Secciones
Servicios
Destacamos
Qué difícil es soltar el poder. Y más difícil hacerlo bien: con elegancia, con largueza, con responsabilidad. Que se lo digan a Concha Andreu. Ella ha recordado varias veces cómo, al llegar en 2019 al Palacete, se encontró los cajones libres de papeles y los ... ordenadores formateados. «A Agricultura le llegó una llave (un USB de memoria, se entiende) que ni siquiera llevó el consejero», recordaba la todavía presidenta el viernes en San Millán. Lo hizo después de que Gonzalo Capellán le afeara en la tele que no hubieran comenzado aún el traspaso de poderes. «Nosotros lo haremos un poquito mejor. Un poco, que ya vale».
Lo peor de esto es que no sorprende, aunque sí da vergüenza. Es muy humano eso de acabar pensando que uno está donde está por derecho casi divino, y que cuando se tiene que ir es porque ha sido víctima de una conjura de las circunstancias y los enemigos, más allá de los errores propios. Nos pasa a todos, eso de pensarnos imprescindibles en lo que somos y hacemos, por más que la vida se empeñe en recordarnos la pura realidad. O sea, que lo nuestro es ser motas de polvo enfermas de importancia, que dejamos a lo sumo unas cuantas lágrimas y un recuerdo que al cabo se desvanece.
Ay, en fin, perdónenme la poesía barata. Ando algo descabalado desde que me convocaron las segundas elecciones en dos meses, y el mundo se me hace ahora lleno de miseria, o al menos tremendamente aburrido. A lo que iba. Ojalá Andreu tenga la generosidad que con ella no tuvieron. No creo que le importe que se lo agradezca Gonzalo Capellán (no les reprocharemos que no sean amigos, claro), pero igual sí le cae más cercano que las cosas en marcha no se descabalguen y lo que esté bien no se rompa más de lo normal en manos inexpertas.
Hablando de esas manos. Si a Andreu le toca despedirse con elegancia, a Capellán le vendría bien llegar con humildad. Viene el exconsejero a lomos de un currículum notable para un político por estos lares, y ya veremos si sabe sustraerse a ese riesgo tan humano de sentirse poco menos que divinizado.
Quizá cuando llegue al Parlamento que en dos semanas le hará presidente debería hacer lo que los generales romanos en triunfo. O sea, subirse al carro a un esclavo que les repetía, machaconamente: «Recuerda que morirás». Que eres, al fin, solo un hombre.
No hay, en principio, nada de malo en la colaboración entre lo público y lo privado. Incluso en sectores totalmente clave, como la educación o la sanidad. Nada malo, digo, pero sí algo peligroso. Y lo que ha pasado esta semana en el servicio de cita previa del San Pedro es un buen ejemplo.
Por si no lo recuerdan, resulta que ese servicio de atención telefónica está externalizado, y que la empresa que lo presta ha decidido fumigarse a la mayoría de sus empleadas. Y eso significa que cuando usted llame para pedir una cita, es posible que le atienda una amable voz desde La Coruña.
En fin, no sé. Igual resulta que el hecho de que esas llamadas las coja alguien que no haya visto el San Pedro en su vida sea una mejora para el servicio pero permítanme que lo dude desde mi ignorancia.
Una empresa privada hará siempre lo que tiene que hacer, darle dinero a sus propietarios. Que además de eso lo haga, en lo que toca a los servicios públicos, sujeta a unas condiciones severas que eviten desmanes y resuelvan el oxímoron: hacer que el interés privado sea un bien público.
Antes les venía a decir, en mi arrebato de lírica lamentable, que por mucho que nos creamos, somos pequeñitos y caducamos. Muchas veces lo pienso cuando paso por la hemeroteca de este periódico, y me doy cuenta de la enorme cadena de compañeros cuyos nombres no conozco, pero que hicieron durante los últimos 134 años lo mismo que yo hago en esta casa.
Es, aunque no lo parezca, un placer. Y algo muy divertido. Les invito a que lo compartan conmigo: por primera vez, la hemeroteca de este diario está digitalizada y al alcance de un clic en la web. Solo para suscriptores, eso sí. Que todo cuesta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.