Una mezcla de expectación, alegría y mucha emoción. La Limpieza del Cristo, tras la ceremonia tan emotiva que se desarrolló el pasado año tras la irrupción de la pandemia, ha vuelto a celebrarse en la mañana de este Miércoles Santo con un multitudinario encuentro con ... sus fieles y una cita ineludible en la Semana Santa de La Rioja.
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Como cada año, tras la congregación de los cerca de 250 cofrades que han podido asistir con invitación a la capilla de Los Ángeles de la Concatedral de La Redonda, el Cristo abandonó su urna para someterse a la minuciosa y delicada limpieza por parte de las camareras.
Un momento único, de mucho significado para todos los cofrades, así como para los logroñeses que entrarían después, en el que se procedió a colocar la imagen sobre varios cojines negros, frente a la puerta principal de La Redonda, para quedarse a disposición de los fieles que quisieran venerarlo. La expectación era total. No en vano, fueron muchos los logroñeses que aguardaron, con mucha emoción y nervios, a que comenzase el acto para cumplir con la tradición.
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Acto seguido, de una manera muy puntual, comenzó el prolongado desfile para tocar y besar, ya sin mascarilla, la talla, que es una de las más veneradas de la capital riojana. Por ella fueron pasando fieles de todas las edades, como un recién nacido, que fue el primero que pudo acercarse a la figura, que al igual que el pasado año disponía de un velo en los pies para evitar el contacto directo.
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A él le siguieron el resto de fieles, niños, jóvenes y mayores incluidos, como Ángela López, que tras diez años asistiendo al acto seguía sintiendo «mucha ilusión». Aunque pertenece a otra cofradía, le han podido pasar la medalla por el Cristo, por lo que su emoción no podía ser mayor. «Le he pedido salud para mi familia», decía.
Cerca de ella, Laura López reconocía la sensación de «alegría y de fuerza» que había podido sentir tras tocar el Cristo. «Me da fuerzas para seguir adelante, es un momento muy especial. Casi siempre le pido lo mismo y me siento confortada cuando lo toco, me pasan el pañuelo, el algodón o la medalla de La Milagrosa». No en vano, acude a este emotivo acto «desde hace muchísimo tiempo, antes lo hacía con mi madre y como ya no puede venir sigo con su legado, porque me ha inculcado la fe».
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Al poco, su hija, Ana Aguirre, explicaba que es un momento «muy especial, porque en mi familia es una tradición, mi abuela lo limpiaba y también he podido pasar a mi primo pequeño». A pesar de que es decimoquinto año que acude a la Limpieza del Cristo, ha sentido «una bomba de emociones, de alegría, amor y pasión, aunque también de mucha pena y nostalgia, porque mi abuela no lo puede ver», reconocía esta joven riojana que ha podido acercarse a la talla, besarla y pedirle «algo personal, pero sobre todo salud».
Maitane González, que es la quinta vez que asiste a este emotivo acto, también ratificaba que «es un momento muy especial, porque sacamos al Cristo de la urna». «Tenemos el Viernes Santo en mente, pero se sienten muchas ganas de ilusión, sobre todo por ver qué ha llegado a mucha gente», ha afirmado mientras se ha reconocido que «cada vez que estoy delante del Cristo impone».
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En este sentido, David Rioja, hermano mayor de la Cofradía del Santo Sepulcro, ha asegurado que «siempre ha sido un acto muy especial, un acto íntimo en el que sacamos al Cristo, le limpiábamos y mimábamos». De ahí que genere un maremágnum de emociones internas. «Es muy difícil de explicar, son sensaciones muy seguidas de alegría, nerviosismo… que pasan todas juntas de golpe, tras las que te sientes bien y orgulloso de lo que hacemos».
De hecho, apenas quince minutos antes de que comenzase la Limpieza del Cristo, la capilla de Los Ángeles no podía albergar a más personas. En ella, buena parte de los 250 asistentes, que han podido seguir de manera íntima la celebración tras conseguir invitación, han aprovechado a aproximarse y fotografiarse con la vitrina en la que se encontraba la figura, apenas unos instantes antes de que reinase el silencio y se procediese a su limpieza.
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Una expectación que también compartía Teresa Sánchez, camarera de la Cofradía del Santo Sepulcro, que reconocía que «hoy es un día muy especial para nosotros y, siendo egoísta, el más grande para la Cofradía, porque es un acto único en Logroño y que, después del recibimiento que ha tenido el Cristo en Sevilla, va a ser más grande todavía». De hecho, fuentes de la propia Cofradía que velaban por la buena organización del acto, reconocían que antes incluso de abrir las puertas podría haber dentro de la capilla unas 400 personas (entre cofrades y autoridades, como el alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, y concejales) y fuera, esperando, unas 600-700, si bien estimaba que podrían llegar a ser hasta 1.200 las personas que acudan a venerar al Cristo.
Hay que recordar que la talla participó durante varias semanas en la exposición Sanctus celebrada en Sevilla, en la que ha sido su única salida de La Rioja en más de 300 años y la segunda en las últimas décadas, después de ser restaurada hace un cuarto de siglo en el Taller Diocesano.
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Reencontrarse con la venerada imagen y cumplir con una de las tradiciones más especiales y singulares de la Semana Santa logroñesa han animado a muchos riojanos a acercarse a la concatedral, con largas filas en la entrada del templo.
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