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Luis J. Ruiz, Pío García, Félix Domínguez, Isabel Álvarez, Sanda Sainz y María Caro
Domingo, 2 de enero 2022, 01:00
Si las del 2020 fueron unas de las navidades más tristes, las del 2021 no se han quedado a la zaga. Desde que Ómicron dejara de ser la decimoquinta letra del alfabeto griego para convertirse en la variante más contagiosa del SARS-CoV-2 y elevar a niveles nunca vistos la incidencia y el número de casos activos en La Rioja y en el conjunto del país, se han suspendido comidas y cenas, se ha reducido el número de invitados a los festejos navideños y, no pocos han tenido que comer y cenar solos: alguno por miedo; muchos por la necesidad de cumplir con la cuarentena vinculada a un contagio.
Yolanda y Juan
A casa de Yolanda y Juan el virus ha llegado de manera escalonada. Con todo previsto para ir a Vitoria a pasar Nochebuena y Navidad, él dio positivo en un test de antígenos: «Hubo que suspender todo», recuerda ella. Apresuradamente tuvo que ir a hacer la compra (pese a ser contacto estrecho tiene la pauta completa de vacunación) y, junto a sus dos hijos, ponerse a cocinar «por primera vez», dice entre risas. «Mi marido cenó y comió solo en su habitación y nosotros tres juntos, con lo que preparamos», recuerda. Hubo videoconferencias entre el salón y la habitación y una foto polaroid que se coló bajo la puerta del confinado.
El lunes, antes de acudir a trabajar, un test de antígenos le confirmó a Yolanda que se había contagiado y ahora ha sido ella la que, después de pasarlo mal, ha tenido que confinarse en su habitación y 'celebrar' la Nochevieja sola. «Lo más triste es que estamos los cuatro en casa y cada uno encerrado en una habitación», lamenta sobre unas de las navidades más atípicas. Tan atípicas que el Olentzero acabó llegando desde Vitoria con unos días de retraso y que, bajo el mismo techo, han empezado el año nuevo separados.
Jesús, Cristina, Álvaro y Lucía
La familia formada por Jesús Sáez, su esposa, Cristina Manzanares, y los hijos Álvaro y Lucía, se vieron obligados a cambiar un poco los hábitos de otras nocheviejas en su localidad de residencia, Uruñuela, al estar los cuatro confinados. Por fortuna, todos ellos están bien, aunque según indicaba él, «Cristina es la única que estuvo con alguna molestia, tos y un poco de dolor de cabeza, pero por los niños estuvimos los cuatro en la mesa y celebrándolo». Lo que sí que tuvieron que cambiar fueron los planes de celebración, ya que «normalmente viene mi suegro y mi cuñado a cenar con nosotros y no lo pudieron hacer», como también hubieron de modificar las costumbres de cada año «de ir a ver a la familia para felicitar el Año Nuevo, ni pudimos salir a celebrarlo en el bar del pueblo como hacemos cada nuevo año, aunque las uvas las tomamos siempre en casa». No obstante, peor lo pasaron en Nochebuena. Jesús, que entonces era el único confinado, tuvo que cenar solo en una habitación.
Juan, Almudena, Leire y Matilda
El coronavirus se comporta, a veces, de manera sorprendente. De los cuatro miembros de la familia, solo Leire ha dado contraído el COVID. Por más test que han pasado, ni su hermana melliza Matilda ni sus padres, Juan y Almudena, han dado positivo. El confinamiento les ha pillado en plenas fiestas: han pasado la Nochebuena confinados, también la Nochevieja...,. aunque la libertad les ha llegado con el Año Nuevo. «La cuarentena se cumplía ya, pero, por prudencia, los rastreadores nos recomendaron no mezclarnos mucho. Así que decidimos no juntarnos con nadie en Nochevieja». Un jugoso menú a base de cochinillo y un brindis con champín les ayudó a disfrutar de una cena menos multitudinaria que de costumbre, pero también divertida. «Las niñas lo han llevado estupendamente y al final lo hemos pasado bien», resumen.
Naike y Miguel
Naike Ugarte y Miguel Romo, de Lodosa y Santo Domingo, aunque asentados en Logroño, tuvieron que pasar la Nochevieja solos en casa, apurando los últimos días de confinamiento de él. «Obregón se ha perdido las campanadas y nosotros las uvas en el pueblo. Al menos lo hemos celebrado juntos y con salud. No nos vamos a quejar. Hemos brindado por otro año con salud y a poder ser libre de COVID».
Isabel y Carlos
Isabel Pérez y su novio Carlos Marín pasaron la Nochevieja solos, confinados. Ambos tienen COVID. Pidieron en una carnicería comida cocinada y tomaron las uvas para celebrar el nuevo año con vino, porque el champán no es santo de su devoción. No faltaron las videollamadas con la familia e incluso tomaron «unos cubatillas» antes de irse a la cama. «No se podía hacer mucho más», resumen. Habrá que esperar al 2022.
Mónica, Héctor, Mateo y Martina
La voz de alarma la dio Martina, la niña. Un día se levantó con algo de fiebre y vómitos. Dio positivo. Su hermano, Mateo, lo hizo poco después, aunque sin síntomas y con muy poca carga viral. Los padres, de momento, han librado y en todos los test han dado negativo. «Mateo está estupendamente y Martina solo tuvo un día malo. Si no fuera por el COVID ni siquiera lo abríamos tenido en cuenta», señala Mónica. La Nochevieja, en cualquier caso, les tocó celebrarla a solas. Una manera diferente de empezar el año..., a la espera de que el 2022 traiga normalidad. Pero normalidad de verdad; normalidad de la buena.
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