Secciones
Servicios
Destacamos
«Yo nunca jamás le pedí a este señor que me dejara la herencia, él se ofreció a cambio de que le cuidara. Yo no sabía que tenía otro testamento a nombre de su sobrino», así lo ha declarado este lunes en la primera sesión ... de juicio el acusado de envenenar con desatascador al hombre al que cuidaba para hacerse con su legado. El anciano, de 82 años, según su versión, había ingerido voluntariamente el ácido con la intención de suicidarse y así lo corroboraría, también según la versión de su abogado, una carta manuscrita en la que la víctima reprochaba a su familia su desantención y alababa los cuidados que recibía del acusado.
Del día del suceso, ha relatado que como no desaguaba bien el baño, el hombre al que cuidaba le dijo que le acompañara a comprar un desatascador. «Él se quedó en el coche y yo entré a comprarlo». De ahí fueron a casa del acusado a comer y después regresaron al domicilio del anciano. Una vez allí, la víctima dejó el bote con el producto en un mueble del salón.
Aquella tarde, era el 4 de agosto de 2020, estuvieron viendo La Ruleta, le gustaba ese programa, y el procesado, sobre las 23 horas, se fue a dormir a su habitación. En la mesa del salón había tabaco y pastillas. Sobre la 01.00 horas empezó a oír ruidos, se levantó y vio al hombre tumbado boca arriba en el sofá, tenía estertores, «hacía ruido con la garganta». Llamó al 112 pidiendo que fueran rápido «para salvarlo» y pidió a los médicos que le salvaran, lo mismo «les dije a los médicos de urgencias».
Cuando llamó al 112, ha explicado, avisó de que el hombre se había tomado el desatascador «porque la botella estaba encima de la mesa y estaba abierta». No obstante, en la grabación de la llamada que se ha podido escuchar en la sala, se oye al procesado decir que se había tomado muchas pastillas, que sangraba por la boca, pero no que hubiera ingerido desatascador.
En la primera sesión de juicio contra A. V. M., que se enfrenta a 23 años de cárcel, ha detallado que conocía a la víctima de antes de la pandemia, en ocasiones coincidía en un bar del mismo barrio logroñés en el que ambos residían. La relación empezó a intensificarse cuando el procesado estuvo de baja, luego llegó la pandemia y el anciano que «tenía mal genio», ha indicado, le dio 150 euros para que le hiciera la compra. No tenía ningún familiar que lo hiciera.
En julio le dio un ictus, el acusado estaba con el hombre en casa y llamó a la ambulancia. Estuvo ingresado y el encausado permaneció a su lado los cuatro días que permaneció en el San Pedro. «Le lavaba y le cambiaba, hacía todo». Ningún familiar le visitó entonces y eso le «afectó mucho», ha indicado. A partir de ese momento, el procesado se trasladó a casa del anciano de 82 años, que sólo tenía un sobrino. «Estaba en su casa todos los días y todas las noches», ha señalado y »si tenía que salir del piso para hacer algún recado, dejaba en casa a mi hijo y a la novia de mi hijo«.También su mujer iba a casa del hombre, en ocasiones para hacer la limpieza.
La relación del anciano con su familia, que apenas tenía secuelas del infarto cerebral -salvo que se cansaba más al andar- era prácticamente nula, de hecho, ha relatado que en una ocasión, después de que al hombre le diera el ictus, el sobrino se puso en contacto con él para preguntarle si era cierto o no lo que le había pasado.
En otra ocasión, el procesado se encontró con el sobrino en la calle, le dijo que su tío había tenido problemas con el sujeto al que le había alquilado el trastero y le respondió que no quería saber nada.
El procesado, de 46 años, se enfrenta a una pena de 23 años de cárcel por un presunto delito de asesinato con alevosía. El fiscal pide además la medida de libertad vigilada del encausado por 10 años, así como el pago de una indemnización de 300.000 euros a los herederos de la víctima.
