«En Nepal para ver a otro católico tienes que mirarte en el espejo»
Una entrevista con... ·
El sacerdote logroñés escolapio, José Alfaro del Valle, habla sobre su trayectoria y describe cómo vive su actual misión en NepalSecciones
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Una entrevista con... ·
El sacerdote logroñés escolapio, José Alfaro del Valle, habla sobre su trayectoria y describe cómo vive su actual misión en NepalLos años no hacen mella en el padre José Alfaro del Valle. Al menos en su ánimo... Todo lo contrario, camino de los 84, este sacerdote logroñés escolapio arregla estos días –no sin problemas–, los papeles de regreso a Nepal, a una región donde le ... esperan familias muy pobres y las montañas más impresionantes del planeta, donde los lamas conversaban con las alturas, y él con Dios.
– Hace más de 50 años que salió de Logroño. Llegó a Argentina, luego India, Nepal... ¿Para cuándo el retiro?
– Nadie me dice que tengo que volver, solo el corazón obliga. Quiero ser fiel a lo que siento dentro y seguir dando la vida por los demás. Mentiría si dijera que aquello es fácil. Vivo en Nalang, una zona pobre, rudimentaria, con problemas de caminos, escuelas, medicinas... todo es montaña, tierra, no hay caminos asfaltados.
– «Lo va dando todo, gota a gota de su vida, por ayudar a los más pobres», así le recordaron el año pasado sus hermanos al recoger el Delantal Solidario de la Cocina.
– Intento ayudar a todo el mundo, lo mismo financio un comedor, un colegio que un templo budista o protestante. Les ayudo en sus templos, en sus iglesias, llevando agua a las casas... y también aporto dinero para cavar escaleras en la montaña. Donde yo vivo son tremendas y, a veces, peligrosas. Yo siempre me ayudo de un bambú largo para subir y bajar. Todas las obras las consigo con aportaciones que me me hacen por aquí... La Cocina Económica me da una parte muy importante para financiar comedores (este año hemos atendido a 3.600 niños sin recursos), pero hay otros donantes anónimos que también me ayudan. Vienen y me dejan un sobre en la secretaría de Escolapios. Antes yo les escribo cartas –llevo más de cien–, explicando cómo van las obras y les envío fotos que voy haciendo en mis recorridos por esos caminos de Dios.
– ¿Son agradecidos los nepalíes?
– Depende de donde estés. En mi anterior misión sí lo eran. Allí fui muy feliz, los budistas de la región eran muy cercanos y bromistas. Deje muy buenos amigos. Una vecina me hacía la comida... siempre la misma cosa: arroz y una hierba parecida a la acelga que sigo sin saber qué es. Y lo cierto es que donde estoy ahora son diferentes. Puede que al ver un extranjero, vean el signo del dólar. Pero la realidad es que yo vivo peor que la mayoría. Ellos tienen calor, porque hacen lumbre, y yo no. El suelo de mi casa es de barro, el agua se cuela por debajo y las ratas son mis amigas. Pero no me asusto de nada.
– ¿Y es feliz allí?
– Sí, lo soy. Me lo tomo todo un poco a broma y procuro reírme hasta de mi sombra. Cuando llegan las lluvias, que a veces son, interminables escribo todo lo que puedo. ¿Más sacerdotes? En Nepal, donde yo vivo, para ver a otro católico tengo que mirarme al espejo. En el país no conozco a ningún otro cura español. Me suelen preguntar quién es ese que está en una cruz. ¿Cómo se llama? Yo procuro predicarles con mi vida, soy un pobre diablo que anda por ahí dando ejemplo.
– Conoció al papa en Argentina...
– Sí ha cambiado mucho, era muy serio. Ha aprendido a estar con la gente.
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