Olor a flores y sabor a recuerdos

El recuerdo íntimo que cada día se profesa a quien ya no está se hace público y masivo cada 1 de noviembre. Hoy no ha sido menos, y los cementerios de la comunidad entera se han colmado de flores y oración en recuerdo de los fallecidos.

Familias al completo han peregrinado hacia el camposanto donde yacen los suyos, cumpliendo el ritual que excede lo religioso y remite a la fidelidad de la memoria. Es una jornada de pesadumbre y respeto, pero también de orgullo por el reencuentro y la conexión con quienes siguen teniendo una importancia crucial en el presente aunque habiten en el pasado.

Todos los Santos es el día para apartar el polvo de las lápidas, arrumbar los crisantemos marchitos y sustituirlos por los recién cortados. También para llenar de agua los floreros, sacar brillo al mármol, apartar las hojas secas. Recorrer el camino que cada año conduce a las mismas fotos en sepia y observarlas en silencio, en una soledad compartida que certifica que la desmemoria vuelve a ser derrotada.

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