba en 2023 otro 1,5%. Sin embargo, el servicio de estudios de BBVA es menos optimista, rebaja esos incrementos actuales y a futuro en algunas décimas –alude al 3,5% y al 1,2% respectivamente– y habla de «desaceleración».

También en este ejercicio que agota sus últimas hojas del calendario se han consolidado proyectos empresariales importantes para el tejido económico de la región. Talleres Lispar, planta de la multinacional Standard Profil que fabrica piezas para el sector de la automoción en sus instalaciones de La Portalada, anunciaba su continuidad unos meses después de estar en peligro su supervivencia en La Rioja. Y de poder ser un nuevo caso de deslocalización empresarial, sucedió el efecto inverso, con la incorporación a su plantilla de los 80 trabajadores de la firma navarra Mecanizados Mendavia que también pertenece al grupo Standard.

El gabinete de Andreu tuvo un papel especialmente relevante porque a través de la Agencia de Desarrollo Económico de La Rioja compró las instalaciones de Lispar, en las que esta empresa está alquilada, para ofrecerlas también en arrendamiento pero con derecho a compra durante un periodo de doce años. La inversión en esta operación asciende a 1,7 millones de euros.

A más del doble, en concreto 3,65 millones de euros, se eleva la aportación económica del Ejecutivo regional en otro proyecto estratégico, el centro logístico intermodal de El Sequero que lidera la empresa Royo Logística y Transporte. Un tren semanal enlaza con el puerto de Barcelona, el primero en España en tráficos internacionales, y permitirá a las firmas riojanas incrementar su competitividad.

Otros nombres propios de la economía riojana en 2022 han sido Kraft Heinz, que convertirá su planta de Alfaro en la de mayor producción de Europa con una inversión de 70 millones de euros para la nueva nave de salsas y que permitirá crear 39 empleos a los actuales 22; también Crown, que garantiza su futuro –y el de casi 250 trabajadores– con un desembolso de 30 millones para reconvertir líneas de producción; o el fabricante de grafeno Avanzare, que compraba la también riojana Nasika para consolidar su posición de liderazgo en occidente en la producción de nanomateriales.

Y tres letras son las que siguen creando quebraderos de cabeza en todos los bolsillos: IPC. Este Índice de Precios de Consumo protagonizó una escalada en julio hasta el 11,7%, la mayor en casi cuatro décadas, desde que en septiembre del año 1984 subió hasta el 12,4%. Ahora se sitúa en el 7,2%, por encima de la media nacional (6,8%), pero hay productos como el azúcar, el aceite, los huevos o la leche que elevan el incremento de la cesta de la compra hasta el 13,9%, el mayor en dos décadas. Esta subida desbocada de la inflación ha anulado el poder adquisitivo de los riojanos.