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Julio Rubio (Tarazona, 1963) afronta un nuevo curso que, como reconoce, está limitado por la propia estructura y la burocracia de cualquier universidad. Sin olvidar la recurrente cuestión de la financiación, el rector destaca el valor público y social de la UR como parte medular ... de la comunidad.
-¿Cuál de las novedades del curso que arranca destacaría?
-Partiendo de que la organización de la UR y la planificación son complejas y en parte hemos tenido hasta ahora que completar la política del anterior equipo, subrayaría el Master de Profesorado. Es importante en cuanto que tratamos de acercarnos a parte de la sociedad que en principio tiene más dificultades en venir a la universidad para que gente que ya tiene un grado siga formándose y pueda optar a opositar como profesor de enseñanzas medias con el afán, aunque requiere mucho esfuerzo para los docentes, de extenderlo a otras titulaciones.
-¿Y en el capítulo del alumnado? ¿Se ha reflejado el alza en el número de solicitudes previas (2.377) en la ocupación de plazas final?
-Aunque se preinscriban más, la UR sólo puede acoger en primer curso a un número de alumnos ya fijado (1.000) que como en años anteriores se ha completado. Lo positivo de que aumenten las preinscripciones en algunas carreras son las notas de cortes. Es decir: captamos una cantidad similar de jóvenes, pero tienen mayor nivel y ello repercute en la calidad global de la universidad.
-Sí que se constata un descenso en el volumen total de alumnos.
-Hay más abandonos en cursos avanzados, y nos preocupa. En Primero puede obedecer a que el alumno crea que se ha equivocado de carrera, sienta mucha presión o se traslade a otra universidad. En Segundo y Tercero las circunstancias son otras.
-¿Cómo puede atajarse?
-Ahí interviene una cuestión económica en la que discrepamos con el Gobierno, en el sentido de que ellos no ven que la subida espectacular que de las terceras y cuartas matrículas a raíz del decreto Wert esté influyendo. Este año hemos hecho una propuesta de orden de precios de matrícula (que fija el Ejecutivo oída la UR) muy en la línea del G9 de bajarlas en ese segmento, pero la Consejería la ha rechazado con el compromiso de intentar paliar el mantenimiento de ese precio alto con sistemas de ayuda adicionales.
-¿Es suficiente el dinero que recibe la UR? Un reciente informe la situaba como la cuarta universidad pública mejor financiada y recientemente José Ignacio Ceniceros aseguró ante el Parlamento que recibía unos recursos «adecuados».
-Esas conclusiones obedecen a que, al ser La Rioja una comunidad pequeña, la economía a escala nos perjudica y al igual que sucede en sanidad o enseñanzas inferiores somos más caros por habitante. Los recursos de la UR son ajustados para el servicio público que tiene encomendado, pero necesitaría estar mejor financiada para aspirar a más en muchos ámbitos, en especial la investigación. Otras universidades que están peor financiadas, pero también peor gestionadas e incluso en quiebra frente a nosotros que tenemos las cuentas saneadas, tienen más margen para hacer políticas simplemente por cuestión de volumen.
-En aquel mismo pleno, una parte de la oposición acusaba al Gobierno de trasvasar fondos de la enseñanza pública a la privada.
-Ni dispongo de datos ni tengo la impresión de que así sea. La existencia de una universidad privada que se permitió aquí con un nombre muy similar al nuestro crea desde luego muchas distorsiones que no nos benefician, pero no creo que haya un trasvase de fondos. Simplemente, si el Gobierno de La Rioja insiste en que en un ecosistema tan pequeño como éste coexistan dos universidades hay fondos generales que deben dividirse.
-Lo que está al margen de ello es que las titulaciones técnicas estén perdiendo alumnos pese a las altas tasas de empleo en ese campo.
-Se trata de una tendencia social donde resulta muy complicado actuar y común en el resto de universidades. Sin embargo, por otra parte, este año hay un enorme repunte en el grado de Matemáticas que le recuerdo que cuando yo vine a La Rioja se hablaba en los periódicos de cerrarlo. Lo que estamos haciendo para cubrir esas zonas débiles, sin olvidar que la UR es generalista y no puede desatender otras ramas, es actuar antes en los institutos. Hasta ahora se incidía en bachillerato explicando allí nuestra oferta y ahora tratamos de hacerlo desde la ESO para atraer vocaciones científico tecnológicas. Y un aspecto clave: implicarnos hacia más chicas jóvenes y romper la barrera de género.
-¿Avanza este curso en la dignificación del profesorado que se marcó como meta al llegar a rector?
-Sí, aunque lentamente y después de un recorte del 20% en el presupuesto cuando llegó la crisis. Todas las medidas en esa línea implican un encarecimiento del capítulo I que ya está al límite. Además, el plan plurianual de financiación que nos encontramos al llegar al Rectorado contenía un alza del 2% anual en la parte de nóminas. La cuestión es que este año se ha fijado un aumento salarial del 1% para los funcionarios públicos que nosotros por ley y con gusto debemos cumplir, con lo cual se rebaja a la mitad el aumento previsto y debería renegociarse.
-¿Qué balance hace de los 25 años de la UR con esas claves de presente y la perspectiva del pasado?
-Para la dimensión que tiene ha cumplido sus objetivos y es una historia de éxito. Estar integrados en el G9 y en el Campus Iberus demuestra que somos un buen socio y además, frente a la tendencia a la desmaterialización, está cercana al territorio y la sociedad que sirve.
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