Desde hace unos años, los corzos que habitan en la comunidad riojana se están viendo afectados por el parásito Cephenemyia Stimulator, que les deteriora su capacidad respiratoria y les debilita tanto que, en algunos casos, acaban convirtiéndose en una presa fácil para otros depredadores. « ... Es una mosca que pone los huevos en sus fosas nasales y que, cuando las larvas crecen, provoca que se obturen sus vías respiratorias», explica Pedro Matute, jefe del Servicio de Defensa de la Naturaleza, Caza y Pesca de la Dirección General de Medio Natural y Paisaje.
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Una enfermedad cuya incidencia no es baladí. «Respiran mucho peor, se debilitan, son incapaces de hacer un esfuerzo o de huir. Se convierten en una especie de presa, con lo cual, cualquier perro o zorro los puede coger y los termina matando», aclara. Todo debido, principalmente, a que esta mosca «les entra en las fosas nasales y les impide respirar». «Les debilita tanto que terminan muriendo o siendo depredados, porque no se pueden defender ni huir», insiste Matute.
El problema, además, es que no existe ningún tratamiento. «No estamos haciendo ningún seguimiento porque no podemos abordar la lucha contra esta epidemia, que empezó en Asturias por alguna repoblación de corzo que trajeron de Francia», reconoce el jefe del Servicio de Defensa de la Naturaleza, Caza y Pesca. Es, por tanto, una enfermedad que «está ahí», que «habrá unos años que será más o menos virulenta, porque los ciclos de los insectos también van muy asociados a la climatología». Por ello, «unos años se adelantará y habrá más, mientras que otros tendrá menos incidencia». De ahí que, como apunta Matute, «la especie tendrá que acostumbrarse a vivir con ella y sobrevivir como pueda».
Los efectos del Cephenemyia Stimulator se notan, en cualquier caso, en el censo de esta especie. «Nosotros sí que notamos un descenso de población, pero nuestra percepción no será la misma que la que tendrá la gente del campo», afirma Matute mientras puntualiza que «depende de a qué grupo le preguntes tendrá otras opiniones, pero se habrá producido un descenso porque la enfermedad no beneficia a la especie». En este sentido, apunta que aunque «se ha producido un descenso general, estoy seguro de que hay determinados municipios en los que la presencia del corzo, aunque esté mermada, sigue siendo excesiva».
El problema, en cualquier caso, es que es imposible de saber cuántos corzos se han visto afectados por este parásito, porque «no es una enfermedad de declaración obligada». «La sensación de los cazadores es que ven menos corzos, pero no sabemos si tiene una relación directa con el gusano o no, porque no tenemos ese dato; y menos aún cuando te pones a mirar los resultados de las temporadas anteriores y ves que el número de capturas de corzo, tanto en rececho como en batida, han aumentado», explica Soraya Martín, responsable técnica de la Federación Riojana de Caza.
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La temporada de caza de este año permanecerá activa hasta el próximo 18 de febrero y, por el momento, «no nos han llegado quejas de los cazadores o de los guardas». Todos ellos, como apunta la responsable técnica de la federación, «no tienen constancia de que se esté produciendo, a fecha de hoy, un descenso de la población de corzo, ni están viendo animales muertos, pero sí que es verdad que observan al gusano, que está más extendido que hace unos años por toda La Rioja».
Pedro Matute
Jefe del Servicio de Defensa de la Naturaleza, Caza y Pesca de la Dirección General de Medio Natural y Paisaje
Soraya Martín
Responsable técnica de la Federación Riojana de Caza
En cualquier caso, reconoce Martín, la afección es general en toda La Rioja. «No tenemos datos de la incidencia, pero sí que es cierto que te comentan que hay más casos de gusano, que se está expandiendo por toda La Rioja, que ahora se ve por zonas en las que antes no se veía», afirma mientras reitera que «ahora se concentra de manera genérica, cuando antes solo se concentraba en determinados valles, como en el Valle de Ocón».
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De ahí el desasosiego de los cazadores riojanos. «Siempre que hay un parásito hay preocupación, porque afecta de una manera u otra a la fauna silvestre y no les gusta que tengan algún tipo de enfermedad, porque esta mosca lo que hace es agotar a los corzos y que mueran por asfixia, por ahogamiento, porque no pueden llegar a los cursos de agua ni alimentarse bien», concluye.
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