El juicio contra los dos acusados del crimen del profesor Pedro José Sáez encara su recta final. Este lunes se ha celebrado la sexta y última jornada de la vista y este martes está previsto que el jurado reciba el objeto del veredicto para que ... comience su deliberación.
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La sesión ha terminado con la última palabra de las dos personas que se sientan en el banquillo de los acusados y que, en el momento del crimen, mantenían una relación sentimental. «No tengo nada que ver en todo esto. Yo le tenía mucho respeto al señor Pedro José. Nunca sería capaz de hacerle daño», ha dicho la mujer. «No conozco al señor. Nunca he matado a una persona», ha replicado el varón marroquí, que también ha pedido «un papel para presentarlo a la Policía de Foggia para el permiso de trabajo».
Antes, las cuatro partes (acusación pública, particular y las dos defensas) se han dirigido a los nueve miembros del jurado popular para desgranar todos los datos de un crimen que tuvo lugar el 18 de febrero de 2020.
Primero han sido las acusaciones las que han presentado, con algunas variantes, sus tesis como añadir 10 años de libertad vigilada a los 16 de cárcel que solicita para el varón (14 por homicidio y dos por obstrucción). El fiscal ha mantenido una clara diferencia entre la acusación al hombre, al que imputa un delito de homicidio, y el de la mujer, a la que considera autora de sendos delitos de obstrucción a la justicia y encubrimiento y para la que pide cuatro años y medio de cárcel.
Más ha variado la posición de la acusación particular quien, tras las declaraciones de policías y forenses, ha decidido acusar a ambos de sendos delitos de asesinato (o subsidiariamente homicidio) ya que entiende que la mujer es «el principio y final de estos hechos» y que existió una clara intención. «Cuando le envío a a casa de Pedro José tiene que prever que eso podría provocar su muerte», ha argumentado recordando que los forenses hablaron de «golpes muy fuertes con varios objetos en la cabeza» por lo que entiende que existió «alevosía sobrevenida» y solicita 29 años de cárcel para cada uno (25 por asesinato y cuatro por obstrucción).
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Por su parte, las dos defensas han solicitado la absolución de los encausados al entender que no existen pruebas para vincularles con el crimen.
El primero en exponer sus conclusiones ha sido el fiscal, que ha mantenido que existe «prueba indiciaria suficiente» para relacionar a ambos encausados con el crimen. «Su presunción de inocencia se ve rebasada por los indicios, no por las conjeturas ni las sospechas», ha argumentado.
Para el acusador público, el hallazgo el 5 de mayo de unos papeles que relacionan a la acusada con una estafa de más de 50.000 euros a la víctima y que Pedro José había judicializado con total discreción (nadie de su familia conocía que había existido una relación con la víctima ni que esta le había conseguido 'sacar' ese dinero) introducía a esta mujer en la aún vacía lista de sospechosos. Y ha sacado a colación una frase intervenida en una conversación entre la acusada y su madre y en la que la progenitora le decía: «Tú lo que tienes es que buscarte payos y sin que te manoseen ni te follen, te den dinero».
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La denuncia tomó forma el 30 de enero y el 4 de febrero se comunicó que a la acusada le pedían entre cuatro y seis años de cárcel. Apenas dos semanas después se produce el crimen. El acusador público ha esgrimido la presencia del móvil del acusado y las repetidas llamadas que le entraron en el momento en el que la Policía sitúa el homicidio en la antena que daba servicio a la casa de Pedro José como otro indicio de su presencia en el lugar. También la presencia de un terminal móvil con rastros de uso del imputado en casa de la víctima y unas fotos de Pedro José durante una conversación sostendrían el conocimiento mutuo de víctima y acusado.
Otro de los aspectos que ha destacado el fiscal ha sido la «fuga a Italia» del acusado, sin dar información a su entorno o directamente engañanando a su jefe diciéndole que se iba a Marruecos porque su madre estaba enferma. «Todos los indicios siempre tiran al mismo lado», ha defendido el fiscal.
