Del Nervión al Najerilla
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Mario Fernández y Liber Alonso llevan 50 años veraneando en NájeraLa familia formada por Mario Fernández Vadilla y Liber Alonso Martínez, de Bilbao, llevan unos sesenta años veraneando en La Rioja, desde que «por primera vez nos vinimos a pasar las vacaciones de verano a Torrecilla de Cameros», pero al año siguiente decidieron cambiar ... de lugar «y nos vinimos a Badarán, un pueblo muy majo y que tenía muchas cosas», pero después de «unos ocho o diez años yendo allí, decidimos venir a Nájera de vacaciones y así llevamos unos cincuenta años».
«A mí me gustaba mucho Badarán», confiesa él, «pero aquí teníamos más vida, era más grande y teníamos más cosas», a lo que había que sumar que «en Nájera teníamos amigos veraneando, familias de Bilbao que nos decían venid aquí y, al final, nos decidimos a venir». De ellas recuerda con especial cariño «la familia Trigo, de la que éramos muy íntimos y que todavía viven aquí sus hijos». Aquello supuso el empujón definitivo para animarles a venirse a orillas del río Najerilla.
Río al que recuerdan que, estando en Badarán, «solíamos acudir hasta el puente de Arenzana a bañarnos, nos llevaba un taxi que luego volvía a recogernos». Eran tiempos en los que las piscinas eran 'rara avis', por lo que ya de veraneo en Nájera, «aún seguíamos yendo al mismo sitio a bañarnos, eso sí, entonces ya íbamos a pie porque pilla más cerca, y porque éramos más jóvenes».
De aquellos primero años sienten cierta añoranza «del gran ambiente que había por todas partes» y señala a modo de anécdota, que «estábamos en una casa del casco antiguo, nos asomábamos a la calle y pensaba, si me caigo desde el balcón no llego al suelo, aterrizo sobre la gente. Era muy divertido».
Su día a día consistía en «levantarnos tarde, sobre las nueve de la mañana, porque trasnochábamos. Nos íbamos a la piscina y yo solía salirme sobre la una o así, mi señora se quedaba. Entonces nos juntábamos unos cuantos de Bilbao y nos tomábamos unos potes, solíamos ir a los 'envás' y si hacía falta cantar cantábamos; era el ambiente que nos gusta a los bilbaínos, como allí. A la tarde me tomaba mi cafecito, mi copa y mi Farias, luego íbamos a buscar a las mujeres y nos marchábamos a cenar por ahí, en El Olimpo o en el Conquis, en éste solíamos llevar las cosas de casa, que si tortilla, pimientos... esas cosas, y allí cenábamos».
Ahora sienten algo de nostalgia porque gran parte de aquellos compañeros de veraneo «ya no están», pero aseguran que «mientras podamos, seguiremos viniendo cada verano a Nájera».
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