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Con muchos nervios e incertidumbre, los alumnos de segundo de Bachillerato, procedentes del IES Tomás Mingot y Jesuitas, han afrontado este miércoles la prueba de acceso a la universidad, la EBAU, de la manera más atípica posible. Porque, no, esta no es una convocatoria ... normal.
«Estamos cansados psicológicamente y ahora tenemos que someternos a esta presión porque es algo nuevo para todos. Estamos histéricos», asegura Ana Cielo, estudiante de Jesuitas. «Las condiciones no son las mejores», añade María Oz. «Me costaba mucho memorizar después de haber estado tanto tiempo sin la rutina de las clases», sostiene Lucía Herrero, otra de las estudiantes del centro.
Por su parte, la profesora de la Universidad de La Rioja, Maribel Martínez, coincide que las circunstancias de esta convocatoria son totalmente excepcionales. «Los estudiantes lo afrontan con nerviosismo y cansancio. El hecho de que la selectividad se haya retrasado un mes les ha ayudado a estudiar, pero ahora están más agotados piscológicamente», explica.
Por esa razón, una de las principales novedades de este año es la modificación de la tipología de examen. «Esta medida está pensada para tener en cuenta las clases que no se han podido dar y el trabajo que los alumnos han tenido que realizar de manera autónoma», asegura Martínez.
Frente al modelo tradicional de cursos anteriores, en los que había dos modalidades de examen (A y B) con preguntas obligatorias para cada asignatura, lo que se encontrarán los aspirantes será una mayor flexibilidad. «Este año pueden elegir las preguntas de cada apartado. Necesitarán unos minutos más para leer el examen, pero esta opción les facilita muchísimo la respuesta. Se les da muchas opciones», explica la profesora.
Otro de los cambios de este año son las estrictas medidas de seguridad. Además del gel desinfectante en la entrada del instituto y dentro y fuera de las aulas, los organizadores han puesto a disposición de los estudiantes mascarillas y guantes para quienes lo requieran. Pero también se ha modificado la distribución de los futuros universitarios, que han realizado el examen en aulas reducidas, separados mediante la distancia de dos metros de seguridad. «Se afronta con normalidad dentro de la excepcionalidad. Las únicas diferencias son que la gestión se hace desde el centro y que hay que tomar medidas de higiene, pero los estudiantes las tienen bastante normalizadas», asegura María Ángeles Alonso, responsable del centro.
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En total, han pasado 153 estudiantes por las nueve aulas del centro, lo que constituye un número superior de estudiantes matriculados respecto al registrado en ediciones anteriores. Esta circunstancia también ha requerido de un mayor número de profesionales a su cargo. «La dificultad es que no haya ninguna distensión a la hora de comenzar. Este año hay más correctores, profesores y vigilantes de pasillo, que están de apoyo para cualquier incidencia que pueda suceder», explica Alonso.
Y, en cuanto a la celebración de la EBAU en estas fechas, con circunstancias excepcionales, aspirantes a la universidad y organizadores coinciden en que esta celebración resulta determinante para el futuro de todos los estudiantes. «No sabemos qué es lo que puede pasar posteriormente. Parecía la mejor fecha y creo que, con todas las medidas de seguridad que se han tomado, es mejor ahora que esperar», sostiene Martínez. «Creo que es mejor que se celebre ahora porque así se sigue un criterio para entrar en la universidad. De hecho, cada uno lleva su material y utiliza mascarillas y, como estamos divididos por institutos, tampoco se producen aglomeraciones», asegura Ana Cielo, estudiante de Jesuitas. A lo que María Oz, compañera de clase, responde: «Necesito la nota para estudiar Economía».
Más de 1.600 estudiantes con los nervios a flor de piel han acudido a quince sedes distribuidas por La Rioja «armados» con mascarillas y apuntes, las primeras, para protegerse del coronavirus, los segundos, para hacer frente al arranque de la EBAU en esta región. El Edificio Quintilano de la Universidad de La Rioja (UR) ha sido uno de los emplazamiento al que estos alumnos, algunos de los cuales han hablado con Efe durante estos minutos previos, han accedido para afrontar la primera prueba de laEvaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), el examen común de Lengua Castellana y Literatura II. Pero la principal novedad de este año no está en el contenido de las preguntas, sino en las medidas de higiene y seguridad que se han puesto en marcha en las quince sedes en las que se celebrará esta prueba en La Rioja como durante el desarrollo de la misma, entre las que destacan que no ha habido llamamientos para evitar las aglomeraciones.
A pocos minutos de cruzar la puerta del edificio Quintiliano de la UR, Óscar Blanco ha afirmado que se encontraba «seguro, pero nervioso», porque, a pesar de haber estudiado, desconoce qué se les va a preguntar y, además, considera que el primer examen es el que lleva «peor» preparado. El confinamiento provocado por la pandemia de coronavirus ha dado más tiempo de estudio a los alumnos, pero, «a la vez, al no ir a clase, cuesta más estudiar y mantener el ritmo », ha señalado Blanco, quien necesita sacar una nota cercana al 7,1 para poder estudiar lo que quiere, Derecho, una puntuación que confía en poder sacar.
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