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No sé si se acordarán ustedes. Fue en 2020. Buf, hace cuatro años, ya lo entiendo, que eso en la unidad de memoria de la ... actual opinión pública vienen a ser tres siglos. Quién va a acordarse, en fin, de que dijimos que era hora de cambiar. Y que íbamos a cambiar porque esto no podía seguir así.
Hablo de residencias de ancianos. En aquellos meses de 2020 las residencias fueron el epicentro del terremoto. Allí moría gente cada día, en un nivel de mortandad que no hubiéramos aceptado en ningún otro ámbito, ni siquiera en la pandemia.
Nos removió la conciencia, entonces. Que había que cambiar el modelo residencial. Moverse hacia un final de la vida más humano, menos institucionalizado. Residencias más pequeñas, pisos tutelados, los mayores bien cuidados pero en sus casas... Ahora sí que íbamos a cambiar esto.
Cuatro años después no hemos movido ni un dedo. Ni una uña, ni siquiera hemos soplado en la dirección correcta. Me lo recordaba este viernes la tragedia de Villafranca de Ebro. Que estoy seguro de que aquella no será una mala residencia, no peor que otras, seguramente mejor que muchas. Y que obviamente cumplía la legalidad. Eso es lo que me mosquea: que fuera legal que hubiera dos trabajadoras de turno en un sitio donde dormían 69 personas con evidentes dificultades de movimiento. Dos para 69.
Todo legal, repito. Lo que viene a significar sin duda que al legislador le importa un pepino. En La Rioja, sin ir más lejos, hemos facilitado por vía legal que las residencias incumplan incluso las ratios legales. El pepino que nos importa a nosotros es, parece, aún más pequeño.
Cómo vamos a pedir que nos preocupemos por el cambio climático y las futuras generaciones cuando no nos importa ni nuestro futuro yo. Que acabará en esas residencias que, seguro, habrán cambiado. Esta vez sí.
Viernes Mazón
Y qué bonita hubiera sido una tregua, ven ustedes. Que nos hubieran dicho: «Durante unas semanas, vamos a dejar de preocuparnos de nuestra guerra particular». Que, ya que el desastre se ha producido, vamos a ocuparnos más en buscar soluciones que culpables. Que, en fin, los responsables de PP y PSOE se hubieran limitado a callar y hacer, en lugar de buscar a quién colgarle el mochuelo.
Sería bonito. Es imposible. Tampoco es que los periodistas se lo pongamos demasiado fácil. La prensa nacional hispana, empujada sin duda por lo que parece tener más eco entre su clientela, se ha tirado de cabeza a la misma pelea partidista, cegada en su apoyo total al argumentario del partido de su preferencia.
No es algo bueno para nadie, esto. Al final lo que sale de abusar del pimpampum es que en realidad nos deje de importar tanto fuego de artillería. Luego nos aparecerá un Trump de Albacete y nos quejaremos.
Jueves Trump
Algún día alguien deberá explicarme lo de los antivacunas. Es una de esas cosas inexplicables: que han funcionado en la historia de la humanidad es algo imposible de ignorar. Es una evidencia palmaria, es una cuestión que no tiene el más mínimo asomo de duda. Y, sin embargo, ahí estamos. El país más poderoso del mundo va a tener a un antivacunas al frente, y eso parece ser lo que quieren sus ciudadanos. Quien fuera avestruz para esconder la cabeza y no sacarla en un par de años. O de décadas.
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