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Es difícil llegar a un consenso en un tema con tantas aristas como el uso de los dispositivos tecnológicos entre los menores y la mejor edad para que los niños acceden a un teléfono móvil. También, si existiese, resultaría enormemente complicado llevarlo a la práctica ... porque cada familia (y cada menor) es un mundo. Pero los expertos coinciden en que retrasar la exposición de los chavales a las nuevas tecnologías y controlar su uso son siempre dos buenas ideas.
El pediatra Francisco Escudero asegura que «no se puede asegurar científicamente que el móvil afecta al desarrollo del niño, pero sí que es evidente que hay patrones que cambian». Por su consulta ha visto pasar a pequeños «que de repente están más tristes, con peor rendimiento, con problemas de comportamiento o agresividad. Y eso muchas veces está relacionado con los móviles porque hay críos que son acosados, otros que se quedan aislados...».Escudero también constata que el uso de teléfonos y otros dispositivos entre chavales, muchas veces niños de 8 y 9 años, «es cada vez más extenso y precoz». Y eso abre las puertas «a contenidos inadecuados, pornografía... No hay una recomendación de edad, pero tengo claro que cuanto más tarde en el tiempo y más controlado en cuanto a búsquedas o contactos, mejor». «Por ejemplo, un niño nunca se puede llevar el móvil a su habitación por la noche. No va a controlarse, perderá horas de sueño, bajará su rendimiento...», explica.
El colegio Montessori es una 'rara avis' en el sistema educativo riojano: ni pizarras electrónicas, ni tablets, ni móviles... «No hay necesidad. Priorizamos otros recursos que responden a las necesidades de los niños», indica Yolanda Garrido. Y su centenar de alumnos de Infantil y Primaria parece que no los echan de menos: «Lo asumen con naturalidad. Nunca nos han pedido el uso de estas tecnologías».La idea es que el aprendizaje se desarrolle acompañado por el entorno, por lo que desde el centro «se conciencia a las familias de que minimicen el uso de móviles delante de los niños». Porque Garrido cree que en las edades tempranas «hay que sembrar semillas de interés» y pone por ejemplo la lectura: «Cuando hay una tablet, va a ganar al libro. Pero si en Primaria se ha sembrado esa semilla, brotará». Eso sí, los alumnos de Montessori no saldrán al mundo siendo unos luditas. «Si un día hay que poner un 'power point', se pone. Y al final de Primaria se les forma para mandar un correo electrónico, ofimática... Son unos contenidos más».
Acaba de participar en una de las citas europeas más importantes sobre nuevas tecnologías en las aulas, pero Guillermo Medrano reconoce que estas no deben entrar en clase a cualquier precio: «Es un arma de doble filo. La tecnología es motivadora, pero la clave es el aprendizaje. Si la usas con objetivos, está muy bien. Si es para entretener, es un error».Los docentes deben ser la herramienta para que todo funcione y para Medrano no solo sirve contar con una certificación de competencias digitales. «Saber mucho de digital no garantiza estar preparado para enseñar», señala. «Ha habido mucha financiación y las tablets están en las aulas, pero si no se les sabe sacar partido se convierten en posavasos», ironiza. Y, respecto a la edad de uso de un móvil, Medrano es partidario de retrasarla. «A los 13 años hay pocos que estén preparados. Yo, como el juez Calatayud, creo que la edad es cuando puedan pagárselo. Es decir, cuando tengan cabeza para controlarlo porque aunque parezca que dominan, es muy fácil liarla», recalca.
'Nuestros hijos en la red', último libro de la comisaria Silvia Barrera, desentraña los riesgos que pueden vivir los menores en el mundo virtual, un universo a veces oscuro. Pese a todo, Barrera asegura que «no hay que criminalizar internet, sino darle buen uso». Y para eso hay una receta: «La supervisión».
«Cualquier edad puede ser de riesgo. No se trata de madurez, sino de la responsabilidad de los padres en el acompañamiento», incide. La comisaria recuerda «que la edad mínima para tener una cuenta en una red social es habitualmente 14 años, con alguna excepción de 13». «Si se crea un perfil antes, debe ser gestionado por los padres, sin datos personales y con los contactos limitados a conocidos», recuerda.
Para Barrera, lo ideal es «dilatar la llegada de los móviles», ciñendo su uso a fines educativos y «con supervisión, ayuda y un clima de confianza». «Si le damos a un chaval de 18 años un móvil tras habérselo prohibido, va a consumir todo lo que no ha podido antes y va a ser peor. Por eso es tan importante formar», resalta.
Proyecto Hombre cuenta con el programa 'Reconecta' que ayuda a familias a las que las nuevas tecnologías les han dinamitado la convivencia. «No son casos extremos, sino familias muy preocupadas porque cuando le piden al chaval que deje el móvil se pone agresivo. También por conductas violentas, porque se ha aislado y ha dejado otras aficiones, ha bajado el rendimiento...», explica Óscar Pérez.
El responsable de Proyecto Hombre ha visto «chicos de 9 años con problemas a causa de los móviles. De ahí hasta los 21, aunque la mayor problemática se presenta entre los 14 y los 16», señala. No se trata solo de un abuso, sino de «apuestas online, redes, pornografía...».
La clave reside en «la falta de límites». «Es una negociación continua: solo los fines de semana, después de acabar los deberes, un determinado tiempo... Siempre hace falta un control parental, pero no fiarlo todo a ese control, sino que hay que acompañar durante la adolescencia. Al igual que se les lleva al colegio, hay que llevarlos por el mundo digital», concluye.
ARAD, entre otros desempeños, trabaja cada día con más padres cuyos hijos abusan del móvil y las nuevas tecnologías y eso, a María Milagro, psicóloga de la asociación, le preocupa: «El acceso temprano no es neurobiológicamente adecuado». «Creo que lo mejor es retrasar la edad de acceso porque los niños tienen la capacidad de usarlo, pero no de controlarlo», resume.
Milagro aporta dos ideas: «Retrasar el acceso lo máximo posible y que los padres utilicen los recursos existentes (escuelas de padres, cursos...) porque muchas veces no es que no les preocupe qué hacen sus hijos, sino que no están preparados».
Desde ARAD también se aboga por «los sistemas de control parental» pero con el añadido de «estar siempre pendiente del uso: qué busca, cuáles son sus contactos, explicarles los peligros...». «Porque ya hay niños con 8 y 9 años que tienen problemas. El acceso más temprano deriva en consultas más tempranas», advierte la psicóloga de la asociación.
Doctor en Psicología e investigador en temas relacionados con menores e internet, Joaquín González-Cabrera responde que «no hay una edad para los móviles», pero sí unos requisitos: «Cuando el menor sea suficientemente maduro para hacer un uso adecuado». «El carnet de conducir no te lo dan por cumplir 18 años, sino por superar unas pruebas», recalca. Este experto de UNIR además pone como condición «un contrato parental sobre usos, tiempos, lugares, cuáles son las contingencias si algo no sale bien... Todo debe quedar pactado y trabajar sobre una norma».
Pero reconoce que entregar un teléfono a un menor de entre 10 o 12 años es un riesgo: «Será muy difícil que lo use bien incluso con mediación parental».
Además, respecto al 'boom' tecnológico vivido en las aulas, este profesor indica que «no existe evidencia tecnológica de que los nuevos medios sean notablemente superiores a los clásicos. Creo que no hay razones suficientes para justificar todo el gasto que se ha producido».
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