Llevo años apuntándome a todas las redes sociales que van surgiendo. No tengo gran costumbre de escribir, pero miro mucho. Es divertido, es aterrador. Últimamente ... me tiene muy entretenido el éxodo de Twitter/X a Bluesky. La primera, llena de trolls, brutos y nazis gracias a Elon Musk, ahuyenta hacia la segunda a mucha gente, casi toda de izquierdas. Todos felices, cada uno en su burbuja, diría.

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Porque eso es lo que nos gusta, en el fondo. La burbuja. Sentirnos refrendados , queridos, poco puestos en cuestión, razonables y centrados.

Ando absorto, por ejemplo, viendo las reacciones a la soberana tirada de manta del 'conseguidor' Aldama. Y cómo la vida da vuelta sin que muchos, en fin, parezcan darse cuenta ni ver lo chistosos que resultan.

No ha pasado una década desde que un presidente del gobierno cayó por culpa de la corrupción. Bien caído, por cierto: todo lo que había rodeado al PP durante aquellos años era demasiado insoportable como para dejarlo correr simplemente con lo judicial. Para aquellas sentencias y aquella caída fueron fundamentales los testimonios y las pruebas de criminales confesos y rajadores. Bárcenas, ya recordarán.

Qué mentiroso, cómo vamos a creer a un criminal, decían los propios. Qué vergüenza, hay que derruir Génova, decían los ajenos.

Ay, ahora. Qué méntiroso, cómo vamos a creer a un criminal, dicen los propios, antes ajenos. Qué vergüenza, hay que fusilar a Sánchez, dicen los ajenos, antes propios. Políticos, opinadores, tuiteros, simpatizantes de a pie, periodistas.

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No sé si soy el único al que todo esto le tiene divertidísimo. A la mayoría no, parece: andan demasiados ocupados en acallar la evidente disonancia entre sus partidismos y la realidad que les rodea. Como gritándose todo el rato por dentro «los míos no, los míos no».

Domingo Valencia

Ahora que ya no miramos

Nada supera a la tragedia de perder a 220 (o más, que la cuenta sigue) familiares, vecinos, queridos. A los valencianos les queda, ahora, lo más duro: recuperar todo cuando los focos ya no iluminan. Cosa que es lamentable, pero que siempre pasa y es inevitable. Todavía dura la ola de solidaridad, pero frena, y frenará más, y nos olvidaremos al menos un poco.

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Y entonces, todo lo que ahora es exigencia ineludible y urgente se verá superada por otras exigencias ineludibles y urgentes, las promesas seguirán ahí pero ya no picarán tanto, los testimonios de los que sufren ya incomodarán. Será la dura prueba de los valencianos, y el test de vergüenza del resto. Qué pasará cuando ya no miremos, cuando estén más solos, cuando, en fin, algunos nos hayamos olvidado. No deberíamos: en La Rioja se organizan cosas en las que muchos podrían ayudar, como esa supercena solidaria que han organizado los cocineros riojanos. Busquen «Desde Valencia Para Valencia» en la web. Y si pueden, apúntense.

Viernes Fiesta

Dejar huella

Nos dimos una fiesta el viernes. Bueno, nosotros y otros 450, que no es para despreciar la compañía, por calidad ni por cantidad. Celebrando los 135 años e instituyendo, por vez primera, unos premios Impronta que perdurarán. Para gente que deja poso. Un placer escuchar el verbo casi inmejorable del sabio García Turza, o recordar el éxito atronador del seleccionador De la Fuente, o el esfuerzo asociado del Orfeón Logroñés. Fue una bonita noche: es bonito saber que hay riojanos que son capaces de dejar huella así.

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