Una nueva casa a 3.500 kilómetros de su hogar
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Catorce ucranianos se refugian en el pueblo riojalteño huyendo de la guerra y después de recorrer media Europa con sus propios vehículosCuatro familias ucranianas han encontrado refugio en Ábalos. Son los segundos exiliados que encuentran cobijo en La Rioja, después de la familia llegada esta misma semana a Arnedo, y también el grupo más numeroso: catorce personas, entre ellos cinco niños de entre 2 y 14 años. No es la primera vez que la localidad riojalteña exhibe su solidaridad, hasta la irrupción de la pandemia cada verano Ábalos colaboraba en la acogida de una veintena de niños sordos bielorrusos procedentes del entorno de Chernóbil y que se alojaban en verano en la vecina Leza (Rioja Alavesa).
En la noche del pasado jueves, cerca de la medianoche, buena parte de los vecinos recibió con afecto a los refugiados ucranianos. Llegaron con lo puesto, en sus propios vehículos, después de recorrer más de 3.500 kilómetros en apenas cinco días, desde Odessa, a orilla del Mar Negro, atravesando Moldavia, Rumanía, Hungría, Austria, Alemania y Francia. Una odisea. Todo lo dejaron atrás: viviendas, empleos, amistades... Ni siquiera Buba, la mascota, un pomerania de blanco pelaje, parece ajena a la realidad. Y es que han huido de una guerra.
Andrey Bovdur habla inglés, igual que los jóvenes, y explica que las cuatro familias no se conocían, que coincidieron en la carretera, huyendo de Ucrania. Han pasado mucho frío (sobre todo los niños), han dormido en los coches y decidieron venir a España, a La Rioja, porque aquí, en Sojuela, vive Diana, familiar de uno de ellos. En Ucrania, a causa de la invasión de Rusia, la familia Bovdur ha dejado el negocio familiar de un portal de internet. Aficionados a caminar, al fútbol y al baloncesto, se muestran amables y agradecidos. El recibimiento de los vecinos, recuerdan, fue muy cariñoso, entre aplausos, cálido y bonito. En una pancarta que se conserva de ese momento se puede leer «Bienvenidos» en español y ucraniano.
Al día siguiente ya parecen unos vecinos más del pueblo. Altos y rudos ellos, delgadas y delicadas ellas, rubios, con ojos azules y guapos todos. Europeos, como nosotros. La llegada a Ábalos es, de alguna manera, casual. El Ayuntamiento comunicó al Gobierno de La Rioja, cuando este consultó días atrás con las Administraciones locales, la disponibilidad de dos viviendas: una municipal de servicios sociales y otra particular cedida por una vecina.
Por mediación de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) en La Rioja y con la coordinación de Cruz Roja, se dirigió a los ucranianos a Ábalos. «Tratamos de que las mujeres, en cualquier lugar, entre todas, salgan adelante. Unas compañeras de la zona del Moncalvillo nos pidieron escuchar a las mujeres ucranianas que hay en La Rioja y nos pusimos a trabajar. El objetivo es que vengan a un punto donde hubiera personas que hablasen su mismo idioma. Esto ha sido gracias a una red de mujeres en todo el mundo y agradecemos la colaboración del Ayuntamiento de Ábalos», expone Mila Díez, presidenta de Fademur en La Rioja.
No serán los últimos ucranianos en llegar a La Rioja, Fademur ya gestiona la acogida de más familias en las zonas de Moncalvillo, el valle del Iregua, Baños de Río Tobía, etc. «Vienen huyendo de la guerra a intentar estar con los suyos, procurando la cercanía», señala Mila Díez. Mientras se produce la conversación, en la plaza Fermín Gurbindo de Ábalos, entre casas señoriales de preciosa piedra, como la que alberga el hotel Villa de Ábalos, los vecinos se van sumando como si acudieran a saludar a un descendiente del pueblo al que hace años que no ven. Una abalense juega con el niño ucraniano de 2 años como si fuese su sobrino, un vecino habla en inglés con Andrey y uno de los jóvenes sujeta un balón de baloncesto, ansioso a que finalice la entrevista para regresar a la cancha.
El alcalde, Vicente Urquía, se muestra satisfecho y habla de la acogida con naturalidad, como si el pueblo recibiera refugiados cada semana. Recuerda Urquía que todo se precipitó el pasado martes, Día de la Mujer, cuando en el acto celebrado junto a Fademur les comunicaron que las cuatro familias ya estaban de camino. El Consistorio se ofreció, se activó la coordinación y en 48 horas llegaban a Ábalos.
«El pueblo se ha volcado. Días atrás ya hicimos una recogida de enseres para mandar a Ucrania y entre las asociaciones y los vecinos llenamos un camión. Aquí, cuando llegaron los refugiados, la gente nos llamó para saber qué les podía hacer falta», expone Urquía. Tan aparentemente efectiva ha resultado la acogida que los ucranianos ya parecen estar en sus propias casas. Todo lo propiciaba la familiaridad.
Unas piruletas, por ejemplo, alegran los rostros de los más jóvenes. También las caras de algunos adultos, tan serios. «Nuestra obligación, y lo que vamos a intentar, es que se sientan en su casa el tiempo que estén aquí», advierte el alcalde. De hecho, el martes ya se incorporan al colegio los niños pequeños y se busca instituto para el mayor.
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