La gata Simba vuelve a su casa en Logroño después de catorce meses

Y así sucedió la odisea de Simba, el gato de la familia de Cristina Rodríguez, residente en Amorebieta (Vizcaya) y que veranea en Villa Patro (Lardero). El 15 de julio de 2023 Simba desapareció. «Somos una familia numerosa: cuatro hijos, mi madre y hermana; y quizá hay más descuido de que una puerta se abra y el gato pueda salir sin darnos cuenta», piensa Cristina, quien no sabe bien cómo pero el caso es que el último día de las vacaciones del año pasado en La Rioja perdió al gato.

«Lo buscamos unas horas pero nos tuvimos que marchar. A los tres días volví e hice noche. Me puse en contacto con los vecinos por si lo veían. Entonces no tenía redes sociales y me las tuve que hacer», recuerda Cristina, quien también se puso en contacto con las asociaciones protectoras La Cigüeña de Lardero y Villamichinos de Villamediana, que atienden a varias colonias felinas, por si Simba aparecía en alguna de ellas. No era la primera vez que el gato 'escapaba'. Años atrás, durante otras vacaciones en Palencia, Simba disfrutó de las suyas propias a su aire durante veinte días. «Ya había salido más veces pero en casa, donde conoce el entorno, pero en Lardero no», explica Cristina.

Aquel verano colocó carteles por todo Lardero con la foto de Simba y el anuncio de su extravío. Recibió llamadas, pero ninguna fructífera. Aparecieron gatos parecidos que le hicieron mantener el optimismo durante un tiempo, pero nada. «Volvimos varias veces a buscarlo y era como si hubiera desaparecido», reconoce la dueña del gato. Y tal era ya la desesperanza que la familia adoptó dos gatos por medio de La Cigüeña, Loky y Mía. «Nunca esperas que, pasado tanto tiempo, aparezca y esté bien. El miedo es que le haya pasado algo», advierte Cristina.

Y, de pronto, el 16 de septiembre APA Rioja anuncia que ha encontrado un gato cariñoso y castrado en una colonia felina de la calle Marqués de Murrieta de Logroño, evidentemente un animal doméstico. Y Cristina reconoce a Simba. «Después de catorce meses, de pronto vi que había aparecido. Simba había ido acercándose poco a poco a la cuidadora de la colonia y por eso lo rescataron. Ya había perdido la esperanza, si no, no hubiera adoptado a otros dos gatos. ¡Ahora tengo tres!», exclama. Y sus vecinos de Villa Patro, que todo este tiempo han estado atentos, no se lo creen. «Cuando cogí a Simba no había entrado la ley en vigor pero ahora ni se me ocurría tenerlo sin microchip. Ha sido una odisea», cuenta Cristina, satisfecha de volver a tener en casa a su gato.