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En el caso de la acusación particular, la letrada ha argumentado que el intento de frenar la denuncia por estafa está detrás del crimen. Y que le salió bien. «La explicación [de la absolución de la acusada] es que no se tuvo la ocasión de escuchar a la parte denunciante, porque había fallecido, y porque su declaración en instrucción, sin presencia de una defensa de la acusada, no pudo ser reproducida», ha señalado.
Cuando el proceso iba a llegar a un momento clave, se produce la muerte. «Apunta a la acusada como inductora y responsable y el resto de pruebas conduce al otro acusado como quien acabó con la vida de Pedro José», ha añadido. «En ningún nomento él ha explicado qué hizo ese 18 de febrero», ha abundado recordando las evidentes contradicciones y «mentiras» entre las declaraciones en instrucción y su testimonio durante la vista.
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Y, respecto a la falta de rastros biológicos o de ADN en la casa de la calle Pepe Blanco, la acusación ha recordado que no se encontraron de los acusados «ni de la exmujer de Pedro José, que tocó el cadáver, ni su hija, ni los sanitarios, ni los vecinos que entraron en la casa... dejaron huellas».
Por parte de la defensa de la mujer rumana acusada en el crimen, la letrada ha comenzado su relato recordando a los miembros del jurado que es «indudable» que la encausada podría ser tenida por una «persona interesada que se acercaba distintos hombres para sacarles dinero». «No están aquí para que juzguen la moralidad de ella, su conducta disoluta o más o menos licenciosa», ha reseñado la togada.
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Esta parte ha argumentado que eliminar a Pedro José no solo no beneficiaba a su defendida, sino que la perjudicaba. Y que no existen pruebas suficientes para acusar a ambos. La abogada ha puesto en duda la certeza de la localización del móvil del acusado («no es un GPS», ha dicho, recordando que la antena de telefonía «está a más de un kilómetro de la casa de la víctima») e incluso el programa informático por el que se extrajeron los datos de un terminal móvil propiedad de Pedro José y que fue usado por el imputado. De la misma forma, según su lectura, las pruebas presentadas por la policía no pasan de ser indiciarias y ni tan siquiera es posible hablar de un solo agresor. «Hubo al menos dos objetos, pudo haber dos», ha dicho.
Por eso, además de descartar la participación en el homicidio de la acusada, rechazó que pudiera existir encubrimiento y que, en el caso de que el tribunal lo contemplase estaría «exenta de responsabilidad» al tratarse de su entonces pareja sentimental.
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La letrada del varón marroquí imputado ha defendido que por lo visto en las jornadas previas solo hay «deducciones conjeturas, hipótesis...». «Tienen que hacer piruetas y malabarismos para sostener sus acusaciones», ha denunciado. «No se trata de un puzle. Faltan muchas piezas. Más parece que un cubo de Rubik, en el que cuando mueves algo, ya no encaja el resto», ha argumentado.
La abogada ha escogido elementos de la escena del crimen: unas llaves, unas gafas, un reloj, una llave de grifo, cuchillo... para hacer una relectura de un caso que «ha evolucionado mucho desde su inicio, cuando la Policía hablaba de un delincuente muy desorganizado y ahora hablan de alguien muy profesional». «Si no hay huellas, no se puede condenar con esa ausencia probatoria», ha dicho.
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«Si alguien hubiera querido acabar con la vida de Pedro José, lo más fácil hubiera sido usar el cuchillo que estaba junto al cuerpo. Tal vez no hubo un delito de homicidio sino de uno de lesiones», ha lanzado. «No todo está tan claro como nos han querido hacer creer», ha añadido antes de intentar desmontar parte de los argumentados presentados por la Policía, como que la víctima le entregase un teléfono móvil a su futuro verdugo, o que hubiese una relación «persona o sexual» entre ambos. «La respuesta de su exmujer desmonta la interpretación de la Policía de los mensajes de ese 2 de junio», ha alegado. Y, respecto a la ubicación de su teléfono móvil, ha argumentado que el terminal «pudo ser usado en una determinada área geográfica más o menos grande» y por una persona, no siempre por su propietario.
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