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La democracia española, ya con diez años de vida, persiguió, castigó y metió en la cárcel a trabajadores españoles por el simple hecho de querer montar un sindicato. Peor aún: a la democracia española le ha costado más de 35 años reconocer que aquello fue ... una locura, un sinsentido y una injusticia. E intentar rehabilitar lo que se pueda, que algunas cosas ya son imposibles de perdonar y de reparar.
Estoy hablando de guardias civiles. En 1988, cuando el PSOE ya andaba por su segunda legislatura absoluta, muchos de los pioneros que quisieron montar un sindicato para defender sus derechos acabaron o bien en el calabozo o bien expulsados, y en todo caso represaliados.
Aquellas fotos quedarían para la historia. Defensores de la ley, de esos que ETA mataba un día sí y otro no, teniendo que dar ruedas de prensa como las que daban aquellos infaustos asesinos, tapados como criminales aunque con el tricornio como símbolo de lo que eran y querían seguir siendo, o sea, servidores públicos pero con derechos.
Mucho ha cambiado la cosa desde entonces, y los guardias se han ido ganando poco a poco sus espacios de representación. El jueves, el Congreso aprobaba (y no por unanimidad, ay) rehabilitar a aquellos pioneros.
Sin embargo queda pendiente el sinsentido que es la raíz de todo aquel conflicto, y de muchos de los que aún aquejan a la Benemérita: su carácter militar. No encuentro, por muchas vueltas que le dé, una justificación a que un cuerpo que es en casi todo equivalente a la Policía Nacional tenga que tener un carácter, una estructura y un funcionamiento militar, cuando es, por nombre, sentido y servicio, puramente civil. En fin, yo qué sabré. Por ahora, conformémonos con rehabilitar la memoria de aquellos hombres a los que un sinsentido les costó gran parte de su vida. Honor a ellos.
Jueves Vox
Rompe Vox con el PP, y da la curiosa impresión de que el castigado ha salido más contento del divorcio que el castigador. Los ultraderechistas han elegido para romper un asunto y un momento peor que malos. El asunto: que es obligatorio aliviar a Canarias (España, recuerdan) y compartir entre todos las cargas que uno solo tiene. Eso es patriotismo, y no llevar pulseras. Y la verdad, esa obsesión con pintar a los menores inmigrantes como hordas de devoradores de hombres (y sobre todo mujeres) no termina de coger lógica ni se asienta en ninguna realidad conocida. Vox, además, se ve coincidiendo en esto con los indepes catalanes. Más gente de pulsera y banderita.Tampoco es bueno el momento. Porque demuestran ser más Orbán (y Putin, por tanto) que Meloni y porque, aunque no tenga nada que ver, ahora mismo cuando el españolito común junta las palabras «menor» e «inmigrante», le aparece la cara de un tal Lamine. Y vete a pelear con eso.
Hoy Fútbol
Pues hemos llegado hasta el último día. Cuatro domingos seguidos dedicando este final de repaso a la selección de fútbol. Con lo bien que ha ido, no es cuestión de cambiar ahora, en el último paso. Fuerza pues, chavales. La verdad es que, gane este equipo o pierda, lo suyo ya lo han hecho. Enseñando de paso alguna que otra lección cívica. En eso no ha tenido poca importancia «nuestro» seleccionador jarrero. Un tipo al que da gusto oír: sensato, firme y sin dar una voz. Un modelo de cómo debe ser un tío que manda.
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