Mari Carmen y Juli, vecinas de la localidad vizcaína de Portugalete, aprovechan a jugar al tres en raya entre los árboles del Jardín Botánico de La Rioja mientras se resguardan de una jornada sofocante. SÜLEYMAN EVRAN/SADÉ VISUAL
Azofra

Un oasis por descubrir para conectar con la naturaleza

El Jardín Botánico de La Rioja ofrece una experiencia singular para descubrir las especies vegetales mediante caminos de hierba y senderos que se pueden recorrer descalzos

Domingo, 14 de julio 2024, 08:15

Con la mirada puesta en el jardín vertical creado sobre piedra y hormigón en el lateral exterior del centro de interpretación del Jardín Botánico de La Rioja, las preocupaciones parecen muy lejanas, casi irreales. Mari Carmen y Juli, dos vecinas de la localidad vizcaína de ... Portugalete a las que les gusta la naturaleza y «la marcha», se mostraban satisfechas nada más adentrarse en este espacio tan singular. «Está muy bonito, fíjate que hemos preguntado qué hay que hacer para realizar voluntariado», resalta la primera de ellas.

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Ambas comenzaban esta aventura con la pretensión de marcharse de las instalaciones «por lo menos más sanas, habiendo respirado mejor. Solo por el colorido y todos los recursos que hay, es una pasada; te vas a casa mejor», afirma Mari Carmen. Todo debido, en parte, a que «estás entre plantas, árboles y energía, pero de otra forma, porque no es la de la ciudad», añade Juli antes de continuar con la visita por otras zonas.

Nada más llegar al punto inicial del recorrido, se vislumbra un cartel que indica que se puede recorrer el jardín descalzo. Toda una posibilidad que engrandece todavía más la visita, porque permite conectar de verdad con la naturaleza del entorno. Hay zonas en las que perderse y disfrutar de poder pisar el césped, como el sector cercano a las plantas aromáticas, que también permiten deleitar (y mucho) al sentido del olfato.

«Es un mundo de fantasía, de paz, de ciencia, de espiritualidad... un mundo por descubrir»

Antonio Bartolomé

Fundador y director del Jardín Botánico

«Solo por el colorido y todos los recursos que hay, es una pasada; te vas a casa mejor»

Mari Carmen

Visitante

«Estás entre plantas y árboles, entre energía, pero de otra forma, porque no es la de la ciudad»

Juli

Visitante

Este privilegio es, de hecho, una de las cosas que «más les sorprende a los visitantes después del tamaño», reconoce Antonio Bartolomé, fundador y director del Jardín Botánico de La Rioja. Quienes se adentran en el interior de este espacio natural también admiran «la cantidad de cosas que hay, lo bien que se lo pasan los chiquillos y nuestra cerveza, que es estupenda», destaca con una sonrisa.

Durante el recorrido por los distintos espacios solo se escucha el zumbido de alguna mosca. En ocasiones, se percibe la presencia de los insectos y el canto de los pájaros, que de vez en cuando también se ocultan entre los árboles. Al poco, se distinguen unas voces por el jardín. Son Juli y Mari Carmen. «¿Dónde estás?», pregunta la primera. «Aquí detrás, ven», le contesta su acompañante.

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 Apenas transcurren unos minutos, esta cronista se encuentra otra vez con ellas. En esta ocasión, estas dos risueñas vecinas de Portugalete aprovechan a descansar de su visita jugando al tres en raya en un lugar un tanto escondido y particular: bajo los árboles, resguardadas del bochornoso calor de la jornada. «Aquí estamos, aprovechando lo que hay», afirman con una sonrisa antes de terminar la partida sobre este medio tan natural. Como este, hay otros espacios que resultan desconocidos y que no siempre son descubiertos por los turistas. «A veces hay quien se pierde en la cabaña del Jardín Botánico o gente que, simplemente, visita el guardaviñas. Es algo que vamos dejando ahí para que se descubra», detalla su fundador.

Durante el recorrido, que a pesar de ser libre está «muy señalizado» para que los visitantes sepan en todo momento las especies que están vislumbrando, pueden encontrarse «con otras personas que están observando y disfrutando». También pueden toparse «con la soledad». «Cuando se busca, se encuentra», reconoce Bartolomé antes de destacar que el Jardín Botánico «es un mundo de fantasía, de paz, de ciencia, de espiritualidad... un mundo por descubrir». Lo mejor que puede suceder es que «se pierdan, porque hay colecciones de bonsáis, echeverias, coníferas, robles... un mundo precioso por conocer, pero los riojanos todavía no lo han descubierto del todo», reitera.

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«Necesitamos más»

Tras un año de abundantes precipitaciones, el Jardín Botánico de La Rioja no requiere de agua... pero sí de un mayor respaldo económico. «Ha llovido bastante y no nos falta agua por la canaleta, pero algunas colecciones necesitan ya un mantenimiento severo y ciertos tratamientos», expone Bartolomé antes de apuntar que «hay que renovar la maquinaria».

Para ello, la ayuda que presta el Ejecutivo regional a través del convenio de colaboración suscrito por ambas partes resulta «importantísima en todos los sentidos». «Sin él no sería posible mantener esta casa, pero necesitamos algo más para seguir adelante», lamenta Bartolomé. No en vano, con la financiación de este acuerdo, que está dotado con 120.000 euros, también llevan a cabo una labor educativa y divulgadora.

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Hoy, aula para «conocer, respetar y amar» las aves rapaces

Durante todo el año, el Jardín Botánico de La Rioja organiza actividades que hacen que cada visita se convierta en una experiencia única. Hoy, a las 10.45 horas, Rebeca será la encargada de dirigir el aula de rapaces, plumas y escamas, en la que los visitantes aprenderán a «conocer, respetar y amar» estas especies. La entrada, que incluye el acceso al jardín, cuesta 10 euros, pero es gratis para menores de 3 años. Reservas, en info@jardinbotanico.net.

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