Para la responsable de Comunicación Cristiana de Bienes en Cáritas La Rioja, Caridad Garijo, el Ingreso Mínimo Vital «es una buena noticia, porque es entender que el Estado tiene la obligación de atender las necesidades de todos sus ciudadanos». Ahora bien, «lo han hecho todo ... tan difícil que a estas personas que lo necesitan les está resultando muy complicado seguir adelante».
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En Cáritas La Rioja «se hizo una ayuda de tramitación al principio», pero «ahora no tenemos ese grupo de apoyo de voluntariado». Eso sí, «les seguimos ayudando con unas ayudas (alquiler, luz, alimentación, etcétera) en función de unos criterios que tenemos definidos».
Garijo opina que el IMV también debe incluir a un colectivo desamparado: el de los jóvenes entre 18 y 22 años. «Y no pensemos que son solo inmigrantes; son chicos nuestros, que han estado en acogida hasta la mayoría de edad, y que hasta los 23 no pueden pedir el IMV».
Además destaca que la Renta de Ciudadanía quiere resolver la misma situación de la pobreza que el IMV, pero «con ella venía asociado un itinerario de inserción laboral y social, que ahora ha desparecido». Y ese es «un problema importante porque el IMV no facilita más que el abono económico y no se preocupa de la inserción social de las personas vulnerables, que además de no tener resuelto su problema económico tienen otro muy importante, por su propia educación: no participan socialmente, les cuesta mucho solicitar trabajo y no son estables».
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