Los hechos por los que está siendo juzgado, según la versión de la Fiscalía, comenzaron a gestarse a principios del mes de junio de 2020, en plena pandemia de covid. Por entonces, el hombre que después se convertiría en víctima alquiló al procesado una plaza de garaje y un trastero que tenía en la calle Beratúa de Logroño.
A raíz de estos primeros contactos, el acusado, de 46 años, comenzó a ejercer funciones de asistente de su víctima, que entonces tenía 82 años. En un primer momento, le acompañaba durante un día, pero con el tiempo, como el hombre sufrió un ictus por el que estuvo hospitalizado del 11 al 14 de julio, llegó a pernoctar en su casa. El anciano, que entre otras secuelas sufría falta de movilidad, necesitaba mayor atención.
Transcurridos tres días desde que el hombre fue dado de alta en el hospital, el acusado le acompañó al notario para otorgar testamento a su favor a cambio de que le cuidara y le asistiera hasta que falleciera. El nuevo testamento revocaba otro anterior en el que a partes iguales legaba todo a sus sobrinos.
El 4 de agosto de 2020, el procesado acudió a un establecimiento de productos de fontanería para comprar un producto desatascador profesional. Esa misma noche, añade el fiscal, el acusado administró a la persona a la que cuidaba una dosis de un medicamento, Noctamid, superior a la normal para provocarle somnolencia. Cuando se encontraba en ese estado de letargo que le impedía defenderse, le hizo ingerir parte del desatascador que había adquirido por la mañana con el propósito de «causarle la muerte y poder heredar sus bienes».
Pasado un tiempo desde que ingirió el desatascador, el acusado llamó al servicio de emergencias SOS Rioja. Tras acudir el personal sanitario al domicilio, y después de una primera asistencia, fue trasladado al servicio de urgencias del Hospital San Pedro, donde ingresó a las 02.32 horas del 5 de agosto. La víctima falleció a las 07.50 horas de ese mismo día como consecuencia de un «fallo multiorgánico secundario a perforación gástrica y la causa inicial o fundamental, perforación gástrica por ingesta de producto químico ácido».
Para la defensa, que solicita la absolución puesto que no considera que existe delito, la víctima habría ingerido voluntariamente el desatascador con la intención de suicidarse, un producto que previamente, a petición del hombre, ambos habrían ido a adquirir a una establecimiento de Logroño. Antes de tomar el ácido, el anciano habría tomado una gran cantidad de pastillas Noctamid que tenía pautadas, pero que en ningún caso le habrían producido el estado de somnolencia del que habla el fiscal.
El abogado del procesado apoya su versión en dos cartas que el fallecido dejó escritas de su puño y letra. En una de ellas, la otra es ilegible, reprochaba a su familia que se hubiera desentendido de él y alababa la actitud de su cuidador. Les decía que ellos no habían estado ahí para cuidarle. Concluía la misiva explicando que ese iba a ser su último escrito. .
El anciano, que había nombrado heredero a su cuidador, según el relato de la defensa, esperó a que el procesado se acostara para ingerir el ácido que finalmente le mató. El ruido despertó al acusado que acudió a socorrer al hombre, incluso llamó al 112 para pedir ayuda y tratar de salvarle la vida.
El acusado, a cuyo favor otorgó testamento la víctima a cambio de que le cuidara hasta su muerte, le describió como un hombre bebedor y fumador y de carácter arisco.
El abogado considera que la acusación de asesinato está basada en el prejuicio y antes de comenzar la declaracion del acusado ha pedido que se incluyan como pruebas del caso varias fotografías de su cliente con la víctima en Salou y en San Sebastián, a donde ambos viajaron juntos días antes de la muerte del anciano, quien creía que ya no podría volver más a esa playa. Al parecer, el hombre al que cuidaba le habría pedido que le llevara a pasar unos días de vacaciones al municpio catalán, primero, y a la capital guipuzcoana después, donde había conocido a su primera novia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.