«Nunca voy a volver a ser el mismo que antes del covid»

Marcelo no se encuentra bien. Lo peor es la fatiga, el cansancio continuo en el cuerpo y las pérdidas puntuales de memoria que le han afectado en su día a día. Son solo algunas de las secuelas que el covid le dejó en un cuerpo que no reconoce. tiene 39 años y siente las molestias de un anciano. «Es como si me hubieran puesto 40 años encima», cuenta él mismo.

Su vía crucis personal comenzó en octubre de 2020. Lo primero fue un dolor de cabeza, luego la fiebre constante y a los pocos días estaba en la habitación 645 del San Pedro. Ni 24 horas después luchaba por su vida en la UCI. A los dos meses despertó y las primeras palabras, entre hilillos, fueron para su mujer: «Te quiero muchísimo, ten paciencia, me voy a poner bien».

Comenzó una carrera de fondo con demasiados obstáculos físicos y psicológicos. A los pocos días de salir del hospital su madre falleció y pese a los apoyos recibidos por parte de su esposa, sus hijos, amigos y su familia de Bolivia, confiesa que fue muy difícil empezar de cero, aprender a caminar, a comer. «Para una persona que siempre ha sido autosuficiente como yo estar en silla de ruedas era muy duro».

Han pasado más de dos años desde que enfermó y está incapacitado para trabajar. Lo intentó, pero fue inútil. Siente una pesadez constante que es, dice, lo más difícil de sobrellevar. Los pulmones tampoco le permiten hacer una vida normal porque a nada de frío que coja, enseguida tiene infección y «si tengo al lado a alguien que fume o que haya polvo de obra todo eso me afecta a la salud».

La situación, reconoce, también le ha dejado tocado psicológicamente. «Al no poder trabajar ni tener una vida normal, cuando antes era el cabeza de familia, me da mucha rabia». Su matrimonio se resintió. Sus cambios de humor y sus miedos fueron uno de los detonantes del malestar en la pareja. «Alguien a quien no le pasa es muy difícil que entienda por el proceso por el que estás pasando, es todo muy complicado».

A día de hoy «estoy con psicólogos y psiquiatras» y aunque ha avanzado mucho físicamente, aún le flaquean las fuerzas y la rigidez sigue ahí. «Te sientas media hora y es como volver a empezar, como si fuera una persona mayor con los músculos ya rígidos», relata. La morfina le ayuda a sobrellevar los dolores en las manos y en los pies.

Está aprendiendo a llevar mejor las cosas y a valorar la vida aunque, dice, «soy consciente de que nunca voy a volver a ser el mismo que antes del covid».

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