La opinión de los representantes de los agricultores

Una situación que, como añade, se ve agravada por las «diferentes reglas de juego» con las que se manejan productos de terceros países frente a las exigencias y la trazabilidad que se impone a la producción nacional. «Nuestros estándares de calidad son mucho más elevados; resulta imposible poder competir en precio», opina para censurar «a los políticos que en los mítines siempre defienden el mundo rural pero luego se olvidan de él».

La 'tractorada' del miércoles no será un gesto aislado, sino un escalón más en las demandas que el agro riojano lleva enarbolando desde hace años y solo la pandemia ha contemporizado. Así lo subraya Óscar Salazar, destacando cómo la «situación límite» alcanza a prácticamente todos los ramos de la agricultura y la ganadería, sometidas a la posición de dominio que ejercen las multinacionales y la gran distribución. «Esto excede lo puramente económico», opina el presidente de UAGR-COAG, «es un problema social e incluso de Estado». La coyuntura que ha venido sufriendo el sector se ha visto agravada por la escalada de los precios de las materias primas, sin olvidar una cuestión clave para Salazar: la imagen de los profesionales. «Desde el Ministerio y la Consejería de Transición Ecológica se nos pinta como enemigos del Medio Ambiente, cuando somos sus defensores y estamos en el territorio», recalca.

Lo peor no es quizá la situación «crítica» que atraviesa el sector, sino la continuidad en el tiempo de las dificultades. «Hay algunos compañeros y explotaciones que llevan años arrastrando pérdidas y su continuidad es ya inviable», avisa Néstor Alcolea. Si para los veteranos es complejo mantenerse, atraer a los más jóvenes resulta una quimera. «En condiciones así, el relevo generacional es una heroicidad», declara el técnico y secretario de Organización de UPA-Rioja. Un detalle nada banal en un escenario de envejecimiento y pérdida paulatina de efectivos dentro de un sector clave no solo en lo económico, sino en lo demográfico y social. «Estamos hablando de un problema estructural», alerta antes de apuntar soluciones que pasan por hacer más atractiva la agricultura y la ganadería. Es decir, aportar ayudas y medidas que hagan rentable la actividad, porque «eso sí sería un mensaje inequívoco de respaldo».