Un último repaso

Dejar atrás cualquier cautela

La semana anterior (o la otra, no sé) Israel bombardeaba una pretendida zona segura humanitaria. El cráter era tan grande que los cadáveres había que sacarlos con pala. Y a los pocos días era en una escuela o un hospital de la ONU, ya no sé, se me mezclan los días. Que, decían, los terroristas usan a la población de escudos humanos.

Da igual todo, ya. Los terroristas hacen la matanza que se supone de su nula humanidad, pero Israel ha respondido haciendo lo mismo. Y subiendo cada día un paso más en la escalera, dejando atrás las cautelas y los remilgos; ambos, pero sobre todo el más fuerte, que es Israel, se encaminan hacia un destino que nadie sabe dónde puede estar.

Metido hasta el cuello en una espiral de acción/reacción increíble, Netanyahu y su gobierno llevan a su país hacia no se sabe dónde. ¿Qué pretenden hacer? ¿Matar a los millones de palestinos que quedan? ¿A la mitad del Líbano? ¿Cuál es su visión de futuro? ¿Piensan alguna vez conseguir algo de paz para su población?

Ya lo dudo. El principal objetivo de un halcón para sobrevivir al frente de su país es tener siempre un enemigo compartible y sencillo. En el occidente europeo son los inmigrantes, que ya son, dicen las encuestas, el principal problema que ven los españoles aunque, en puridad, ningún dato lo justifique. El halcón israelí lo sabe, y sigue peldaño a peldaño. La supervivencia de su país, que está creando una nueva generación de niños que lo odiarán por siempre, es lo de menos.

Adiós a la humanidad: solo el horror queda por delante.

Que no se engañen los venezolanos. Ellos, en realidad, nos dan igual. A ver, me explico: nuestra empatía total, la de la gente de a pie, con todos los pobres venezolanos que sufren lo que sufren y que incluso han tenido que venir hasta aquí (cada vez más, lo contaba el otro día Iñaki García) para buscarse las habichuelas.

Pero lo que es a nosotros como país, como parlamento o como gobierno, Venezuela nos la refanfinfla. Lo único que a nuestra esfera política le ha importado de la dictadura venezolana en los últimos años ha sido siempre lo mismo: si se la pueden tirar a la cabeza al rival o no. Ahora, estos días, parece que sí, que podemos. Así que venga de ruido, de barbaridades sonoras y de omisiones igual de sonoras, de palabras gruesas y llamadas a la libertad del pueblo venezolano.

Eso pasará, y nada cambiará, y nosotros chiflaremos hacia otra vía. Porque, en realidad, Venezuela al PP y al PSOE no les importa. Háganse a la idea.

Hablé en toda mi vida dos o tres veces con Gerardo Cuadra. Pero tenía una simpatía brutal por él como persona y por lo que ha significado en La Rioja, por su trayectoria y por las obras que nos ha dejado. Hacía falta mucho criterio y algo de dureza imponer su visión de una arquitectura del siglo XX nada menos que en la iglesia riojana de los años 60. Y lo hizo, enfrentándose a lo que dice habitualmente el pueblo llano en esos casos: novedades no, prefiero lo de siempre. La gente como Cuadra prefiere otra cosa: abrir caminos.